Una primavera invernal

Han sido dos semanas duras en la agria primavera árabe. El gobierno sirio y yemení sigue cebándose con sus ciudadanos, el Consejo Nacional de Transición lucha una guerra sucia contra los restos del régimen gadafa y los nuevos partidos egipcios tienen nuevas demandas.

En Siria, el día 15 se creó el Concilio Nacional Sirio, una oposición contra Assad similar al CNT libio. Además, ha habido deserciones masivas del ejercito en Rastan y los países occidentales de la ONU han empezado a tratar la posibilidad de sancionar al gobierno sirio. Un delegado nacional e internacional de las protestas, un ejército dividido y una ONU sancionadora es lo que llevó a la guerra civil libia y a la transición de poderes. Parece cada vez más probable que en Siria ocurra lo mismo. En cambio, no puede decirse lo mismo de Yemen.

El 18 de septiembre murieron al menos veintiséis manifestantes a manos de las fuerzas leales a Saleh. Para el día 20, en solo tres días, el número de víctimas se había elevado sobre sesenta. Si bien los manifestantes no han empezado a organizarse políticamente como en Libia y Siria, sí que han heredado la peor característica de dichos alzamientos: el ejército está dividido y comienza a ser un conflicto armado, si bien no una guerra civil.

Pero una guerra civil es a lo que se enfrenta Libia. El gobierno de transición ha enviado tropas a Sirte, la ciudad natal de Gadafi y centro de los gadafistas. Ha ocurrido lo que se dijo que ocurriría en Ciudadanos del Mundo con la victoria de los rebeldes: «Muchos morirán todavía en ambos bandos y tantos otros que no han tocado un arma en toda la guerra».

No hay excusa para este asedio. Si bien los rebeldes escoltaron las familias que huían de la ciudad, la OTAN bombardeó hasta no dejar títere con cabeza. Según parece, han dejado de ser quirúrgicos y han derribado cualquier edificio. Además, a pesar de la protección de los rebeldes, los gadafistas temen que se les acabe castigando. Y es probable que así sea.

Tras una guerra civil será difícil establecer un gobierno estable, no digamos ya democrático y justo. Otros lo tienen bastante más fácil, como Egipto, que está en proceso de conseguir su objetivo democrático. Aun así, los manifestantes están de nuevo en las calles. ¿Por qué? La friolera de sesenta partidos políticos han amenazado con boicotear las elecciones a menos que los dirigentes militares de transición enmienden la legislación electoral: con un ultimátum este domingo, piden que el gobierno acuse de traición a aquellos envueltos en el régimen de Mubarak, lo cual imposibilitaría que se presentaran a las elecciones durante al menos diez años. Están pisando un terreno difícil pero son demandas comprensibles.

Siria y Yemen siguen los pasos de Libia, la nueva Libia sigue los pasos de la vieja Libia y Egipto tiene un gran potencial que siempre a punto de echar a perder. Sin duda, esta «primavera árabe» ha comenzado a marchitarse al acercarse el frío del invierno.

El altar del equilibrio periodístico

Además de ser el presentador del nuevo programa Escépticos, el periodista Luis Alfonso Gámez es consultor del Center for Scientific Inquiry y miembro del Círculo Escéptico. Digamos que su trabajo en el nuevo programa de ETB2 está lejos de poder considerarse mercenario.

Suele colaborar en el CSI y su última aportación se titula El altar del equilibrio periodístico:
“Hace mucho, yo bromeaba con que si un partido (político) declarase que la Tierra era plana, los titulares dirían: «Divergencia de opiniones sobre la forma del planeta»”, escribía a principios de agosto Paul Krugman en The New York Times. El Nobel de Economía de 2008 salía así al paso de la equidistancia periodística entre las posturas de republicanos y demócratas respecto al aumento del techo de deuda de Estados Unidos. Su artículo, titulado “Escurrir el bulto con el centrismo” en la versión del diario español El País, refleja lo que pasa a menudo en los medios de comunicación cuando hablan de pseudociencia. También en este caso, como dice Krugman sobre las discrepancias económicas entre los dos grandes partidos estadounidenses, “el culto al equilibrio ha desempeñado una función importante a la hora de llevarnos al borde del desastre”.

Buena parte del éxito social de la superstición se debe a la actitud de los periodistas al cubrir la información científica. Aunque en otros campos esquivamos la imparcialidad -la información deportiva es una muestra de forofismo desde la cabecera más amarilla hasta la más seria- y la falta de precisión -con la economía no se juega porque los agentes implicados son poderosos-, a la hora de hablar de ciencia prácticamente vale todo. Si alguien asegura que es capaz de vivir de la luz, por mucho que el sentido común y el redactor especializado en salud alerten de que eso es imposible, siempre habrá un alma caritativa en alguna redacción que diga que hay que dar los dos puntos de vista y que el lector decida.

Gracias a esa equidistancia, la bobada tendrá su cuota de atención mediática con alguna frase aislada en el reportaje que alimente la duda, una gota de pepitogrillismo disuelta en un océano de credulidad. Y mira que es fácil comprobar que no se puede vivir sin comer si es que eres tan burro que tienes dudas sobre ello: basta con hacer periodismo, con poner a un redactor pegado al ayunador prodigioso para que controle que no ingiere nada y ver qué pasa al cabo de unos días. Pero es más cómodo repetir la tontería sin más… [...]

No ha lugar a la equidistancia cuando hablamos de ciencia y pseudociencia. Los periodistas no podemos no mojarnos cuando alguien dice que puede levitar o que el VIH no es el causante del sida. Al primero, hay que animarle a asomarse a la ventana y lanzarse al vacío; al segundo, a inyectarse una solución con VIH, renunciar a cualquier medicación y hablamos en unos años. Si no, que se callen. Cada vez que los periodistas no hacemos algo así, cada vez que no ponemos en evidencia la estupidez, cada vez que nos lavamos las manos ante afirmaciones extraordinarias y manifiestamente falsas, cada vez que nos situamos por encima del bien y del mal como árbitros de un equilibrado combate racional entre escépticos y pseudocientíficos, estamos incumpliendo un principio básico de la profesión, el de ofrecer una información veraz, y traicionando la confianza del público.
El artículo en su integridad merece una lectura: se trata de un gran análisis de la posición "imparcial" en los medios llevada hasta la locura, como cuando en EE. UU. traen a un astrólogo al programa para contrastar las afirmaciones de un astrónomo sin distinción crítica alguna.

En cambio, no es un problema estadounidense: se ha propagado como un virus y ya lo podemos ver en todas partes. Sin lugar a dudas es uno de los muchos factores que está destruyendo todo rigor periodístico en los medios.

