Cadenas invisibles, la nueva esclavitud

Esclavitud. Escuchamos mucho esa palabra. La hubo en Mesopotamia y Egipto y durante miles de años siguió habiendo seres humanos que no eran considerados en mayor estima que animales de trabajo, a los que se les forzaba de maneras que no podemos siquiera imaginar.


El comercio negrero floreció años después, tras la conquista de América. Por ese entonces, la esclavitud había tomado otro cauce. Hacia el siglo XVII, la mano de obra de los esclavos africanos era muy preciada, pero fue entonces también cuando comenzaron a aparecer movimientos abolicionistas. Tras mucho esfuerzo, esa clase esclavitud dejó de existir de forma tan descarada en lo que hoy llamamos el Primer Mundo. Pero, aun con la abolición de la esclavitud, hasta el siglo XX no hubo un cambio considerable y todavía existe la "esclavitud clásica" en muchos países, por mucho que esté abolida en occidente.

Aunque parezca mentira, hoy día hay más esclavitud que en ningún momento del pasado, debido en gran parte a la explosión demográfica. Antes eran usados como si fueran bestias, pero bestias a los que había que cuidar, ya que no abundaban. Hoy día son más desechables. Se estima que hay casi treinta millones de esclavos.

Aun sin tener en cuenta lo recién comentado, la esclavitud sigue existiendo en otras formas. Tras la abolición comenzó a aparecer lo que podemos llamar "nueva esclavitud". En la nueva esclavitud no hacen falta cadenas ni celdas. Las cadenas que atan a millones de personas al trabajo en fábricas son el dolar diario que les pagan. De forma más sutil (y decididamente menos degradante) en los países desarrollados se nos presentan más ataduras económicas que nunca, desde hipotecas descabelladas hasta las cuotas del coche y el entretenimiento que nos distrae del hecho de que, en mayor o menor medida, somos esclavos del sistema.

¿O acaso no es así? Muchos recitarían que "tenemos libertad de expresión, de prensa y derecho a la información". Sin duda, el liberalismo fue un gran logro. Pero no debemos olvidar que en una mayoría de los países que nos apoyan con su mano de obra barata ni siquiera tienen los derechos humanos que consideramos fundamentales.

Aunque nosotros tenemos esos derechos, son privilegios y no derechos si pueden eliminarse en crisis económicas y guerras. En cuanto demasiada gente se une para expresar un sentimiento poco popular o anti-sistema dicha libertad se evapora. En la prensa la censura se muestra implícitamente en las leyes inexcusables de corrección política y la prensa bipartidista y explícitamente en puntos de vista que ningún partido mayoritario apoye. La libertad de expresión está cohibida de forma activa y pasiva, dejando a una población poco informada y educada incapaz de indignarse con un sistema "democrático" en el que los intereses corporativos esclavizan a millones de personas y emboban al resto.

Internet es una gran herramienta en contra de la censura en la prensa y en pos de la libertad de expresión e información, pero sigue siendo un medio minoritario. Por desgracia, la gran mayoría de la población se limita a aceptar lo que ve en los principales telediarios y periódicos de su rama ideológica sin contrastar hechos. Así, de forma natural la sociedad no avanza y las altas esferas de la política y el mundo financiero siguen en el poder, olvidando que su fin no es solo la administración sino también la innovación. Pero hoy día solo quieren poder en aras de seguir en el poder, sin mayores propósitos.

Si ganamos algo de perspectiva podremos evitar este estancamiento social y ser conscientes por fin de la terrible esclavitud, con cadenas o sin ellas, que desola a la humanidad.