Robert Sapolsky - "El problema con la testosterona"

Ya he citado alguna vez a Robert Sapolsky, neurólogo de la Universidad de Standford, y quería presentarlo de una forma práctica, así que ha sido un alivio encontrarme con un resumen de su obra "El problema con la testosterona y otros ensayos sobre la condición humana". Subtitulemos:


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Básicamente, Sapolsky aclara que el condicionamiento social es casi siempre lo que dispara una tendencia genética y que, por tanto, el debate acerca de si es el entorno o la genética la que más nos moldea es irrelevante: nuestra biología está siempre ahí, subyacente, pero es el entorno social el que se ocupa de dispararlo.

Por ejemplo, si el entorno social es lo suficientemente 'sano' como para no disparar tendencias agresivas, simple y llanamente no ocurrirán, ya que la testosterona no es la causante de la agresividad, sino la ampliadora de la agresividad ya presente. No se me ocurre un testimonio científico más importante que ese, especialmente hoy día, cuando la mayoría afirma, creyéndose autoridades de la naturaleza humana meramente por ser humanos, que somos violentos, codiciosos y en general malvados por naturaleza. Sí, podemos serlo, pero una persona normal no se convertirá de repente en un monstruo por causas puramente genéticas; en última instancia, todo depende de la sociedad en la que nos formemos.

Astrología

Ya que últimamente he tratado el tema de la superstición y más específicamente la religión, he pensado que sería una buena idea adentrarme en el mundo de la astrología en honor al famoso astrofísico estadounidense Carl Sagan.

La astrología es un sistema de creencias que sirvió para la creación de la astronomía, una ciencia legítima, pero su madre primitiva no murió e incluso a día de hoy una parte considerable de la población 'cree' en ello, si bien pocos se lo toman como un sistema de creencias tan estricto como una religión establecida. A ellos no pretendo convencerles de la ilegitimidad de su superstición, pero sí a los creyentes pasivos y a los agnósticos puros. No hace falta mucho material para convertir a alguien en ateo-agnóstico de la astrología.

Para comprender por qué no hace falta mucho material, empecemos gradando esta superstición comparándola con la creencia en deidades. El deísmo, el concepto filosófico de que hay una deidad creadora, no puede refutarse. Aunque no es ni pretende ser observable, al mismo tiempo no sugiere un ente que se entromete en nuestras vidas. Por tanto, no se trata de un fenómeno contradictorio, aunque sí innecesario y es fácil convertirse en ateo del deísmo al usar inadvertidamente la navaja de Ockham. En cambio, la astrología no toma una posición similar. Al igual que las deidades más definidas y establecidas, la astrología pretende ser una ciencia, una observación de fenómenos reales; y al autoconsiderarse real y observable en la naturaleza, es fácil de comprobar.
«La astrología se desarrolló como una disciplina extraña, una mezcla entre la observación cuidadosa, las matemáticas y sistemas de registro y un pensamiento borroso y fraude piadoso. De todas formas, la astrología sobrevivió y floreció. ¿Por qué? Porque parece proporcionar una trascendencia cósmica a la rutina de nuestro día a día. Pretende satisfacer nuestros anhelos de sentirnos conectados personalmente al universo. La astrología sugiere un fatalismo peligroso. Si nuestras vidas están controladas por una colección de señales de tráfico en el cielo, ¿por qué íbamos a intentar cambiar nada? [...]

Resulta que los astrólogos ni siquiera pueden ponerse de acuerdo en qué significa cierto horóscopo. En pruebas cuidadosas, son incapaces de predecir la personalidad y el futuro de gente de la que no conocen más que la fecha y lugar de nacimiento. Además, ¿cómo podría funcionar? ¿Como podría afectarme entonces o ahora que Marte estuviera alzándose en mi nacimiento? Nací en una habitación cerrada. La luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podría afectarme es su gravedad, pero la influencia gravitacional del tocólogo era mucho mayor que la de Marte. Marte es mucho mayor pero el tocólogo estaba mucho más cerca.

El deseo de estar conectado con el cosmos refleja una realidad profunda. Estamos conectados. No en la forma trivial que promete la pseudociencia de la astrología, sino en sentidos más profundos. Nuestro pequeño planeta está bajo la influencia de una estrella. El sol nos calienta, guía el clima y sustenta todo ser vivo. Hace cuatro mil millones de años trajo la vida a la Tierra»
-Carl Sagan, Cosmos.
Antes de empezar a desmontar la astrología, será mejor definirla y ponerla en contexto: es un sistema de creencias que supuestamente predice el destino individual y social mediante el estudio de la posición y del movimiento de los astros, ya que sus practicantes afirman que las posiciones de estos ejercen influencia sobre nuestra personalidad, físico y sucesos importantes en nuestras vidas o en la sociedad. Aunque en la antigüedad 'astrología' era sinónimo de 'astronomía', o sea, del estudio científico de los cielos, empezaron a separarse en el Renacimiento gracias a personajes como Nicolás Copérnico y Johannes Kepler, dejando a la astrología en posición de pseudociencia o superstición.

¿Por qué es relevante esa introducción? No es tanto porque fuera rechazada por los especialistas en el campo hará cuatro siglos, sino porque la antigüedad de esta práctica atestigua en contra de ella. Hace dos mil años no conocíamos el cielo como lo conocemos ahora: hoy día sabemos que en realidad no hay 'firmamento' alguno, especial para la Tierra. No solo deberíamos aceptar el modelo geocéntrico para dar validez a la astrología, sino que incluso así la observación resulta ser extremadamente incompleta si la comparáramos con nuestros conocimientos actuales acerca de los astros. Sagan puso algunos ejemplos en su última obra antes de morir, "El mundo y sus demonios":
«En unas cuantas frases se puede formular un buen número de críticas válidas de la astrología: por ejemplo, su aceptación de la precesión de los equinoccios al anunciar una "era de Acuario" y su rechazo de la precesión de equinoccios al hacer horóscopos; su ignorancia de la refracción atmosférica; su lista de objetos supuestamente celestiales que se limita principalmente a objetos conocidos por Tolomeo en el siglo II e ignora una enorme variedad de nuevos objetos astronómicos descubiertos desde entonces (¿dónde está la astrología de asteroides cercanos a la Tierra?); la incoherente demanda de información detallada sobre el momento del nacimiento en comparación con la latitud y longitud de nacimiento; la imposibilidad de la astrología de pasar el test de los gemelos idénticos; las importantes diferencias en horóscopos hechos a partir de la misma información de nacimiento por diferentes astrólogos, y la ausencia demostrada de correlación entre los horóscopos y los tests psicológicos, como el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota».
Aunque todas las críticas sean validas, y de hecho destruyen individualmente la veracidad de esta creencia, ha de hacerse especial hincapié en el problema que surge con la antigüedad del modelo astrológico: los signos del zodiaco ya no concuerdan con los del tiempo de Tolomeo. Bill Nye lo dijo con claridad:
«Probablemente sepas tu signo... ¿o no? Intenta hacer lo siguiente: espera a tu cumpleaños, quédate despierto toda la noche y fíjate por dónde sale el sol. Pasará por una de las doce constelaciones del zodiaco: si soy sagitario, esperaré que en mi cumpleaños pase por la constelación Sagitario. Y así era... hace dos mil años, cuando los babilonios crearon todo esto. Pero ahora no: en los últimos dos mil años, la Tierra se ha bamboleado como una peonza. Así que ahora, en mi cumpleaños, el sol pasa por la constelación Escorpio, no Sagitario. Así que quizás tengas que ser capricornio para ser sagitario, y los escorpio deberían ser libras. Los astrólogos están todo un signo más allá. En otros dos mil años será dos signos, pero no parece que les importe».
Habría que remarcar que no existe la distinción en la que muchos creen: no hay una astrología 'falsa' con horóscopos de revista barata y otra 'real' de brujas y filósofos. Ambas son falsas, si bien por razones distintas. Eso sí, es cierto que la versión de revista, que por suerte no muchos se toman realmente en serio (aunque la mayoría sí que crea un poco en ello y lea su predicción semanal 'por si acaso'), se puede comprobar como falsa con mucha más facilidad. Magos de espectáculo como Derren Brown ya han mostrado el fenómeno llamado efecto Barnum, en el que «los individuos darán aprobación de alta precisión a descripciones de su personalidad que supuestamente han sido realizadas específicamente para ellos, pero que en realidad son generales y suficientemente vagas como para ser aplicadas a un amplio espectro de gente».