Potencial de nueva vacuna del VIH

En un ensayo clínico de fase I el CSIC ha descubierto «la eficacia inmunitaria del candidato español MVA-B a vacuna preventiva contra el virus de la inmunodeficiencia humana». En otras palabras, han creado una vacuna potencialmente eficaz contra el virus del SIDA.
El 90% de los voluntarios sometidos al compuesto [...] ha desarrollado una respuesta inmune al virus y el 85% de ellos la ha mantenido durante, al menos, un año.

[...] Gracias a su alta respuesta inmunológica en humanos, el equipo iniciará con la Red de Investigación del Sida un ensayo clínico en fase I con voluntarios infectados con VIH para comprobar su eficacia como vacuna terapéutica.

[...] En lo relativo a la seguridad de MVA-B, “los efectos secundarios que se han producido son los que cabe esperar en cualquier tipo de vacunación, principalmente de tipo local en la zona de inyección”, asegura el responsable del equipo del Hospital Gregorio Marañón, el doctor Juan Carlos López Bernaldo de Quirós. Y añade: “No ha existido ningún efecto adverso que haya comprometido la salud de los voluntarios”.

Los resultados deben ser tomados con cautela ya que el tratamiento sólo se ha probado en 30 voluntarios y, aunque estimula una respuesta potente en la mayoría de los casos, es pronto para predecir si las defensas inducidas prevendrán la infección”, matiza el doctor responsable del equipo de investigación del Clínic, Felipe García».
La documentación y el ensayo pueden encontrarse en el artículo divulgado por CSIC. Aunque ha de primar la cautela al ser un ensayo clínico en su etapa más temprana, es posible que esta vacuna contra el VIH se trate de todo un adelanto en la «lucha contra el SIDA».

Sin duda, son optimistas: «Si se superan futuros ensayos clínicos II y III y llega a comercializarse, el futuro del VIH podría compararse con el herpes». El virus no causaría enfermedad y sería una infección crónica menor que solo mostraría sus efectos en caso de defensas bajas, con un perfil contagioso mucho menor. Ese es el lado bueno de la noticia.


Por otro lado, no olvidemos que, si bien en la perspectiva global la incidencia del VIH es realmente crítica en las regiones sudafricanas, la pobreza del lugar asegura que el mercado abierto no pueda siquiera percibir la demanda de este hipotético producto. Además, sus gobiernos son conocidos por no esforzarse en obtener vacunas. Con estos precedentes, las posibilidades de que esta vacuna, si se aprueba y comercializa, llegara a las manos de aquellos que más la necesitan es aparentemente nula.

Las cosas pueden cambiar y sin duda es un punto en favor de sus posibilidades el hecho de que el virus del VIH haya afectado con el SIDA a todo el mundo: si las hay, las vacunas se harán, vayan a llegar a África o no. Esto significa que, al contrario que en el caso de la Malaria, existe un interés monetario por crear una vacuna y hay una demanda evidente.

Aunque esté lejos de ser la situación ideal, allanaría el camino a los países sudafricanos.

La Tierra entra hoy en déficit ecológico

Hoy 27 de septiembre de 2011 el planeta Tierra entra en déficit ecológico. Al menos, eso afirman Global Footprint Network y la New Economy Foundation. Según los datos los recursos planetarios solo han podido satisfacer la demanda al ritmo actual hasta el día de hoy.

Estamos en déficit ecológico hasta el fin de año: estaremos consumiendo a costa de recursos que el planeta no podrá suplantar y de contaminantes que no podrá absorber. Para cuando acabe el año habremos consumido un 135% de lo que el planeta puede soportar este año.

Los datos pueden representarse con unidades de "Tierras". Solo disponemos de este punto azul pálido, así que encontrarnos por encima de una sola Tierra es motivo de preocupación. En general, superamos el límite hará muchas décadas:


En realidad, la fecha exacta no es más que una aproximación similar pero aun más imprecisa que el día, mes y año en el que se calcula que llegaremos a los siete mil millones de personas en el planeta: puede que sea un día, una semana o un mes antes. O después.

Pero esa no es la cuestión. En el caso de este estudio lo crucial es que este año la humanidad ya ha superado su biocapacidad. Dejo caer una pista para la humanidad: mala idea.

Escépticos - ¿A ti te funciona?

Parece que la televisión autonómica ETB2 está dando todo su apoyo a su nueva promesa "Escépticos". El programa se emite hoy 26 de septiembre sin cortes publicitarios a las 22.00, en primetime. Así será durante los 12 episodios de la temporada.


Lo que es aún más interesante, Escépticos, escrito y dirigido por José A. Pérez y presentado por Luis Alfonso Gámez, se emite al mismo tiempo en la red y se puede incorporar el código del streaming a cualquier parte. Parece que el programa se difundirá sin problemas.

La presentación es ligera pero informativa: además de la información pura y dura han tocado puntos genéricos pero todavía más vitales como la creencia en que lo natural es intrínsecamente mejor que lo artificial, la diferencia entre el concepto de una medicina alternativa y una complementaria, el peligro de contentarse con una sensación de bienestar probablemente causada por el efecto placebo y por tanto no buscar un diagnóstico y el uso liberal y jamás definido con exactitud de la palabra 'energía' en las pseudociencias.

Pero me han ganado con los clips de La Guerra de las Galaxias en referencia a la 'fuerza' como una energía mística, de Tim Minchin con su poema "Storm" y del Dr. House burlándose de las estafas pseudocientíficas. Además de ser informativo, Escépticos ha resultado tener la clase de sentido del humor por el que muchos se ofenderán: un gran sentido del humor.

Protestas en Nueva York

Las revueltas violentas continúan cobrando vidas en Yemen y Siria y la ciudadanía europea no está nada contenta con una recaída en la crisis. Y en cambio las noticias más sorprendentes vienen del otro lado del charco: ha habido protestas en Nueva York.


Igual que los indignados en España los manifestantes neoyorquinos no tenían ningún partido a su favor. Pero, también como en España, ha surgido como un movimiento de izquierda radical con objetivos concretos, si bien tintados ocasionalmente por ideologías románticas. La cuestión es particularmente notable y crucial en Estados Unidos, país en el que no existe una izquierda organizada. Sin duda no una radical.

Como ejemplifica uno de los manifestantes, podríamos estar presenciando el auge del equivalente del Tea party, el movimiento ultra-derechista que surgió a principios del siglo XXI como una radicalización del partido republicano. Si cuajan, estas manifestaciones y protestas podrían organizarse en una izquierda cohesiva. Y si siguiera el mismo camino que el Tea Party, se extenderían por todo el partido demócrata en cuestión de años.


