Cambian las tornas en Egipto y Siria

Mientras la oposición del desaparecido Gaddafi toma Libia, los disidentes sirios continúan sufriendo la opresión de su gobierno y los egipcios siguen en las calles. Entonces, ¿nada ha cambiado? No exactamente.

Aunque en las últimas semanas las calles del Cairo se hayan llenado de nuevo con todos los manifestantes, ayer fue una excepción. Como ya se comentó, la preocupación era que el dominio militar se alargue más de lo necesario. En cambio, el viernes las demandas eran muy distintas: se trataba de activistas laicos que pedían justamente lo contrario.

Como se arguyó múltiples veces en "Ciudadanos del Mundo", si hay elecciones tempranas los partidos nuevos no tendrán la oportunidad para organizarse y Egipto caerá en manos de los Hermanos Musulmanes, un partido panárabe. Lo que estos activistas quieren es más tiempo para organizar sus partidos laicistas y anti-teocráticos antes de las elecciones parlamentarias. Por supuesto, los Hermanos Musulmanes boicotearon las protestas de ayer.

Si los egipcios pueden llegar a ser pacientes, esta sería una gran oportunidad para organizarse en bloques más fuertes que puedan competir con el partido islámico.

Mientras tanto, los sirios volvieron a tomar las calles en un "Viernes de protestas". Teniendo en cuenta la respuesta sistemática del gobierno de Assad para con los manifestantes, salir a la calle todas las semanas se ha convertido en todo un gesto de valentía. E imprudencia, dirían algunos. Desde el comienzo de las las revueltas en marzo ha habido más de 12.000 arrestos y han muerto alrededor de 2.500 personas; entre ellos, más de 2.000 ciudadanos.

Ayer el despliegue de fuerza de Bashar al-Assad fue trivial en comparación con, por ejemplo, su uso de helicópteros armados contra ciudadanos en junio o de tanques (que mataron a 136 sirios) en julio. Aun así, murieron cinco personas, incluyendo un quinceañero, y las fuerzas de seguridad no permitieron que los manifestantes heridos fueran hospitalizados.

En cambio, el día de ayer fue relevante por las demandas cambiantes de los ciudadanos sirios: las reclamaciones se centran ahora en castigar a Assad por sus acciones y en llamar la atención del mundo. Y es que, aunque algunos medios se han hecho eco de la sublevación, la respuesta de la esfera política internacional ha sido prácticamente nula.

La petición de protección internacional es polémica cuanto menos. Aunque varios grupos activistas han pedido que la ONU envíe observadores internacionales para verificar los sucesos de Siria, muy pocos querrán tropas internacionales en sus calles. Según parece Rusia pretende ser neutral al respecto. Los comentarios del bloque suramericano 'ALBA', encabezados por Chavez, han sido iguales que en el caso de Libia: intervenir es un caso de imperialismo. Técnicamente tienen razón, pero tacharlo así no es un argumento.

¿Y cuál ha sido la respuesta del gobierno sirio? Assad ha afirmado exactamente lo mismo que Gaddafi en su momento: los manifestantes no son ciudadanos sirios sino terroristas en una conspiración internacional para dividir Siria. Por supuesto, eso no explica por qué Assad envió tanques a Hama (una ciudad con 700.000 habitantes) o por qué bombardeó Latakia (de 550.000 habitantes) desde el mar.

Crean o no que los insurgentes son terroristas (os doy una pista: no lo creen), los tanques y los bombardeos en centros urbanos no son precisamente un arma de precisión contra terroristas mezclados entre la población siria.

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