La verdad es que no se salva ninguna clase de astrología. Es tan fácil encontrar fallos lógicos y empíricos en sus afirmaciones que a veces me pregunto cómo es que tanta gente cree en ello. Por supuesto, existen explicaciones: parece proporcionar una importancia cósmica a nuestra existencia y establece cierta sensación de previsibilidad ante un mundo aparentemente tan complejo e impredecible. Pero, aunque así se pueda explicar por qué no suele recibir el escrutinio escéptico que merece, no es tan importante mencionarlo. Como dijo Carl Sagan, no afecta para nada al aspecto de si funciona o no, y la mejor forma de convencer a alguien de que no es cierto es con pruebas como a las que aquí se hace referencia y no con suposiciones o incluso hechos sobre la credulidad de los creyentes.

Nada crece para siempre

Ya hablamos de economistas como Tim Jackson, que presentan una nueva economía sin dejar el punto de vista capitalista y, por tanto, lo que proponen es en esencia una transición a una forma más pura de lo que ellos mismos hablan, quizás sin saberlo. Lo mismo ha ocurrido con un tal Peter Victor, que por fin se ha puesto al día con el estado actual de la Tierra y ha comprendido que, por mucho que el capitalismo se base en lo contrario, nada crece para siempre:
«Peter Victor es un economista que se ha hecho la herética pregunta de si la Tierra puede soportar un crecimiento infinito.

Tradicionalmente, los economistas han sostenido que la respuesta es "sí". En los años 60, cuando Victor se ganaba sus títulos, un incremento constante del producto interior bruto (PIB o 'el valor combinado de nuestro trabajo asalariado y lo que producimos') parecía ser crucial para mejorar los niveles de vida y mantener a las masas fuera de la pobreza. Crecemos o perecemos: esta presunción es ya tan central a nuestra identidad económica que apuntala casi todas las decisiones financieras que toman nuestros líderes. Es para los economistas lo que la segunda ley de la termodinámica es para los físicos.

Pero Victor, ahora un profesor en la universidad de York en Toronto, sintió que algo le empujaba en la otra dirección. Los ecologistas estaban empezando a darse cuenta de que la Tierra tiene sus limites. Bombea suficiente contaminación en un río y lo puedes arruinar para siempre; tala suficientes bosques y puede que nunca vuelvan a crecer. A comienzos de siglo la debilidad del planeta era más evidente e inquietante que nunca, al ver como los gases de efecto invernadero se acumulaban y trozos de los glaciares de Groenlandia se separaban por completo. "Hemos tenido 125.000 generaciones de humanos, pero sólo las ocho últimas han tenido crecimiento" -me contó Victor-. "¿Entonces qué se considera normal? Creo que vivimos en tiempos muy anormales. Y hay señales por todas partes de que el entorno natural no puede soportar la carga que le hemos puesto".

En esencia, el crecimiento infinito nos pone en una posición de un dilema aparentemente insoluble. Sin ello entramos en pobreza y con ello agotamos el planeta. De todas formas, perdemos. A menos, por supuesto, que haya una tercera opción. ¿Podríamos tener una economía saludable que no crece? ¿Podríamos impedir un colapso ecológico poniendo riendas a la economía global? ¿Podríamos hacerlo sin morirnos de hambre?

Victor quería descubrirlo. Primero, creó un modelo informático que replicaba la economía canadiense moderna. Entonces la modificó para que los elementos cruciales, incluyendo el consumo, la productividad y la población, dejaran de crecer tras 2010. Para impedir el desempleo, acortó la semana laboral a unos cuatro días, creando más trabajos. También creó impuestos más altos para los ricos y más servicios públicos para los pobres, e impuso un impuesto al carbón para llenar las arcas del gobierno y desalentar el uso del combustible fósil. ¿Qué ocurrió? Aunque tardó un par de décadas, el desempleo bajo al 4%, el nivel de vida de la mayoría subió y las emisiones de gas invernadero acabaron muy por debajo de lo requerido por Kyoto. La economía llegó a un "estado estacionario". Y si el modelo es correcto, algo similar con más economistas preocupados por el medioambiente puede ser la única forma de que la humanidad sobreviva a largo plazo».
Podéis leer el artículo original entero aquí

Que el crecimiento infinito impida la pobreza es una afirmación ciertamente desconcertante, teniendo en cuenta que la pobreza no ha hecho más que crecer si tomamos en cuenta la economía mundial y no solo el PIB, debido principalmente a la dominación de los países cuya clase media ha crecido exponencialmente en el último siglo sobre los que no sufrieron ese cambio.

Por otro lado, es muy interesante que Peter Victor proponga una economía de estado estacionario y otras reformas como acortar la semana laboral a cuatro días y desalentar el combustible fósil con un impuesto al carbono; es en esencia el siguiente paso lógico y también un exponente de la transición a una economía que deje de basarse en el monetarismo y empiece a centrarse en los recursos físicos. Pero, ¿se dan cuenta Peter Victor y sus compañeros?

The Story of Electronics

Los creadores de "The Story of Stuff", que han creado ya toda una gama de pequeños documentales, acaban de publicar uno muy interesante: "La historia de la electrónica".


(Pronto subtitulado)

Es muy interesante que su solución sea utilizar ordenadores modulares; una base sobre la que se pueden añadir modulos nuevos sin necesidad de cambiar nada más, al menos hasta que aparezca una nueva tecnología que no podía haberse previsto. En general, Annie Leonard habla de la producción modular de todo, desde automóviles a ordenadores personales, para evitar el malgasto de recursos, la apilación de desechos y la contaminación. Y es una solución técnicamente viable que, como ella misma dice, algunos diseñadores ya han empezado plantearse e incluso llevar a cabo.