Pero eso no son más que suposiciones. El aquí y ahora es mucho más humilde y, dicho sea de paso, trágico: el movimiento ultra-derechista nunca se ha visto enfrentado a arrestos masivos por reunirse. Como debe ser: la libertad de expresión incluye la libertad de expresar idioteces. Por desgracia, lo mismo no puede decirse del trato policial de estos neoyorquinos.

Ayer 24 de septiembre, mientras los 1.000 manifestantes marchaban hacia el distrito financiero para protestar en contra de Wall Street, la policía arrestó a 80-100 ciudadanos. Ha de decirse que en comparación con el trato en los países árabes la policía no fue particularmente brutal; pero sin duda eso no justifica sus acciones. Además de las típicas acciones indiscriminadas, acorralaron a grupos pequeños para luego rociarlos con aerosol de pimienta.


Pero hay algo quizá más insultante que la policía actuando contra el derecho a manifestarse de estos ciudadanos. Hay algo más insultante que la violencia indiscriminada. Lo más insultante es que en las declaraciones policiales una de las razones principales de los arrestos fue «resistirse al arresto». La lógica circular es tan obvia que da ganas de llorar.

El aborto

Uno de nuestros artículos más antiguos es también el más leído: El respeto por la vida. Abogué por el pragmatismo y se hizo referencia al aborto. Aunque la comunidad católica haga uso habitual de la expresión «respeto a la vida» contra el aborto, la disertación se trataba de definir de forma viable el término y no del aborto. Este ensayo sí que abordará la cuestión.

A pesar de ser «pro-elección» nunca lo he tenido particularmente claro: parece haber demasiadas líneas grises y valoraciones subjetivas como para tener una opinión que pueda resumirse en la dicotomía «pro-choice / pro-life». En España las opiniones están divididas así y la Ley del Aborto (Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo) es ciertamente partidista. La cuestión parece ser: ¿los derechos reproductivos y la soberanía de la mujer sobre su cuerpo imperan sobre el hecho de que el aborto es técnicamente homicidio, por muy poco desarrollado que esté dicho homo?


Por un lado están los cristianos que sigan la doctrina católica, los evangelistas y otros grupos religiosos y políticos de cariz conservador. También rechazan la eutanasia, la clonación humana, las investigaciones con células madre embrionarias y los métodos anticonceptivos. Su representación es numerosa: la Iglesia Católica, Conferencia Episcopal Española de Iglesia Católica, Instituto de Política Familiar (IPF), National Right to Life Committee, Americans United for Life, Family Research Council y UK Society for the Protection of Unborn Children. Obviamos por supuesto su representación política, sobre todo el PP en España y la mayoría de los republicanos en EE. UU. Su mensaje está claro: «el aborto es asesinato».

Por otro lado estamos los progresistas y feministas. Nuestra representación es menos activista, pero existe: Planned Parenthood, NARAL Pro-Choice America, National Organization for Women y American Civil Liberties Union. De forma general se trata de una postura relacionada con el progresismo y el izquierdismo, representados sobre todo (pobremente) por el PSOE en España y por el partido demócrata en los Estados Unidos. Aunque el mensaje es simple («prima el derecho a decidir»), por desgracia suele diluirse y tomar una posición opositora: «el aborto no es asesinato». En esencia, ahí yace el problema.

Y es que el aborto inducido, la interrupción prematura y deliberada del desarrollo vital del embrión o feto, es técnicamente homicidio. No es asesinato, ya que no concurren las circunstancias de «alevosía, precio o ensañamiento», pero es una muerte de alguien causada por otra persona. Negarlo es negar los hechos. Podemos preguntarnos si un feto puede considerarse «persona» y muchos más enredos, pero en última instancia el feto es genéticamente humano y está vivo... más o menos.

Los defensores del derecho de la mujer a decidir debemos enfrentarnos a la realidad de que el aborto es técnicamente un homicidio, al igual que la eutanasia. Y deberíamos decir: «¿y qué?». ¿Desde cuando aceptamos el absolutismo de la santidad de la vida? Casi nadie tiene problemas con la muerte del resto de seres vivos, a pesar de que no seamos más importantes por mucho que queramos creerlo. El concepto de la santidad de la vida es selectivo, subjetivo al extremo a pesar de su absolutismo y, lo que es más importante, autoritario: se exime como un derecho pero se practica como un deber. Debemos rechazarlo.


Ha de plantearse la verdadera pregunta: ¿los derechos reproductivos imperan sobre una forma de vida como el embrión y el feto? Una vez se renuncia a la santidad de la vida humana, el problema ha de analizarse pragmática y científicamente: ¿qué daño estamos causando?

Un embrión es un organismo multicelular eucariota en su etapa más temprana, referida en humanos a las primeras ocho semanas tras la fertilización, durante las cuales no existe un sistema sensorial. En su próxima etapa, el feto seguirá sin tener un sistema sensorial que pudiera permitir la nocicepción (percepción de dolor) durante al menos veinte semanas.

Es más, la hipótesis de que los fetos humanos son capaces de percibir dolor alguno no ha llegado a conclusiones certeras: aunque el consenso entre neurobiólogos es que las conexiones tálamo-corticales se establecen hacia la vigesimosexta semana, la EEG o electroencefalografía muestra que el feto es incapaz de sentir dolor al menos hasta la vigesimonovena semana. Lo que es más, un estudio sugiere que el feto en útero está sedado debido a sustancias químicas como la adenosina, la alopregnanolona y la prostaglandina-D2. Concluyeron que el feto no sentiría dolor alguno hasta el nacimiento.

El asunto no está resuelto pero, incluso si la actividad sensorial en fetos se acaba considerando «dolor», el aborto está éticamente justificado durante las primeras treinta semanas. Siete meses. Teniendo en cuenta que un aborto más allá del cuarto mes requiere una operación quirúrgica potencialmente peligrosa para la mujer, no hay conflicto alguno.

David Bravo en San Sebastián

Nuestro abogado favorito, David Bravo, se pasó la semana pasada por el Festival de San Sebastián a dar una charla frente a varios representantes de la industria cinematográfica española. Para los que no lo conozcan, David Bravo es un especialista en propiedad intelectual y derecho informático. Su celebridad se debe a la defensa del libre intercambio de archivos al que llaman "piratería" y a su crítica de la "Ley Sinde".

Además de facilitar una gran explicación de cómo surgió el movimiento en contra del intercambio P2P, David Bravo deja bien claro por qué la Ley Sinde vulnera derechos básicos.


