Propiedad Privada

Ya hablé largo y tendido acerca de lo que puede y no puede considerarse piratería: siempre y cuando no cambien la ley porque lo diga la SGAE u otra entidad privada, compartir es legal. Por otro lado, no lo es cobrar por algo de lo cual no se poseen derechos de propiedad, ni alegar que es de tu creación o modificarlo. Ahora bien, ¿por qué tenemos esa concepción de propiedad? ¿Qué es realmente la propiedad privada?

Una vez establecido que la llamada "piratería" no es más que una etiqueta más con el fin de -supuestamente- proteger los derechos de autor, podemos profundizar y plantearnos también la base sobre la que se sostiene la propiedad privada: esta es, en última instancia, una forma de defender nuestras finanzas y objetos de valor.

Pero antes de sumergirnos en el tema, me gustaría sacar a relucir que, aunque me referiré constantemente a la propiedad privada o a la propiedad a secas, se incluye el dominio público. ¿Por qué? La propiedad privada es cualquier bien tangible e intangible que una persona o un grupo de personas posea. A pesar de su nombre, el dominio público no pertenece al pueblo sino al estado.

Aunque todos los gobiernos han intentado hacernos creer que el estado equivale al pueblo a través del nacionalismo y el patriotismo, no es así. Nunca lo ha sido. Quizá fuera así en una democracia directa, pero esa es otra historia. Nos lo ceden; se trata de un privilegio, no de un derecho, y sin duda no nos pertenece. Así podemos concluir que la propiedad pública pertenece a otra gran corporación más: al gobierno y a todas las empresas sobre las que este se sostenga.


Sugiramos por un momento una sociedad hipotética con un sistema basado en el acceso libre de recursos y la maximización de la abundancia real en lugar de monetaria. Todos los bienes se comparten equitativamente usando una red informática de gestión mantenido por técnicos (científicos, educadores y demás), que constituyen un pequeño porcentaje dinámico y completamente abierto de una población que disfruta del mismo acceso a la educación y a las posibilidades de vida. Aunque en el pasado efectivamente así era, ¿es necesario el concepto de propiedad en este caso hipotético? ¿Qué tendríamos que proteger? Exacto, nada. No sería necesario.

Volviendo al principio, ¿cuándo floreció la idea de proteger "lo que es nuestro", y cuales fueron sus consecuencias? Hans Küng lo dejó muy claro en su obra "En busca de nuestras huellas" al hablar de la revolución neolítica:
"El paso no sólo a instrumentos de piedra pulimentada, al arco y a la alfarería, sino también a la producción (cultivos, domesticación y cría de animales) y al capital (en forma de animales reproductores, de semillas, de materias primas). Con la agricultura y la ganadería surgió el deseo de propiedad privada, se pudieron hacer guerras "justas", tomó forma el dominio de pocos sobre muchos".
Apareció la noción de propiedad, y aquella nueva idea sin la que todos habían podido vivir anteriormente era ya imprescindible. ¿Qué significa esto? Podemos concluir que si viviéramos en el sistema social propuesto anteriormente, con abundancia de aquello que la civilización considere elemental, no habría sentido de propiedad ni -evidentemente- la necesidad de luchar por ella. Aunque es obvio que no estaríamos ante una utopía, ¿no merece la pena pensar en cuantos conflictos se resolverían así?

Podemos ver de primera mano este cambio de mentalidad en el clásico film de comedia "Los dioses deben estar locos". Una botella de Coca-Cola cae del cielo, y la tribu que la recoge encuentra todo tipo de usos para ella. Al fin y al cabo, es más suave pero al mismo tiempo más dura que nada conocido para ellos. ¿El problema? Solo tienen una, no hay abundancia. Siempre lo han compartido todo, pero la lucha empieza en cuanto llega el elemento que deshace la igualdad de oportunidades: la escasez, y con ella la necesidad de propiedad.
"Y ahora, por primera vez en sus vidas, había algo que no podían compartir, ya que sólo tenían una. De repente, todos la necesitaban la mayor parte del tiempo. Algo que no habían necesitado nunca era ahora esencial, y comenzaron a emerger emociones desconocidas: un sentimiento de querer poseer, de no querer compartir. Y aparecieron otros nuevos sentimientos: enfado, celos, odio y violencia"
¿Cual es la trascendencia de ese cambio? Para buscar una respuesta, solo tenemos que mirar a nuestro alrededor, o en su defecto, a la última cita: la propiedad va de la mano de la desigualdad y la competitividad, que se manifiestan con "enfado, celos, odio y violencia".


Si deseamos ser más específicos, podríamos mencionar que esta es también la raíz de muchos de los problemas que arremeten contra la sociedad contemporánea. El robo, el asesinato, la agresión y otros delitos contra nosotros o nuestros bienes no desaparecerían en una sociedad mentalmente más sana, pero no supondrían el mismo problema que a día de hoy.

La propiedad fue necesaria en un tiempo en el que la abundancia no era en absoluto posible, pero eso ya ha cambiado: desde la industrialización, la productividad ha incrementado a pasos de gigante aunque nuestra importancia en el ámbito laboral haya decrecido al mismo ritmo (de ahí el desempleo tecnológico, del que hablaré próximamente) y se nos prometieron jornadas de trabajo más cortas. Pero todo se truncó por presiones políticas y económicas: se necesitan empleos, porque sin ellos no hay empleados, y sin estos no hay compradores. El ciclo de consumo no puede romperse, y cuanta más industrialización y globalización haya, más cerrado deberá ser ese consumo cíclico, por lo que cada vez exigirá más; eso no puede sostenerse para siempre, y menos con las crisis financieras y económicas, energéticas y sociales que existen hoy en día y están por venir.

A este paso, con la automatización universal al alcance de nuestras manos y el nacimiento de la nanotecnología, no habrá ningún sector nuevo para suplir a los cientos de millones de desempleados. Por no hablar de las demás crisis anteriormente mencionadas, que juntas forman un cáncer sistémico incurable. En cambio, si la tecnología hubiera seguido su curso natural, sin las barreras del bagaje cultural, a este paso el sistema informatizado basado en recursos que he sugerido antes ya estaría en marcha, y la abundancia estaría en nuestras vidas.