Pero no todo es tan simple como ella lo pinta. El proceso que Leonard describe se llama 'consumo cíclico': la necesidad de la obsolescencia planeada y percibida para que las industrias puedan seguir vendiendo; un automóvil que no necesita reparación alguna o desecharse en cincuenta años no es muy rentable. Este cíclo representa los latidos cardíacos del sistema capitalista a partir de las reformas económicas durante y tras las guerras mundiales, particularmente en lo que se refiere al incremento exponencial del consumismo. El consumo cíclico mantiene con vida el sistema capitalista consumista. Por supuesto, no alego que un sistema monetario no pueda sobrevivir sin esa característica exaltada; pero no a la larga y en nuestra situación moderna.

Sinceramente, no sé si Annie Leonard es consciente de ello, pero su propuesta ralentizaría el consumo cíclico de tal forma -de 3 meses por recambio a, por ejemplo, 10 o 20 años- que acabaría por destruir el sistema, con suerte de forma gradual. Por supuesto, la alternativa es seguir manteniendo el cíclo y destruir el mundo, así que no digo que sea una mala idea. De hecho, la tecnología modular debería ser una gran parte de la transición a una economía más lógica. La cuestión es que no parece que ella misma se dé cuenta.

Quién sabe: como ya especulé al presentar "The Story of Stuff", quizás esté siendo tan moderada para concienciar gradualmente a las masas. Si es así, se merece una ovación porque lo presenta de forma muy simple y comprensible. Si no es así, simplemente no comprendo cómo ha podido llegar a esa conclusión sin tener en cuenta las hondas repercusiones económicas.

Panteísmo

He visto que muchos confunden o desconocen términos como ateo y antiteísta (diferencia muy importante; la mayoría de ateos no conocen el segundo y muchos lo son sin saberlo), ateo y agnóstico, panteísta, panenteísta y pendeísta, y finalmente teísta y deísta. Sin duda son palabrejas demasiado parecidas entre sí, lo cual no facilita las cosas en absoluto, pero no vengo aquí a aclararlo. Para eso está la Wikipedia.

Hoy vengo a mostraros la conferencia en TED de un sacerdote. Probablemente no sea lo más habitual por mi parte, pero la verdad es que se trata de un sacerdote de lo más curioso, ya que tiene un punto de vista muy distinto al de su iglesia. De hecho, si viviera en una teocracia en la que las normas de la iglesia se reflejaran fielmente en las leyes civiles, probablemente sería considerado hereje y por tanto ejecutado. Pero por suerte no vive en una teocracia. Al menos, todavía no: el arzobispo de Canterbury ya habló de implantar la ley sharia en Inglaterra. Pero volvamos al sacerdote...


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El caso es que el buen sacerdote forma parte de una religión establecida. En otras palabras, su creencia es presuntamente teísta. Excepto que no es así: solo hay que escucharle un par de minutos para sospechar que no es un teísta hecho y derecho. A lo largo del monólogo juega con la idea del deísmo en varios grados de intervención por parte de Dios, y para cuando acaba probablemente hayáis llegado a la conclusión de que es pandeísta o que incluso se acerca peligrosamente al panteísmo, aunque sea uno inseguro, casi agnóstico:
«Tal vez Dios no es un agente como nosotros [...] ¿Y si Dios no actúa? ¿Y si Dios no hace nada en absoluto? ¿Y si Dios está en las cosas? La amorosa alma del universo [...], ¿Y si Dios es la red de relaciones y conexiones infinitamente compleja que forman la vida, el ciclo natural de la vida y la muerte, la creación y destrucción que debe ocurrir constantemente, el proceso evolutivo, la increíble complejidad y magnificencia del mundo natural, el inconsciente colectivo, el alma de la especie humana, tú y yo, mente, cuerpo y espíritu?[...] ¿Dios es sólo otro nombre para el universo, sin una existencia independiente? No lo sé. ¿Hasta qué punto podemos atribuirle una personalidad a Dios? No lo sé. Al final tenemos que decir "No lo sé". Si supiéramos, Dios no sería Dios.

Tener fe en este dios sería más como confiar en la benevolencia esencial del universo y menos como confiar en un sistema de afirmaciones dogmáticas. [...] ¿Como se puede practicar una fe [con esta nueva concepción de Dios]? Buscando al dios interior. Cultivando nuestra interioridad. En la ciencia, en la meditación, en mi espacio interior, en el 'yo' que permanece cuando dejo de lado mis emociones pasajeras, ideas y preocupaciones».
Así pensaba Albert Einstein, que tenía la concepción de Spinoza, según la cual Dios no es más que otro nombre para el universo, para la naturaleza, para el orden matemático de la existencia:
«Cuanto más imbuido esté un hombre en la ordenada regularidad de los eventos, más firme será su convicción de que no hay lugar —del lado de esta ordenada regularidad— para una causa de naturaleza distinta. Para ese hombre, ni las reglas humanas ni las "reglas divinas" existirán como causas independientes de los eventos naturales. De seguro, la ciencia nunca podrá refutar la doctrina de un Dios que interfiere en eventos naturales, porque esa doctrina puede siempre refugiarse en que el conocimiento científico no puede posar el pie en ese tema. Pero estoy convencido de que tal comportamiento de parte de las personas religiosas no solamente es inadecuado sino también fatal. Una doctrina que se mantiene no en la luz clara sino en la oscuridad, que ya ha causado un daño incalculable al progreso humano, necesariamente perderá su efecto en la humanidad. En su lucha por el bien ético, las personas religiosas deberían renunciar a la doctrina de la existencia de Dios, esto es, renunciar a la fuente del miedo y la esperanza, que en el pasado puso un gran poder en manos de los sacerdotes. En su labor, deben apoyarse en aquellas fuerzas que son capaces de cultivar el bien, la verdad y la belleza en la misma humanidad. Esto es de seguro, una tarea más difícil pero incomparablemente más meritoria y admirable».

«Por supuesto era una mentira lo que se ha leído acerca de mis convicciones religiosas; una mentira que es repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y no lo he negado nunca sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pueda ser llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia puede revelarla».

«La palabra dios para mí no es más que la expresión y producto de las debilidades humanas, la Biblia, una colección de honorables pero aún primitivas leyendas que sin embargo son bastante infantiles. Ninguna interpretación, sin importar cuán sutil sea, puede (para mí) cambiar esto...».
Esta es la creencia a la que más se acercan la mayoría de científicos y racionalistas, y la única que no hace afirmaciones existenciales: es por definición una forma filosófica y poética de referirse a la existencia, en lugar de una figura inventada que lo creó todo, con dogmas y tradiciones. Para que veáis cómo se entrecruzan los términos: el panteísmo es en esencia un punto de vista ateo; ateo del teísmo tal y como lo proponen las religiones judeocristianas y otras similares, ya que 'ateo' es sólo un término-reflejo, un término que necesita un contexto específico: todos somos ateos de alguna religión y ateos de algún concepto divino.