El problema de la industria era que los usuarios sí que copian pero no tienen ánimo de lucro y las páginas de enlaces tienen ánimo de lucro no pero no copian. ¿Qué hizo el gobierno ante esta realidad? Presentaron La Ley Sinde, que no cambia las normas del juego sino que cambia al arbitro, dejando de lado a los jueces y dando el poder de decisión a una comisión designada por el Ministro de Cultura. Nada irregular por aquí.

Como guinda del pastel, Bravo acabó demostrando con un experimento que, a pesar de ser tan molesta, la Ley Sinde es completamente inútil. Durante la misma conferencia, pidió en Twitter que la gente colaborara añadiendo enlaces de películas a una hoja de cálculo pública en Google Docs. En unos minutos había cientos de enlaces y 20 hojas de cálculo distintas.

El atractivo de la Ley Sinde reside en que ofrece «un procedimiento administrativo ultra-rápido de apenas un mes». Pero un mes es mucho tiempo en la red. No; unos minutos son mucho tiempo en la red. Cerrar las páginas de enlaces es una de las empresas más inútiles en las que uno puede enredarse: como dice David Bravo, es como eliminar el índice de una enciclopedia; sólo es un bache para los usuarios, no frena el flujo de información.

El Efecto Placebo

Muchos habréis oído hablar del efecto placebo. Un placebo es cualquier sustancia o procedimiento que no cause ningún resultado en la condición tratada a pesar de que el paciente así lo perciba. El efecto placebo es esa percepción. Si la respuesta es negativa, se denomina «nocevo», pero aquí usaremos «placebo» independientemente del efecto.

El fenómeno suele malinterpretarse como un autoengaño fugaz por parte del paciente. Craso error: si bien el efecto suele ser cuestión de percepción, también se da la mejora del paciente en acorde a sus expectativas. Como puede verse en la próxima presentación, el placebo actúa de acuerdo con nuestras preconcepciones con una precisión sorprendente.

El vídeo se ha subtitulado al castellano para este ensayo:

(Pulse CC para activar subtítulos - Ver vídeo original sin subtitulos)

En el sentido más básico, su funcionamiento se reduce a la expectación y al condicionamiento clásico. A corto plazo la expectación toma un papel vital, pero el condicionamiento del paciente puede crear efectos duraderos: al mezclar un estímulo real oculto con un placebo visible se consigue que la respuesta causada por el estímulo real se asocie con el placebo. Y así, el paciente ya está condicionado.
«La creencia del doctor en el tratamiento y la fe del paciente en el doctor ejercen un efecto de apoyo mutuo; el resultado es un remedio potente que seguramente producirá una mejora y en ocasiones una cura» -Petr Skrabanek y James McCormick en Follies and Fallacies in Medicine
Lo fascinante es que los resultados van mucho más allá de la medicina: se ha visto con el alcohol y, hasta cierto punto, con el café. Pero los placebos en la vida diaria no solo sirven para reírnos del amigo ingenuo que cree estar emborrachándose con ron. La expectación nos puede ayudar a dejar de fumar y a mejorar nuestra velocidad y rendimiento, lo cual nos lleva a lo expuesto en el vídeo: ¿deberían prohibirse los placebos en las competiciones? Y, ¿acaso hay manera de evitar su empleo? No, porque bien pueden ser agua.

No todo son buenas noticias. Parece que solo son realmente efectivos en el 30% de la población. Aunque no fuera así, a un plazo muy largo suelen dejar de funcionar y, según un metanálisis que comparó la administración de placebo con una ausencia total de tratamiento, nuestra percepción de esta rareza psicológica y neurológica se ha visto exagerada por culpa de fallos metodológicos y es útil solo en casos de dolencias subjetivas:
«No detectamos un efecto placebo significativo al compararlo con una ausencia de tratamiento en pruebas con resultados [objetivos]. En cambio, sí que encontramos una diferencia significativa entre el placebo y la ausencia de tratamiento en pruebas con resultados continuos subjetivos y en pruebas que involucraran el tratamiento de dolor».
Además, existen cuestiones de ética dudosa. Su empleo en el mundo médico ha sido tanto alabado como criticado y la polémica sigue abierta: ¿deberían cobrarnos lo mismo por un placebo que por un medicamento normal? No parece justo, pero, ¿y si nos damos cuenta de que no es un verdadero medicamento por su coste inferior, reduciendo así el efecto? Además, en el caso de las condiciones médicas graves, ¿deberíamos hacer uso de estos falsos remedios en absoluto, teniendo en cuenta que tras sentirse mejor el paciente no seguirá en busca de un verdadero diagnóstico y tratamiento? Y por último: ¿acaso prescribir placebos no vulnera el derecho del paciente a una decisión informada?

No existen respuestas fáciles y es por eso que legislar apropiadamente los placebos es un caos. Solo se justifica unánimemente su uso en pruebas científicas como los ensayos clínicos: se aplica un placebo al grupo de control para compararlo con el grupo que realmente ha tomado el medicamento, pulsado el botón o aquello que sea el objeto de la prueba. Si el efecto en los sujetos del grupo experimental no es más notable que en el control, el objeto del experimento no es más que otro placebo. Este resultado no le resta toda su utilidad: lo que ocurre es que crear un placebo a propósito suele ser más fácil, barato y sincero.

Un descubrimiento más curioso y desconocido aún es que ni siquiera es necesario ignorar que se trata de un falso objeto para que funcione, aunque el efecto será muchísimo menor. A la inversa, el sujeto tampoco tiene que ser consciente de qué se supone que es el objeto.

Así ocurre con las mascotas y los bebés, que a pesar de ignorar el concepto "medicamento" sí que están condicionados para responder a los estados de ánimo de sus cuidadores, por no hablar del efecto considerable que tiene el contacto humano sobre los bebés y animales, como la reducción del ritmo cardíaco en perros y caballos. Este hecho responde a las alegaciones de que los perros y bebés mejoran con ciertos remedios de la medicina alternativa: son anécdotas y no estudios de doble ciego que evitarían el condicionamiento y la empatía.

Sin lugar a dudas, el efecto placebo es uno de los fenómenos más interesantes de la psicología y neurología humanas. Eso sí, los placebos seguirán causando enredos legislativos y equivocaciones en pruebas científicas durante mucho tiempo, así que será mejor comprender el efecto todo lo posible y aplicar ese conocimiento para evitar más confusión.

Tributo a Carl Sagan

Pocos filósofos han sabido divulgar la grandiosidad del universo y de los instrumentos humanos que nos permiten observarlo tan bien como Carl Sagan. Se trataba de un hombre en muchos sentidos excéntrico y obsesivo. Pero grandioso. Sin duda, era un científico notorio: un astrónomo, astrofísico y cosmólogo con más de 600 publicaciones científicas. Entre ellas, co-ideó la hipótesis del invierno nuclear.

