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El documental muestra con claridad y sencillez cómo las presiones sociales no fueron la causa directa de las muchas emancipaciones del trabajador: los avances de la técnica son los que nos han liberado gradualmente de toda subordinación y servidumbre. Debido a que este ha sido un fenómeno agrario hasta hace no mucho, es difícil ver que el proceso no ha terminado y que seguimos en el largo viaje de la liberación del trabajador. Aunque pueda sonar sensacionalista, somos en esencia esclavos del sistema. Desde el interés y los impuestos al trabajo condicionado, existen múltiples formas de mantenernos en dicho estado, pero como todas hasta ahora, estas empiezan ya a ser obsoletas.
No hace falta ser un experto: sólo hay que echar un vistazo a los avances en la mecanización y la automatización para advertir que el siguiente paso lógico será el movimiento hacia la desaparición de la clase laboral tal y como la conocemos. El proceso comenzó a notarse hará cien años y ahora el sector de servicios es ya el motor de la economía laboral, pero no podrá mantenerse así para siempre. Cuando el siguiente salto cualitativo en la técnica sea ya innegable, habrá que volver a evaluar nuestro ya anticuado concepto de trabajo.
Ya está ocurriendo. El resultado es un sistema que se derrumba a vuestro alrededor: la reaparición de las exigencias obreras, con una élite y burocracia escandalizada ante 'exigencias disparatadas' como el acortamiento de la jornada laboral (aunque esa haya sido siempre la constante); las guerras de recursos, normalmente perpetuadas por el imperio engullidor del momento, en este caso los Estados Unidos; las reformas monetarias inútiles y sólo más crisis como consecuencia; la incapacidad del sistema económico actual de aprovechar las nuevas técnicas, lo que tendrá como uno de sus resultados la crisis energética en los próximos treinta años; y finalmente la incompetencia manifiesta de los gobiernos a la hora de controlar a sus ciudadanos, que a su vez resulta en el incremento exponencial de su último recurso, las políticas de censura.
Visto el panorama, debemos recordar que el cambio nunca ha sido bonito así que no cabe esperar que lo vaya a ser esta vez. Pero de que habrá un cambio no hay duda.
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