Que un representante de una iglesia establecida tenga el mismo punto de vista, si bien con jerga religiosa, es ciertamente esperanzador. Si queréis saber qué soy además de ateo (término que en realidad dice poco o nada de mí), qué creo 'espiritualmente', ahí tenéis la respuesta: me asombro de tal manera ante la complejidad y la inmensidad del universo que se me podría clasificar como panteísta, si bien desde un punto de vista puramente filosófico, sin ninguna clase de afirmación sobre una conciencia universal.

Bienvenido a este mundo

El próximo vídeo se trata de una especie de sátira del punto de vista religioso, denotando que partes de la palabra del dios judeocristiano no son precisamente muy recomendables... para nadie.

Sería justo criticar el vídeo, ya que olvida las otras partes positivas de la Biblia, por muy pocas que sean en comparación con la barbarie primitiva que muestra ese texto. Claro está, olvidar las partes negativas consiste en precisamente lo mismo y la mayoría de críticos de esta sátira atea lo harán. Por favor, recordadlo antes de embarcaros en una entusiasta crítica: la doble moral no es una virtud.

Quiero tratar la cuestión de cómo reaccionamos a ciertos temas en lo que probablemente serán dos artículos distintos. Uno de ellos recibirá el título de "Naturaleza humana" y podréis leerlo pronto.

La revolución educacional - Sir Ken Robinson

Me encanta volver a personajes conocidos. Ya hemos hablado de Sir Ken Robinson y de sus geniales críticas al sistema educativo y propuestas alternativas. Parece que este Sir volvió a TED con otra conferencia el pasado mayo, una continuación de la anterior:


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Como siempre, merece la pena escucharle: la des-estandarización de la educación, la desaparición del sistema educacional al estilo de la comida rápida, es la única manera de avanzar, el único concepto de aprendizaje que funcionará en este nuevo mundo moderno.

También podéis encontrar la conferencia en Youtube, pero sin subtitulos.

Hans Rosling & El optimista racional

Sergio Olmos va a tener que demandarme. Esta será la segunda vez que le 'tomo prestada' la idea en menos de una semana. Espero que lo acepte como justa promoción de su blog. Un blog que debéis leer y al que debéis suscribiros. Ya.

El caso es que me parecía importante presentar su artículo en el que presenta la economía mundial desde otro punto de vista, incluida una conferencia de TED con Hans Rosling. Podéis leer el artículo aquí y yo me limitaré a mostraros la conferencia de Rosling subtitulada y su aparición en el programa español Redes.


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Mañana podéis esperar algo más interesante. De hecho, se trata ni más ni menos que de un artículo, el tercero escrito enteramente por mi desde que volvimos a la carga con la página. ¿El tema? La semántica, la retórica y sus usos dañinos.

Una norma del siglo XIII, la vacuna contra la Ley Sinde

Del blog personal de David Bravo nos llega un argumento aparentemente paradójico: la mejor forma de evitar el cierre censurador de páginas web que la Ley Sinde busca podría consistir en llevarlas a juicio ya. ¿Interesados? Leed entonces:
Con el panorama que dibuja la Ley Sinde se da la curiosa circunstancia de que las únicas páginas que podrán razonablemente considerarse inmunes a sus efectos son las webs que ya han sido llevadas a los tribunales y que han obtenido resoluciones que han declarado que no infringen derechos de propiedad intelectual. Así las cosas, la diana se pinta sobre aquellos administradores de páginas de enlaces que cumplan el requisito de no tener un procedimiento judicial pendiente o, con mayor razón, que éste no haya concluido con una resolución que les haya sido favorable.

Curiosamente para que las webs de enlaces puedan evitar a la comisión administrativa que se encargará de los cierres necesitarían que las acciones legales que anuncia la industria se interpongan antes de la entrada en vigor de la Ley Sinde y, por lo tanto, en los juzgados ordinarios. De este modo, si se constituyera la comisión teniendo esas webs pendientes el procedimiento judicial iniciado por la industria, no podría promoverse otro paralelo para resolver idéntica cuestión por parte de ese órgano administrativo. Además, si la sentencia que recayera en ese procedimiento fuera favorable a la web de enlaces -como es de esperar por los muchos casos idénticos ya resueltos- los demandantes no podrían volver a plantear esa misma cuestión en el futuro ante la comisión administrativa ni, en general, ante ningún órgano judicial por el llamado efecto de cosa juzgada.

La industria ha decidido suspender su batería de denuncias y demandas, consciente de que, hasta la fecha, esas acciones judiciales contra conocidas webs de enlaces han dado como fruto resoluciones que sólo han servido para inocularles una vacuna que las ha inmunizado frente a la futura comisión administrativa. Ante esta situación, la industria ya ha manifestado en reiteradas ocasiones que retomarán sus acciones cuando entre en vigor la Ley Sinde para poder dirigir sus pretensiones ante el futuro órgano administrativo del que esperan obtener resoluciones hechas a medida. La suspensión de los ataques legales por parte de una industria que espera impaciente a una Ley en el octavo mes de embarazo, propicia una tregua temporal. Durante este tiempo, por un lado, aprovechan para presumir de poder atacar legalmente a las páginas de enlaces por considerarlas infractoras de sus derechos, pero, por el otro, descartan toda opción de ejercer hoy esos supuestos derechos por ser conscientes de que los jueces no están opinando lo mismo.

Me consta que, ante esta situación, no pocas páginas de enlaces con cierto volumen de tráfico cruzan los dedos para que esas mismas industrias que aseguran en la prensa tener derechos que se están viendo vulnerados interpongan las correspondientes demandas antes de la entrada en vigor de la Ley Sinde. Es decir, algunas páginas de enlaces comienzan a envidiar la situación de aquéllas que en su día sufrieron acciones judiciales pero que ahora han salido reforzadas con una resolución que las hace inatacables ante una comisión con la que probablemente no habrían tenido la misma suerte. “No te jactes tanto de poder demandarme y hazme el favor de hacerlo de una vez antes de que nazca el órgano concebido para darte la razón”, murmuran los que intuyen que el procedimiento ante la comisión no pasará de mero simulacro.

Puede que la satisfacción del deseo de esas webs se encuentre en una norma de hace casi 800 años. Concretamente en la ley 46, título II, partida tercera de la ley de Partidas de Alfonso X el Sabio, que regula la llamada “acción de jactancia”, declarada todavía vigente por el Tribunal Supremo en sentencia de 1988.

La “acción de jactancia” es precisamente aquella que puede interponerse contra aquél que presume de tener un derecho contra ti pero que, paradójicamente, no promueve ninguna acción legal para reivindicarlo. De este modo, esta vía sirve para obligar a quien dice poder reclamarte un determinado derecho a que lo ejerza de una vez o a que, en caso contrario, calle para siempre. La sentencia con la que terminaría ese procedimiento aclararía si realmente quien presumía de ostentarlo tiene o no tal derecho y, en caso contrario, se le impediría que volviera a plantear judicial o extrajudicialmente esa misma cuestión. Como dijimos, esta acción está refrendada por el Tribunal Supremo en sentencia de 1988 donde manifestó que
"la jurisprudencia de esta sala tiene declarada la vigencia de la tan meritada ley 46 a los efectos que le son propios, que el que se jacta de un derecho lo ejercite en el término que se le fije y que de no hacerlo se le impone perpetuo silencio”.