Aun y todo, sus contribuciones más notables fueron para la sociedad. Arrestado dos veces por manifestarse en contra de la carrera nuclear, Sagan fue un defensor de los derechos civiles y de una verdadera democracia. Aunque sin utilizar ninguno de los términos, era socialista y ateo a pesar de vivir en un país en guerra fría contra un estado socialista y ateo.

Pero su mayor regalo a la sociedad fue la divulgación de la ciencia a la que tantos años dedicó. Desde 1980 con el documental Cosmos, transmitido en 60 países y visto por 500 millones de personas, hasta 1996 con A Demon-Haunted World, su último libro antes de morir. Más quizá que en todas sus obras anteriores, en El mundo y sus Demonios Carl Sagan mostró lo que todo escéptico debería ser. Y por qué todo humano debería ser un escéptico.
«La primera gran virtud del hombre fue la duda y el primer gran defecto la fe»
A pesar de que todos los documentales modernos de divulgación superan a Cosmos en su calidad de producción, estos pierden el elemento esencial que se encontraba en el corazón de aquel documental de 13 horas de duración. Y es que no estaba tan preocupado por enseñar ciencia como lo estaba por enseñar aquel elemento esencial que rara vez mencionan siquiera en las escuelas: el racionalismo, el escepticismo, el método científico.

El alma de la ciencia. Aquello que todo niño puede comprender pero de lo que casi nadie ha oído hablar. Aquello cuya ausencia da alas a la superstición, al fanatismo y al relativismo cultural. No, Carl Sagan no consiguió curar a una sociedad enferma de estas dolencias. Nadie puede hacerlo por su cuenta. Lo que Carl Sagan hizo fue revivir el movimiento escéptico y racionalista y dar un empuje inolvidable a la divulgación de la ciencia, dos corrientes que luchan día a día contra la superstición, la demagogia y la pseudociencia.

Y por encima de todo eso, lo que Carl Sagan hizo fue transmitir con inmensurable belleza los misterios del cosmos, nuestras ansias de conocimiento y la trascendencia del escepticismo:

(Ver las veinte partes disponibles)

Cosmos fue un tributo al conocimiento y la ignorancia humanas. Y esta recopilación es un tributo a Carl Sagan y sus obras. Este inmenso trabajo de edición, A Universe Not Made For Us («Un universo no creado para nosotros»), es un revoltijo de nuevas y viejas imágenes, de la música clásica original del documental y compositores como Michael Giacchino (LOST) y de cientos de horas de la voz de Sagan salidas de Cosmos, sus audio-libros y entrevistas.

De manera similar pero más humilde, este texto es mi tributo personal a una de las personas a la que más admiro. No puedo aceptar el concepto del "héroe" idealizado, pero sí que existen los hombres grandiosos. Responsable póstumo de mi apertura de mente a la ciencia y el racionalismo, Carl Sagan fue lo más parecido a un héroe: un gran hombre.
«Es mejor encender una vela que maldecir a la oscuridad»

Cambian las tornas en Egipto y Siria

Mientras la oposición del desaparecido Gaddafi toma Libia, los disidentes sirios continúan sufriendo la opresión de su gobierno y los egipcios siguen en las calles. Entonces, ¿nada ha cambiado? No exactamente.

Aunque en las últimas semanas las calles del Cairo se hayan llenado de nuevo con todos los manifestantes, ayer fue una excepción. Como ya se comentó, la preocupación era que el dominio militar se alargue más de lo necesario. En cambio, el viernes las demandas eran muy distintas: se trataba de activistas laicos que pedían justamente lo contrario.

Como se arguyó múltiples veces en "Ciudadanos del Mundo", si hay elecciones tempranas los partidos nuevos no tendrán la oportunidad para organizarse y Egipto caerá en manos de los Hermanos Musulmanes, un partido panárabe. Lo que estos activistas quieren es más tiempo para organizar sus partidos laicistas y anti-teocráticos antes de las elecciones parlamentarias. Por supuesto, los Hermanos Musulmanes boicotearon las protestas de ayer.

Si los egipcios pueden llegar a ser pacientes, esta sería una gran oportunidad para organizarse en bloques más fuertes que puedan competir con el partido islámico.

Mientras tanto, los sirios volvieron a tomar las calles en un "Viernes de protestas". Teniendo en cuenta la respuesta sistemática del gobierno de Assad para con los manifestantes, salir a la calle todas las semanas se ha convertido en todo un gesto de valentía. E imprudencia, dirían algunos. Desde el comienzo de las las revueltas en marzo ha habido más de 12.000 arrestos y han muerto alrededor de 2.500 personas; entre ellos, más de 2.000 ciudadanos.

Ayer el despliegue de fuerza de Bashar al-Assad fue trivial en comparación con, por ejemplo, su uso de helicópteros armados contra ciudadanos en junio o de tanques (que mataron a 136 sirios) en julio. Aun así, murieron cinco personas, incluyendo un quinceañero, y las fuerzas de seguridad no permitieron que los manifestantes heridos fueran hospitalizados.

En cambio, el día de ayer fue relevante por las demandas cambiantes de los ciudadanos sirios: las reclamaciones se centran ahora en castigar a Assad por sus acciones y en llamar la atención del mundo. Y es que, aunque algunos medios se han hecho eco de la sublevación, la respuesta de la esfera política internacional ha sido prácticamente nula.

La petición de protección internacional es polémica cuanto menos. Aunque varios grupos activistas han pedido que la ONU envíe observadores internacionales para verificar los sucesos de Siria, muy pocos querrán tropas internacionales en sus calles. Según parece Rusia pretende ser neutral al respecto. Los comentarios del bloque suramericano 'ALBA', encabezados por Chavez, han sido iguales que en el caso de Libia: intervenir es un caso de imperialismo. Técnicamente tienen razón, pero tacharlo así no es un argumento.

¿Y cuál ha sido la respuesta del gobierno sirio? Assad ha afirmado exactamente lo mismo que Gaddafi en su momento: los manifestantes no son ciudadanos sirios sino terroristas en una conspiración internacional para dividir Siria. Por supuesto, eso no explica por qué Assad envió tanques a Hama (una ciudad con 700.000 habitantes) o por qué bombardeó Latakia (de 550.000 habitantes) desde el mar.

Crean o no que los insurgentes son terroristas (os doy una pista: no lo creen), los tanques y los bombardeos en centros urbanos no son precisamente un arma de precisión contra terroristas mezclados entre la población siria.