Conocer esa acción y su vigencia, nos permite plantearnos preguntas muy interesantes. ¿Qué sucedería si las páginas de enlaces interpusieran la acción de jactancia contra la industria de los contenidos antes de la entrada en vigor de la Ley Sinde? Los procedimientos judiciales iniciados por la acción de jactancia se sustanciarían en tribunales ordinarios y, para cuando entrara en vigor la Ley Sinde, las webs de enlaces que tuvieran pendientes estos procedimientos provocados por ellas mismas no podrían ser denunciadas ante la comisión administrativa al tener prioridad el tribunal que empezó a conocer antes del asunto. De esta manera, con la acción de jactancia, se estaría obligando a la industria de los contenidos a que los cierres de páginas de enlaces se planteen forzosamente ante los jueces ordinarios, esto es, a que el debate jurídico se sostenga ante los mismos jueces que con la Ley Sinde pretenden sortear. Si, como cabría esperar razonablemente, la decisión judicial continúa la senda trazada por las múltiples resoluciones anteriores y declara que efectivamente no existe la tan cacareada vulneración de derechos de propiedad intelectual, esa sentencia declarativa crearía efecto de cosa juzgada e impediría que la industria volviera a plantear esa misma cuestión ante cualquier órgano, incluido el administrativo que nacería con la Ley Sinde.

Lanzo esta posibilidad al aire, no con objeto de fingirse milagrosa ni exenta de obstáculos prácticos o jurídicos, sino para que entre todos los compañeros la mejoremos, le demos forma y, si la consideramos con visos de prosperar, actuemos en consecuencia liberando un modelo de procedimiento que pueda utilizarse por cualquier ciudadano. Estando en los inicios de su estudio, no puede descartarse a estas alturas que esta vía pueda revelarse con el tiempo como simple vaporware, pero la posibilidad de que no lo sea y de que, por lo tanto, sirva para neutralizar completamente los efectos de la Ley Sinde, bien merece detenerse un momento para analizarla.
Muy pero que muy interesante. Os pido a todos que hagáis lo que podáis para dar a conocer esta posibilidad, ya que no sólo implicaría un suspiro de alivio para las páginas web de descargas, sino que podría suponer el fracaso supremo de la Ley Sinde, el primer gran paso del gobierno español en pos de la censura de Internet.

La historia de vuestra esclavitud

'La historia de vuestra esclavitud' es un cortometraje documental acerca de cómo ha evolucionado la esclavitud a lo largo de los años y en imperios distintos. Puede que aclare ciertos puntos del artículo quizás ya anticuado "Cadenas invisibles, la nueva esclavitud".


(Ver original)

El documental muestra con claridad y sencillez cómo las presiones sociales no fueron la causa directa de las muchas emancipaciones del trabajador: los avances de la técnica son los que nos han liberado gradualmente de toda subordinación y servidumbre. Debido a que este ha sido un fenómeno agrario hasta hace no mucho, es difícil ver que el proceso no ha terminado y que seguimos en el largo viaje de la liberación del trabajador. Aunque pueda sonar sensacionalista, somos en esencia esclavos del sistema. Desde el interés y los impuestos al trabajo condicionado, existen múltiples formas de mantenernos en dicho estado, pero como todas hasta ahora, estas empiezan ya a ser obsoletas.

No hace falta ser un experto: sólo hay que echar un vistazo a los avances en la mecanización y la automatización para advertir que el siguiente paso lógico será el movimiento hacia la desaparición de la clase laboral tal y como la conocemos. El proceso comenzó a notarse hará cien años y ahora el sector de servicios es ya el motor de la economía laboral, pero no podrá mantenerse así para siempre. Cuando el siguiente salto cualitativo en la técnica sea ya innegable, habrá que volver a evaluar nuestro ya anticuado concepto de trabajo.

Ya está ocurriendo. El resultado es un sistema que se derrumba a vuestro alrededor: la reaparición de las exigencias obreras, con una élite y burocracia escandalizada ante 'exigencias disparatadas' como el acortamiento de la jornada laboral (aunque esa haya sido siempre la constante); las guerras de recursos, normalmente perpetuadas por el imperio engullidor del momento, en este caso los Estados Unidos; las reformas monetarias inútiles y sólo más crisis como consecuencia; la incapacidad del sistema económico actual de aprovechar las nuevas técnicas, lo que tendrá como uno de sus resultados la crisis energética en los próximos treinta años; y finalmente la incompetencia manifiesta de los gobiernos a la hora de controlar a sus ciudadanos, que a su vez resulta en el incremento exponencial de su último recurso, las políticas de censura.

Visto el panorama, debemos recordar que el cambio nunca ha sido bonito así que no cabe esperar que lo vaya a ser esta vez. Pero de que habrá un cambio no hay duda.

La moral laica & La ignorancia religiosa

Qué mejor manera de ultimar definitivamente la racha de entradas acerca de la ciencia, el secularismo y la religión que con un estudio general. De hecho, es de lo más interesante: el sociólogo Phil Zuckerman quiso descubrir si el ateísmo y el secularismo tenía efectos positivos. Descubrió que la mayoría de estudios muestran que las nociones que los no religiosos suelen tener acerca de las ciencias sociales rebaten los estereotipos y suposiciones negativas que se les achacan.
«No tener dios no significa no tener valores. Varios estudios revelan que los ateos y la gente laica tienen fuertes valores, creencias y opiniones, sin lugar a dudas. Lo que es más significativo aún es que al comparar los valores y creencias de los ateos y gente laica con los valores de los religiosos, los primeros tienen muchísimo menos prejuicios y son muchísimo menos nacionalistas, antisemitas, racistas, dogmáticos, etnocéntricos, intolerantes y autoritarios».

«Los últimos estudios muestran que los individuos laicos apoyan mucho más que los religiosos la igualdad de géneros, es menos probable que tengan perspectivas tradicionales o conservadoras en cuanto al papel de la mujer y, comparando con varias denominaciones religiosas, los que no creen tienen una perspectiva mucho más igualitaria en cuanto a los derechos de las mujeres. Otras encuestas que los laicos apoyan más el derecho al aborto que los religiosos. En lo que concierne la aceptación de la homosexualidad y el apoyo a sus derechos, los ateos y gente secular vuelven a sobresalir. Comparándolos con los religiosos, lo que no lo son aceptan más la homosexualidad y el derecho al matrimonio homosexual, y es mucho menos probable que sean homófobos o tengan actitudes negativas hacia los homosexuales».

«"La idea de que los ateos sean inmorales -afirma Benjamin Biet-Hallami- se desmintió hace mucho gracias a varios estudios sistemáticos". Es cierto que la gente laica tiende más que la religiosa a consumir alcohol con minoría de edad o consumir drogas ilegalmente. Pero en lo que respecta a los crímenes más graves o violentos, las pruebas no lo corroboran en absoluto. Después de todo, las abarrotadas cárceles estadounidenses no están repletas de ateos; según Golumbaski, sólo el 0,2 de los prisioneros en EE. UU. son ateos; una falta de representación primordial. Si la religión, la oración o la creencia en Dios disminuyera la conducta criminal y el ateísmo o el laicismo fomentara el desorden social, esperaríamos que las naciones religiosas tengan las menores tasas de homicidio y las menos religiosas las mayores tasas. En cambio, encontramos justo lo contrario: las tasas de homicidio son bastante bajas en las naciones laicas y muy altas en las naciones religiosas en que la creencia en Dios es profunda y extensa».