David Bravo - Las libertades civiles tras el 11-S

Como lleva siendo costumbre desde los atentados del 11 de septiembre de 2011, en su aniversario llega el grotesco día en el que se glorifica a las víctimas como héroes (en lugar de, ya sabéis, víctimas) y se enmarca el ataque como el suceso más horrible que la humanidad haya visto jamás -como si fuera realmente diferente a las miles de personas que mueren por accidentes de tráfico evitables y más hórrido que los cientos de miles de niños que mueren todos los días, especialmente ahora con la hambruna en el Cuerno de África, en la cual pueden morir un millón de personas, ochenta mil de ellos niños.

Pero nos acercamos a mediados de septiembre así que llega ese día de hipocresía. Así, algunos lo han aprovechado para crear festivales que de hecho sirvan para algo. Otros, como el abogado David Bravo, han hecho un análisis de cómo el 11-S ha influido en nuestras libertades civiles y especialmente en las de los estadounidenses durante esta última década:
Las leyes de seguridad nacional que se imponen recortando libertades necesitan el miedo como los vendedores de paraguas necesitan la lluvia. El estado de alarma que atenazó a EEUU tras los atentados del 11 de Septiembre, sumado a su perpetuación mediante la cultura del miedo sostenida desde los medios de comunicación, creó el clima propicio para la proliferación de leyes que hacían desaparecer derechos civiles conquistados durante décadas.

Como suele suceder tras acontecimientos tan dramáticos como los del 11-S, la clásica pugna entre seguridad y libertad, se inclinó hacia la primera en perjuicio de la segunda. Justificando el medio por la importancia y urgencia de sus fines, normas restrictivas guardadas durante años en un cajón encontraron en esta época el momento propicio para asomar la cabeza. Teniendo en cuenta que el contexto social de aquella época en EEUU era el de que un ciudadano común tenía miedo a abrir cartas por si contenían ántrax, no es de extrañar que leyes que en cualquier otro momento habrían sacado a buena parte de los ciudadanos a la calle para protestar por la erosión de sus libertades, desfilaban ahora orgullosas y conscientes de que no serían muchos los que osarían a levantarles la voz. "Aquí tienen nuestros derechos civiles, ahora protéjannos" dijeron muchos ciudadanos que en aquellos momentos no vieron nada de malo en el trato.

La USA Patriot Act -cuyo nombre colocaba ya a las primeras de cambio a sus opositores la etiqueta de antipatriotas- recogía todo un articulado que eliminaba de raíz garantías constitucionales básicas de detenidos e introducía medidas que violaban la privacidad de los ciudadanos bajo pretexto de facilitar la guerra contra el terrorismo. Gracias a esta ley que convertía a todos en sospechosos, el FBI podía ahora acceder, entre otras fuentes, a la lista de libros que los ciudadanos estadounidenses sacaban de las bibliotecas para ver si sus hábitos de lectura encajaban con el perfil de alguien adscrito a una organización terrorista. Sobre esta cuestión, que puso en guardia a muchas bibliotecas del país, el presidente Obama dijo en la conferencia anual de 2005 de la American Library Association que él creía en una lucha contra el terrorismo que no pisoteara los derechos civiles y que no le gustaba "que los agentes federales fisgoneen en nuestras bibliotecas". Sin embargo, Obama terminó apoyando las disposiciones de la USA Patriot Act, con esa bien conocida habilidad de los presidentes de firmar con la mano lo que borran con el codo.

Además de la facultad de conocer lo que los ciudadanos leían, la USA Patriot Act permitía también al FBI el acceso a la correspondencia y a las comunicaciones telefónicas y por medio de internet de aquellos que pudieran ser sospechosos de terrorismo. La laxitud con la que se definía ese término permitía controles e inspecciones arbitrarias. La autorización para la interceptación de estas comunicaciones durante 48 horas podía darla un Fiscal federal sin que fuera ya necesaria la intervención del juez. Además, como explica Álvarez Conde, catedrático de Derecho Constitucional, "también se obligaba a las empresas de Internet a entregar el registro de actividad y los correos electrónicos de un sospechoso". Tal y como informó la revista Wired, el FBI trató de instalar el sistema de vigilancia electrónica Carnivore en las instalaciones de los proveedores de acceso a internet de EEUU y consiguió obtener informaciones de las cuentas de correo en cuya dirección se encontraba la palabra "Alá".

La ola de miedo se extendió por varios países, que vieron en este clima de paranoia la excusa perfecta para aumentar sin demasiada oposición sus posibilidades de control y autoridad. Tanto es así, que tan solo un año después de los atentados del 11-S, Reporteros Sin Fronteras ya advertía de que "la Red puede muy bien figurar en la lista de 'daños colaterales' de la deriva generalizada de la seguridad". Así, pocos meses después de los atentados, en Alemania se aprobó el paquete de medidas conocida como Otto-Katalog, que permitía a las autoridades acceder a datos de los ciudadanos como informaciones relativas a intercambio de e-mail y en Canadá dieron luz verde a la Ley Antiterrorista que permitía por primera vez que un servicio del Ministerio de Defensa efectuara escuchas telefónicas de cualquier ciudadano, sean o no canadienses. Leyes semejantes se aprobaron también en países como Italia o Dinamarca.

Además de las facultades de inspección y control de los ciudadanos, la USA Patriot Act hacía desaparecer garantías constitucionales esenciales de detenidos sospechosos de terrorismo. El mayor y más desgraciado símbolo de esta tendencia es el Centro de Detención de la Bahía de Guantánamo, dentro de cuyas fronteras era una utopía el derecho a la integridad física y moral, al hábeas corpus y a un juicio justo.

Los informes filtrados recientemente por WikiLeaks confirmaron lo que desde fuera ya se intuía: "que muchos de estos hombres fueron detenidos por motivos falsos" y que "han permanecido años recluidos sin acceso al sistema legal estadounidense", tal y como ha denunciado Susan Lee, Directora del Programa para América de Amnistía Internacional. Según esos mismos informes, muchos de los detenidos eran inocentes. Chóferes, granjeros o cocineros que simplemente fueron capturados en redadas en zonas de guerra. Para el gobierno de los EE UU fue la mala suerte y no unas leyes represivas las causantes de la injusticia. Estuvieron detenidos durante años, informa la BBC en su noticia sobre los informes filtrados, "por una confusión sobre su identidad" o porque estaban "en el momento y lugar equivocados".

La Banca siempre... ¿pierde?

Wall Street lleva semanas petrificada ante la posibilidad de otra recesión y, como no puede ser de otra manera, esta inacción ha resultado en una mayor posibilidad de otra crisis y por tanto en más miedo. En un solo día la deuda nacional se elevó 238 mil millones de dólares, lo cual no había ocurrido desde la 2ª Guerra Mundial. Al instante, EE. UU. perdió su calificación de crédito 'AAA' , la máxima confianza que se tiene en un país para que devuelva su deuda. Darse cuenta de que se habían único al selecto grupo de países como Grecia, Italia y El Líbano con mayor deuda pública que producto interior bruto solo alimentó las llamas.

A mediados de agosto los Estados Únidos estuvieron a dos días de entrar en suspensión de pagos y por tanto en gran peligro de bancarrota porque el Senado tardó hasta el último segundo para actuar. Las repercusiones internacionales no vacilaron en aparecer: la Bolsa europea se está hundiendo bajo el peso de la temible quiebra de Grecia (más adelante veremos que Italia y España no se libran) y de una recaída en una crisis con la que media Europa aún no ha conseguido lidiar.

Durante todo este embrollo, analistas y profesionales financieros han sido tan extremadamente perspicaces como de costumbre al percibir que esto se parece mucho a la recesión de 2008. Lo que estos analistas y profesionales financieros prefieren obviar es que, si bien ya se ha puesto en marcha el aumento de la actividad económica de varios países europeos y por tanto no puede considerarse una recesión, la crisis sigue muy presente, desde la catástrofe de Grecia hasta las medidas de austeridad en España, Italia e incluso Gran Bretaña.

Ahora mismo la Bolsa española está peor de lo que estuvo a comienzos de 2009. O sea, fatal. La respuesta en forma de reforma constitucional ha resultado en protestas por la capital. Acordada casi unánimemente por la posición unísona del PP-PSOE a pesar de la disidencia de la izquierda y de los nacionalistas (a excepción de UPN), la reforma establece en la constitución la idea de una "estabilidad presupuestaria" (un limite al déficit) que las autonomías deberán respetar acorde con su PIB.

No existen números concretos ni queda muy claro cuáles serán las consecuencias para "cada Administración Pública en caso de incumplimiento" de esta reforma del artículo 135 de la constitución, ya que de ello se ocupará una Ley Orgánica -una ley que llegará en medio año como mucho. Esto significa que las quejas actuales se acallarán con «Esperad a que se concrete la reforma legislativamente» y las futuras con «Deberíais haberos hecho oír durante la reforma constitucional; ahora no hay vuelta atrás». Oh, la magia de los políticos.

Mientras tanto el gobierno italiano ha actuado ante su crisis como cabía esperar. Berlusconi ha subido el IVA en plena huelga general y ese solo es el primer paso. El sindicato principal del país, el CGIL de postura comunista, convocó una huelga para el martes que se extendió por cien ciudades. En esta huelga los ciudadanos protestan contra las medidas de austeridad del 15 de julio y el plan de estabilidad del 12 de agosto, ya que estas reformas han resultado en mayores tasas a trabajadores y jubilados y en recortes a los servicios y sanidad.

Todo ello se ha puesto en marcha a pesar de que había opciones adicionales -consideradas en borradores de las reformas pero descartadas en el último momento- como el "impuesto de solidaridad" que pagarían aquellos con rentas anuales superiores a los 90.000€.

Sin duda, no debería sorprendernos la práctica derechista común de eliminar servicios sociales y subir impuestos a los pobres mientras se sigue agasajando y mimando a los ricos. Y aunque no nos sorprenda, nos sigue enfureciendo. Quizás sea una buena señal: significa que no estamos tan acostumbrados como para tomarlo por la norma. Aunque sea la norma.

A Clash of Ideas

In Psychology there is a concept referred to as cognitive dissonance which alludes to the «tension or internal discord of the belief system that someone perceives while holding two conflicting ideas all at once.» That is, holding two antithetical ideas simultaneously.

No doubt, this notion is far from new to those that know the dystopian fiction Nineteen Eighty-Four by George Orwell. The word «doublethink» is the best-known example of Newspeak and, as such, it has reached popular culture. Despite being used in a similar way to the psychological case, the Orwellian word will be left aside as brainwashing is not necessary for cognitive dissonance to have an effect on us. The fact that it is a basic human weakness makes it so much more terrifying.

Even though its social ramifications are wide-ranging, this psychological tension can be seen daily in many among us. One of the postulated examples is that of smoking: many smoke with the knowledge of the potentially carcinogen consequences, notwithstanding we all want to have a long and healthy life. The obvious way out is to quit smoking altogether -yet it is certainly true that ignoring the evidence that smoking increases the chances of getting lung cancer will also make the cognitive dissonance disappear. The cancer will not be so considerate.

Although the true addiction will take care of preventing you from quitting, this purely psychological clash can be even more noxious in new smokers. This clash of ideas is usually -and wrongly- assumed to be preferable to consciously putting the belief «I'm a rational and intelligent being» up against the fact «I'm increasing my chances of cancer». Facing that contradiction results in a hit to your personal ego but it is certainly less harmful than the psychological anguish of replacing reason with rationalizations. And cancer. Let's not forget cancer.

Not unlike a pandemic, this psychological disorder has spread from the individual to society. Albeit not a direct cause, the rise of social relativism has enabled the intrusion of this severe case of intellectual dishonesty. This philosophy, which defends the validity of every cultural system and prohibits valuing different ideologies differently, is particularly present in politics, where statesmen and other power seekers cater to the common denominator.

With the propagation of diplomatic speech (or «political correctness») even ordinary people have learnt to tangle up the language and leave it void of any meaning in order to rationalize relativistic thought. That way, nonsensical notions sprout, such as the contradictory idea that personal beliefs won't influence ones behaviour and will therefore be of no greater relevance to the group, be it a political party, a think tank or any other kind of common-goal organization. This practice, soiled by the foulest of demagogueries, is successful in its aim of appealing to more members of the common denominator -unfortunately, it also utterly waters down the groups original ideals.

Embracing relativism is not an indication of an open mind but of a profound confusion of intellectual honesty. The differential judgement of ideas is just as important in daily life and politics as it is in science; ignoring the fact that different systems and practices have better or worse results is a horrifying show of doublethought. The thesis Sam Harris is bent in showcasing with The Moral Landscape should clear up that, even if we cannot count on a numerical gradation of what is ethically 'better' or 'worse', the absolute instances of total well-being and total suffering that can be conceived allow us to unequivocally condemn practices such as female genital mutilation in certain denominations of Islam, regardless of religious freedoms.