«¿Qué sabemos de los niños que crecen en hogares no-religiosos? Christel Manning ha observado que los podres ateos o laicos no son 'nihilistas amorales'. De hecho, abrazan un orden moral significativo y se lo transmiten a sus hijos. Y al contrario que los cristianos conservadores, que tienden a fomentar la obediencia en sus hijos, los padres laicos enfatizan el valor de "cuestionarlo todo", junto a la búsqueda de la verdad, la importancia de no lastimar a las personas, solucionar problemas racionalmente, actuar responsablemente y hacer lo mejor para la humanidad y el planeta. La investigación cualitativa de Manning revela que, como ya se ha planteado, a los padres laicos no les faltan valores. Simplemente, abrazan e imparten valores racionales y terrenales que no están centrados en la creencia u obediencia en Dios».

«Este estudio comenzó con una cita bíblica bien conocida que afirma que los ateos no son buenos en absoluto. ¿Los descubrimientos de la ciencia social contemporánea apoyan esta afirmación bíblica? La respuesta es claramente no. El ateísmo y el laicismo tienen correlaciones muy positivas, como mayores niveles de educación y capacidad verbal, menores niveles de prejuicios, egocentrismo, racismo y homofobia, un apoyo mayor a la igualdad de la mujer, una formación para los niños que promueve el pensamiento independiente y la ausencia de castigos físicos, etcétera».
Podéis ver el el estudio aquí, con muchos más datos interesantes, cifras específicas y, por supuesto, fuentes. Al ser un meta-análisis, es bastante más fiable que un solo estudio, que puede tener prejuicios hacia tal o cual grupo; el autor une varios análisis con conclusiones distintas y se limita a observar cual prevalece.

Con suerte esto servirá de herramienta para acallar las afirmaciones sin fundamento alguno de que 'los ateos no pueden tener moral'. ¿Una moral absoluta? No, por supuesto, ya que la moral absoluta es en esencia muy poco ética, por contradictorio que pueda parecer.

Mientras tanto, otro estudio descubrió que los ateos, agnósticos y demás herejes estadounidenses, además de ir al infierno 'sí o sí', tienen en común que saben más de religión que los cristianos. Por supuesto, no creer en Dios no es la fuente intrínseca de esos conocimientos: la correlación se debe en su mayoría a la calidad de la educación que han recibido. De todas formas, han descubierto que aun con la misma educación los ateos y agnósticos saben más que los cristianos acerca de su propia religión. Por otro lado, al menos puede decirse de las otras religiones mayoritarias que se enseñan con sinceridad, ya que los judíos y mormones (técnicamente cristianos, pero la mayoría de cristianos no lo reconocerá) quedaron cerca.
«Los ateos y agnósticos, seguidos de los judíos y mormones, tienen la mayor puntuación en una nueva encuesta acerca de conocimientos religiosos, superando a los protestantes evangélicos y comunes y a los católicos en preguntas sobre sus enseñanzas fundamentales, historia y personajes prominentes de las religiones principales del mundo.

De media, los estadounidenses responden bien a 16 de 32 preguntas de conocimiento religioso en la encuesta de 'Pew Research Center’s Forum on Religion & Public Life'. Los ateos y agnósticos tienen de media 20.9 respuestas correctas. También les va bien a los judios y mormones, con un 20.5 y 20.3 respectivamente. Los protestantes responden correctamente sólo a 16, de media, y los católicos a 14.7. Los ateos y agnósticos, y también judíos y mormones, sacaban mejores resultados en la encuesta que los demás grupos incluso tras tener en cuenta los niveles diferentes de educación».

«Más del 45% de católicos en Estados Unidos ignoran que su iglesia enseña que el pan y el vino que se usan en la comunión no sólo simbolizan el cuerpo y la sangre de Cristo, sino que se convierten en ello. El 53% de los protestantes es incapaz de identificar a Martin Lutero como la persona que inspiró la reforma protestante, creando así una rama religiosa separada del cristianismo. El 43% de los judíos no reconocen como judió a Maimonides, uno de los rabinos más venerados de la historia».

«Los que dicen que los hombres escribieron la Sagrada Escritura respondían de media tres preguntas más correctamente en comparación con aquellos que afirman que es la palabra de Dios y debe tomarse literalmente, palabra por palabra».
Es curioso: aquellos que creen en que la Biblia es la palabra literal de Dios conocen menos de la palabra literal de Dios. Es un dato muy revelador. El estudio saca a relucir lo que ya comenté ayer: la gran mayoría de cristianos, tanto jóvenes como adultos, no conocen su propia religión. Dejadme repetirlo, porque es ciertamente desconcertante: la mayoría no ha leído el libro del que creen que provienen todas sus creencias respecto a la realidad, incluidas la moralidad, ciertas partes de la historia, la vida y la muerte y la física y la metafísica. Ya se tomen su libro sagrado literalmente o no, es vital sacar a relucir ese dato. Eso sí, estaría bien recordarles que si no lo creen al pie de la letra son técnicamente herejes.

No creer en dioses

Hoy os presento otro vídeo traducido más. Este lo recomiendo a todos, tanto creyentes como no. Dado que es particularmente interesante, haré mi propia reflexión con ayuda del hilo que lleva la presentación; podéis tomarlo como mi primer y puede que único artículo personal acerca de la religión.

Pero bueno, vamos allá: analicemos la ausencia de creencia en los dioses:


(Presionad el botón "CC" para activar y elegir los subtítulos - Ver en dotSUB)

Los primeros dos minutos del vídeo, con el ejemplo del juicio, presentan una idea muy importante: el agnosticismo no es un terreno neutral entre la creencia en un dios y el ateísmo, ya que mientras estas ideas tratan de la creencia o de su ausencia, el agnosticismo simplemente afirma que no se sabe nada o incluso que nada puede saberse al respecto. Como el autor del vídeo afirma:
«La no-creencia suele confundirse con el agnosticismo, pero el agnosticismo no trata de la creencia o de su ausencia: le concierne el conocimiento. El agnóstico sostiene que nada se sabe o puede saberse sobre la existencia o naturaleza de un fenómeno propuesto. En este caso, un dios. Es perfectamente posible sostener eso y al mismo tiempo creer que existe un dios, no creer que haya ninguno o no creer nada. El agnosticismo no es una especie de terreno neutro entre creer X y no creer X. Es una categoría independiente, compatible con la creencia o la ausencia de ella».
El autor luego pasa a analizar la interpretación errónea tan habitual de que el ateísmo es "la creencia de que 'Dios' no existe", tanto porque es etnocéntrica al desechar el politeísmo de muchas otras culturas pasadas y actuales (que por cierto superan con creces a las monoteístas) como porque el ateísmo no es una creencia. Esto lo intentarían refutar muchos, y particularmente los conservadores estadounidenses quieren redifinir el término de esta manera para 'poner al mismo nivel' el ateísmo y la creencia en su deidad particular. Citemos a Sam Harris para comprender porqué esta idea en principio aceptable es esencialmente ridícula:
«Los judíos, cristianos y musulmanes afirman que sus libros sagrados son tan profundos y necesarios para la humanidad que sólo un ser omnisciente pudo haberlos escrito. Un ateo es sólo una persona que ha considerado esa idea, ha leído los libros y ha llegado a la conclusión de que la afirmación es ridícula. Esto no es dogmatismo. Un ateo no tiene por qué creer en nada con pruebas insuficientes para rechazar el dios bíblico. ¿Qué dogma hemos asimilado para no tener en cuenta a Zeus y Apolo en el día a día? ¿Sería dogmático dudar que el creador del universo dictara la Iliada o la Odisea? El ateo dice, como puntualizó Carl Sagan, que las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias».

«Nunca me había considerado ateo, al igual que no me considero un no-astrólogo. [...] Todo devoto cristiano está en la misma posición en cuanto al hinduismo o al islam. Los cristianos leen el Corán, la supuesta palabra perfecta del creador del universo, y no se ven persuadidos. Mi ateísmo sólo consiste en eso, en que estas afirmaciones simplemente ridículas no me persuaden y en que sí me persuaden las pruebas de que estas personas forman parte de una cultura diseñada para no mirarse críticamente a sí misma. Los cristianos pueden ver los errores de la razón en el islam; simplemente no lo hacen con su religión».
QualiaSoup no sólo lo rechaza desde un punto de vista pragmático: utilizando la lógica más pulcra, aclara que la carga de la prueba recae en los religiosos que afirman la veracidad de sus creencias y no en los que simple y llanamente no encuentran razones suficientes para creer en ello; eso no es una creencia, sino la ausencia de ella:
«En ciertos círculos existe una resistencia extraordinaria a aceptar esta definición de 'Ateísmo'. Muchos insisten en que debería ser "La creencia de que los dioses no existen", porque quieren que parezca una posición de fe. Claramente, si crees estar en desventaja porque tus creencias se basan en la fe y no en la lógica o en las pruebas, fingir que los que no compartan tu creencia también tienen una posición de fe es mucho más fácil que enfrentarte a la carga de pruebas que tú mismo te concedes al insistir en que los demás crean lo mismo.

Pero uno no tiene que creer que no existen dioses para reconocer y exponer que las afirmaciones teístas son indefendibles. Digamos que tenemos a dos personas que ponen en evidencia todas las afirmaciones teístas que se les propone. Uno cree que los dioses no existen y el otro simplemente no está convencido. En ambos casos las afirmaciones se ponen en evidencia. Incluso si el ateísmo se re-definiera como "la creencia de que los dioses no existen", seguiría habiendo los mísmos no-creyentes fuera de esa categoría deshaciendo los argumentos teístas. Los teístas que se centran en los 'ateos fuertes' están confusos o intentando distraer la atención del VERDADERO problema: sus creencias no tienen una fundación valida y se derrumban constantemente ante el escrutinio crítico».

«Cuando quieres mover a alguien de su ausencia de creencias a tu creencia, eres tú y no esa persona quien tiene que proveer justificaciones. Si quieres que la gente crea que existe cierto dios, la carga de las pruebas recae sobre ti, no en aquellos que simplemente son escépticos de tu afirmación».
Y también habla de un punto muy importante que muchos -creyentes o no- parecen no comprender, precisamente por un problema a la hora de definir nuestros términos. Mientras el agnosticismo y la simple ausencia de creencia es la posición más lógica ante el concepto de una deidad creadora general, el ateísmo fuerte es la posición más lógica ante el concepto del dios judeocristiano, ya que se trata de un concepto esencialmente contradictorio:
«La palabra 'Dios' puede significar miles de millones de cosas distintas. Por eso no me identifico como una clase particular de ateo: ninguna subcategoría de 'ateo' refleja mi actitud ante todos los conceptos de Dios que se me propongan. Si afirmaras "Dios existe" y con Dios te refirieras a un único ser sobrenatural que creó nuestro universo, rechazaría tu afirmación por ser irresoluble, porque ningún procedimiento disponible podría establecer con certeza la existencia o inexistencia de una entidad tan acientífica.

Por otro lado, si te referías al Dios bíblico, no rechazaría tu afirmación por ser irresoluble sino porque puede demostrarse que es falsa. Tomando sólo dos de las muchas cualidades problemáticas que se nos pide que aceptemos del Dios bíblico, ningún ser puede ser considerado 'perfecto' si necesita que le rindan culto. Por definición, un ser perfecto no tendría deficiencia alguna; no necesitaría nada y sin duda no precisaría adoración. Estas cualidades son incompatibles: si existe un Dios, no es el Dios bíblico multi-auto-refutatorio».
Aunque él no haya tenido que ir más haya que la razón pura y dura para rebatir al dios judeocristiano (con un sólo error basta, como aclararemos ahora), podemos rechazarlo también desde un punto de vista tanto lógico como empírico. Partamos de la misma base de perfección que afirman los principales libros sagrados actuales de su deidad: si existe algo que puede probarse como erróneo en su interior, especialmente lo que refleje directamente las palabras o acciones de Dios, está equivocado y por tanto no es perfecto, con lo cual ese dios en particular, con toda su mitología incluida, es falso. Tened en cuenta que sólo habría que refutar un solo punto de la palabra de Dios que presuntamente es el libro sagrado, ya que Dios es perfecto. Los religiosos fundamentalistas sí que lo entienden y por eso niegan cualquier hecho científico y razonamiento que pruebe la falsedad de sus textos divinos.

Aunque no fuera así, la Torah, su ampliación la Biblia y también el Corán están tan equivocados en casi cada punto de la historia y la ciencia que podemos refutarlo punto por punto. Ya se ha hecho de forma aislada, pero no estaría mal ver un estudio que lo trate punto por punto. Probablemente tendría el tamaño de una serie de enciclopedias.