Leaving the very harmful relativism aside, let's go back to one of its major by-products and the central regard of this text: the simultaneous hold of disparate ideas. Even if it has been described as a symptom of mental sloppiness and confusion, each and every one of us have experienced it. No matter how honest and clear we are with our own thoughts, we all have felt that anger and frustration from within in the process of radically changing our minds. The fact is that, even though it is false that convincing someone with reason and facts is impossible, it is very true that you will rarely see the change of minds in front of your own eyes -even the most humble will have a hard time admitting on the spot that they are wrong about a long-held belief.

Cognitive dissonance arises in that process of mental transformation: in spite of the fact that we no longer actually maintain certain established convictions we will keep professing them and we will do all it takes to ignore the fact that our beliefs have changed completely. We get stuck. We stop reasoning and start rationalizing. I experienced it myself when ceasing to believe in pseudoscience: I professed the belief although I knew deep down that I could not belief in practices with scientific pretences not backed by evidence.

Beyond the shadow of a doubt it was the most frustrating and miserable time of my life. I cannot bring myself to envision how it is for those that not only suffer it with paradigm shifts but live through every day with that dissonance pounding their heads. The most I can do for those that feel identified (even if they are terrified to admit it) is to beg them to be brave and admit to themselves the contradiction of ideas that torment them.

(Leer la versión original: Choque de ideas)

Choque de ideas

En Psicología existe un concepto llamado disonancia cognitiva que se refiere a la «tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto». Es decir, se trata de mantener simultáneamente dos ideas incompatibles.

Sin lugar a dudas, esta noción está algo trasnochada para aquellos que conozcan la obra de ficción distópica 1984 de George Orwell. La palabra «doblepensar» es el ejemplo más conocido de la neolengua y, como tal, ha pasado al habla popular, especialmente en inglés como doublethink. Pese a que su uso genérico es similar al caso psicológico, lo dejaremos de lado ya que no nos han de lavar el cerebro para estar afectados por la disonancia cognitiva. Que sea una debilidad humana básica lo convierte en un fenómeno aún más terrorífico.

Si bien las repercusiones sociales son graves, esta tensión psicológica se da a diario en muchos de nosotros personalmente. Uno de los ejemplos postulados es el de fumar: a pesar de que todos queramos llevar una vida larga y sana, muchos fuman con el conocimiento de las consecuencias potencialmente cancerígenas. La salida obvia es dejar de fumar, pero es cierto que ignorar las pruebas de que fumar aumenta las posibilidades de cáncer de pulmón también hará desaparecer la disonancia cognitiva. El cáncer no será tan considerado.

Aunque la verdadera adicción suela tomar el relevo de evitar que se deje de fumar, este choque puramente psicológico suele ser aun más nocivo en los nuevos fumadores. Erróneamente, este choque de ideas suele considerarse preferible a confrontar conscientemente la creencia de «Soy una persona inteligente y racional» con el hecho de «Estoy aumentando mis posibilidades de cáncer». Hacerlo supone un frustrante golpe para el orgullo personal pero es ciertamente menos dañino que el tormento psicológico que supone suplantar la razón por la racionalización. Y el cáncer. No nos olvidemos del cáncer.

De forma no muy distinta a una pandemia, esta afección psicológica se ha extendido desde el individuo a la sociedad. Si bien no es su causa directa, el alza del relativismo social sí que ha posibilitado la intrusión de este caso grave de deshonestidad intelectual. Esta filosofía que defiende la validez de todo sistema cultural y prohíbe valorar de forma distinta ideologías distintas está particularmente presente en la política, donde los estadistas y demás aspirantes al poder intentan complacer al denominador común.

Al popularizarse la lengua diplomática (o «habla políticamente correcta») también la gente de a pie aprende a enredar el idioma y dejarlo vacío de significado para racionalizar el pensamiento relativista. Así surgen nociones contradictorias sin sentido como que las creencias personales del individuo no influirán jamás en su comportamiento y que por tanto no son de mayor importancia para el grupo, ya sea un partido político, un think tank o cualquier otra clase de organización de fines comunes. Esta práctica, revolcada en la más nauseabunda demagogia, tiene éxito en su fin de atraer a más miembros del denominador común -por desgracia, también diluye por completo los ideales originales del grupo.

Aceptar el relativismo no es signo de una mente abierta sino de una profunda confusión de la honestidad intelectual. La valoración diferencial de las ideas es tan importante en la vida diaria y la política como en la ciencia; ignorar que distintos sistemas y prácticas tienen resultados mejores o peores es una muestra espeluznante de doblepensamiento. La tesis que Sam Harris repitió hasta la saciedad en The Moral Landscape debería esclarecer que, aunque no dispongamos de una gradación numérica de qué es éticamente 'mejor' o 'peor', los casos absolutos de total bienestar y total malestar que podemos imaginar nos permiten censurar inequívocamente prácticas como la mutilación genital femenina en ciertas denominaciones del Islam, a pesar de la libertad religiosa.

Dejando de lado el relativismo que tanto daño sigue haciendo, volvamos a uno de sus subproductos principales y la consideración central de este texto: el mantenimiento simultáneo de ideas dispares. Aunque haya quedado descrito como un síntoma de descuido y confusión mentales, todos lo hemos experimentado. Por muy sinceros y claros que seamos con nosotros mismos sobre nuestras ideas, todos hemos sentido esa frustración y enfado internos en el proceso de cambiar radicalmente de opinión. Y es que, si bien es mentira que convencer a alguien a base de razón y hechos es imposible, es muy cierto que raramente verás el cambio ocurrir frente a tus ojos; incluso los más humildes tendrán dificultad en admitir al instante que están equivocados sobre una creencia arraigada.

La disonancia cognitiva surge en ese proceso de transformación mental: a pesar de que ya no mantengamos realmente aquella convicción establecida la seguiremos profesando y haremos todo lo posible por ignorar que ahora creemos algo muy distinto. Nos estancamos. Dejamos de razonar y empezamos a racionalizar. Lo experimenté personalmente al dejar de creer en pseudociencias: profesaba la creencia aunque en el fondo supiera que no podía creer en prácticas con pretensiones científicas que no estaban respaldadas por pruebas.

Sin lugar a dudas fue la época más frustrante e infeliz de mi vida. No puedo ni imaginar cómo será para aquellos que no solo la padecen al cambiar de paradigma sino que viven a diario con esa disonancia tamborileando en su cabeza. Lo único que puedo hacer es implorar a aquellos que se sientan identificados (aunque estén aterrorizados de admitir eso siquiera) que intenten ser valientes y se admitan la contradicción de ideas que les atormenta.

(Read the English translation: A Clash of Ideas)