También me gustaría añadir que, si bien sus lecciones morales son quizás comprensibles en una época de tribus de las arenas (aunque ya había habido reflexiones éticas mucho más avanzadas para entonces), sin duda no son aplicables al mundo moderno, un mundo moderno en el que podemos ver que un dios perfecto encontraría siempre la mejor solución a los problemas, preferiblemente sin genocidios y esos pequeños detalles que suelen omitirse convenientemente al enseñar la Biblia a las nuevas generaciones:
«El dios de la Biblia está a la altura de un tirano caprichoso. El dios de la Biblia castiga a los bebés por los pecados de sus padres (Éxodo 20:5, 34:7; Números 14:18; 2 Samuel 12:13-19); castiga a la gente haciendo que se vuelvan caníbales y se coman a sus propios hijos (2 Reyes 6:24-33, Lamentaciones 4:10-11); le da a la gente malas leyes, incluso requiriendo el sacrificio de sus propios primogénitos, para que puedan llenarse de horror y saber que Dios es su señor (Ezequiel 20:25-26); hace que la gente crea mentiras para poder enviarlos al infierno (2 Tesalonicenses 2:11); y muchas otras atrocidades, demasiadas para dar una lista aquí. No sería difícil llegar a, y exceder, tal nivel de pureza moral. Los ateos lo sobrepasan todos los días» -Doug Krueger
La religión siempre tiene que modernizarse si quiere sobrevivir. Como dijo David Paul Gladden, la voluntad de Dios es directamente proporcional a la opinión pública. Pero eso no significa que no siga teniendo ciertos dogmas clave que simplemente no pueden desaparecer sin desvirtuar por completo sus creencias fundamentales. En la actualidad, unos pocos aceptan las ideas más atroces en su interior, otros muchos las malinterpretan hasta despojarlas por completo del sentido original y la mayoría simplemente las ignoran. Ya lo dijo Hans Konzelmann: la iglesia sobrevive gracias a que las investigaciones modernas sobre Jesús no son conocidas entre el público, y lo mismo puede extenderse a todas sus ideas, tanto si se toman de forma literal como si se consideran sólo guías morales.

Mi recomendación a todos los creyentes modernos: por favor, leed el libro que presenta vuestras creencias. Entero y con las menores revisiones que podáis encontrar. Si una vez lo hayáis leído lo aceptáis (ahora podéis consideraros fundamentalistas religiosos), al menos habréis hecho los deberes: basar toda vuestra concepción de la vida (y más allá de la vida) en un libro que ni siquiera habéis leído de cabo a rabo probablemente no sea una buena idea, y sin duda no tenéis derecho a exigir o esperar que los demás se tomen vuestra opinión sin fundamento como una 'opinión informada' por el mero hecho de que pertenezcáis a la religión y os hayan impartido una educación parcial al respecto. En cambio, si tras leerlo no lo aceptáis, será un buen comienzo para que os deis cuenta de qué va la cosa realmente. Como dijo el reverendo Donald Morgan:
"Una lectura y comprensión completas de la Biblia son el camino más seguro al ateísmo"
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La superpoblación, falsa alarma

He leído en el blog amigo "Apología de la razón" un artículo muy interesante acerca de la superpoblación, basado esencialmente en el libro "The Rational Optimist" de Matt Ridley, y quería compartirlo con todos los lectores:
Si ves los telediarios o navegas bastante por internet estoy seguro que te habrás topado con alguna predicción catastrófica y alarmista. A lo largo de la historia siempre han existido estas predicciones del Apocalipsis con sus respectivos expertos, políticos ineptos y grupos de personas que por la falta de pensamiento crítico se unen a estos movimientos alarmistas y van predicando que se acerca el fin del mundo. La que ahora está de moda es el calentamiento global, que trataré en otro artículo. Ahora me quiero centrar en una de la vieja escuela. Al parecer hay gente que se ha subido al carro del pesimismo alarmista de los años 60 y 70: la superpoblación.

Durante estas dos décadas del siglo XX se llevaron a cabo políticas de control de población bastante estrictas, por no decir tiranas, exigidas con gran insistencia por los expertos. Por ejemplo, el presidente de EEUU, Lyndon Johnson, al parecer alegó no querer malgastar la ayuda exterior del país dándosela a países que se niegan a ocuparse de sus propios problemas de población. El que es actualmente asesor de Barack Obama en el departamento de ciencias de la Casa Blanca, John Holdren, hizo las siguientes declaraciones en 1977: “Las propuestas de añadir un esterilizante al agua potable o a alimentos básicos parece horrorizar a la gente más que otras propuestas para el control involuntario de la fertilidad”.

Estos políticos se basaban en las predicciones y sugerencias que daban los expertos ecólogos de la época. Uno de los más influyentes fue Garret Hardin y su famoso ensayo La tragedia de los comunes. Aunque este artículo ahora se recuerde como si tratara de acciones colectivas, en realidad era un gran llamamiento al uso de control de la población por la fuerza. En él Hardin veía “la libertad de engendrar como intolerable” y que “la única forma de conservar y cuidar otras libertades más valiosas es el renunciamiento a la libertad para engendrar”.

[...]

Lo cierto es que las medidas de control de la población por la fuerza eran contraproducentes e innecesarias. La natalidad en Asia ya estaba cayendo rápidamente en los años 70 básicamente por voluntad propia. Cayeron tanto y tan rápido sin coerción que con ella. Y es que conforme Asia fue prosperando gracias al comercio, fue experimentando la misma transición demográfica que Europa había experimentado antes.

A lo largo de todo el mundo la tasa de natalidad está disminuyendo. No hay ni un solo país que tenga una tasa de natalidad más alta que la que tenía en 1960, y en los países menos desarrollados en general la tasa se ha reducido a la mitad aproximadamente. Bangladesh tiene la mayor desnsidad de población de todo el mundo. En 1955 tenía una tasa de natalidad de 6.8 hijos por mujer. Hoy tiene menos de la mitad, 2,7 hijos por mujer. India pasó de 5,9 a 2,6 hijos por mujer y Pakistán ha reducido a la mitad su tasa en tan sólo 20 años, 3,2 hijos por mujer.

Aparentemente poca gente se percata de esto. Como expresa el ecólogo Stewart Brand: “La mayoría de ecólogos aún no se han enterado. La tasa de natalidad en todo el mundo está en caída libre … En todas las partes de todos los continentes y en todas las culturas (incluso los Mormones) la tasa de natalidad está en declive. Alcanzan los niveles de reemplazo (2,1 hijos por mujer) y siguen cayendo”.


[...]

En la actualidad el consenso de la comunidad científica nos dice que la población del mundo probablemente empiece a caer después de alcanzar su máximo en 2075 con 9,2 billones de personas en el planeta (cifras oficiales de las Naciones Unidas). Esto choca con la idea que tienen estos alarmistas de crecimiento infinito de población. Por lo que todas las expectativas de alimentar a todo el mundo para siempre son increíblemente altas.

Que la transición demográfica esté haciendo su efecto no quiere decir que no debamos de ayudar a acelerar el proceso. Sin embargo, los políticos de África tienen que llevar cuidado y no cometer los mismos errores brutales que se cometieron en Asia en los años 70. Iniciativas de planificación familiar, y promover y facilitar la adopción podrían acelerar el proceso. Pero lo que está claro es que cuando hay crecimiento económico (provocado por el libre comercio) el problema de superpoblación tiende a desaparecer. Ron Bailey, en contraposición a Garret Hardin, dice: “No hay necesidad de imponer medidas de control de población por la fuerza; la libertad económica en realidad genera una mano invisible benigna de control de población.”

Por lo que aunque sería genial si las mejoras vinieran más rápidamente, las noticias sobre la población global difícilmente podrían ser mejores. Donde todavía ocurren hambrunas (Darfur, Zimbawe) la culpa es de las políticas del gobierno, no de la presión demográfica. Cuanto más libre y próspera es la gente, su tasa de natalidad más se asienta alrededor de 2 hijos por mujer sin la necesidad de ninguna coerción.
Visitad el magnífico espacio de Sergio Olmos para leer la entrada en su plenitud.