Naturaleza humana

Si bien suele ser por pura resignación más que por humildad ante la competencia ajena, la mayoría acepta la perspectiva de los especialistas en campos faltos de polémica popular. En cambio, tenemos un punto ciego: el estudio del ser humano y su naturaleza.

Por definición, la naturaleza humana se refiere a aquellos rasgos psicológicos que todos y cada uno de los seres humanos sobre este planeta compartimos de forma innata. No obstante, aun habiendo vivido todos en un contexto social circunstancial, basándonos solo en experiencias personales y sin saber nada de la biología de la conducta, por la gracia de ser humanos la mayoría se siente capaz de responder a un enigma tan omnímodo.

Al igual que tumbarse a mirar las estrellas no nos convierte en astrónomos y no somos geólogos por el mero hecho de coleccionar piedras, experimentar la conducta humana no nos convierte en expertos de nuestro carácter intrínseco. Debido a vivencias tan superficiales adoptamos conocimientos subjetivos y parciales al antropocentrismo, ambos víctimas potenciales del mayor causante de malentendidos a lo largo de la historia: confundir correlación por causa. A raíz del terrible "sentido común", creíamos erróneamente que el universo giraba a nuestro alrededor; la única forma de perseguir una verdad más objetiva fue la teorización y la experimentación exhaustivas. No hay razón para pensar que vaya a ser de otra forma en lo que concierne a la naturaleza humana.

Al observar las circunstancias actuales de la humanidad damos por hecho que se trata de una situación inamovible, un error que han cometido todas y cada una de las civilizaciones. Existe una excepción: en ocasiones surge un fervor revolucionario y se toma el extremo opuesto, asumiendo una tabula rasa sin rasgos psicológicos innatos y luego pretendiendo cambiarlo absolutamente todo a través de una simple formula de ingeniería social. Los años 70 fueron un gran ejemplo de esta clase de psicosis colectiva, incluso en el ámbito académico. De todas formas, por regla general la mayoría de la gente suele engañarse al creer que serán la única generación en la historia cuya cultura no cambiará de alguna forma. Teniendo en cuenta el factor potencial del entorno a la hora de moldearnos, es absurdo ignorarlo por completo y recurrir a la respuesta fácil: "Somos así por naturaleza".

En un mundo en que miles de millones de personas mueren por guerras inútiles y por hambrunas mientras el resto disfrutamos de una vida cómoda y literalmente una centésima parte de la población posee casi la mitad de las riquezas, no es de extrañar que hayamos concluido que nuestra naturaleza inamovible es la de la violencia y la avaricia. Dejando de lado el fallo argumental obvio de que todos aquellos que lo afirman luego admiten conocer a muchos familiares y amigos que no cumplen dichas características supuestamente universales y al fin y al cabo solo lo aplican al hablar de una etérea "sociedad", el argumento erra también al asumir que las circunstancias actuales se deben solo a un fallo genético.

A decir verdad, toda la polémica acerca de si es nuestra naturaleza o la influencia social lo que más afecta a nuestra conducta, también llamado el debate de lo innato o adquirido, es un completo sinsentido basado en el supuesto de que dichos polos opuestos son las dos únicas opciones: si nuestra conducta no está determinada por los genes, lo está por la sociedad. No es tan difícil encontrarse con lo que la ciencia nos dice del comportamiento humano, en fuentes fabulosas como las obras de divulgación científica "Genome" y "Nature via Nurture" de Matt Ridley o el curso del Dr. Robert Sapolsky en la Universidad de Stanford disponible en la red. En cambio, sus lecturas y visionado llevan semanas -es por eso que en este ensayo está condensada toda esa información en un vocabulario casi libre de terminología técnica.

En esencia, la refutación puede resumirse en una sola frase: la genética suele producir propensiones en la conducta, no causa comportamientos determinados. Por desgracia, por sus aspiraciones políticas muchos ignoran la realidad de la genética de la conducta porque la confunden con un concepto de servidumbre a los genes que justifica muchos males sociales, pero la verdad es que los genes rara vez determinan comportamientos. Mientras tanto, la sabiduría popular dualista tampoco ha aprendido de la ciencia: se ha limitado a adoptar la frase "Es genético" sin ninguna asimilación real ni conocimiento sobre lo que ello implica:
«El error no yace tanto en el dualismo, la noción de una mente separada de la materia cerebral. Existe una falacia mucho mayor que todos cometemos con tanta facilidad que ni siquiera nos damos cuenta. Damos por sentado instintivamente que la bioquímica corpórea es causa mientras el comportamiento es efecto, una suposición que hemos llevado a límites ridículos al considerar el impacto de los genes en nuestras vidas. Si los genes están involucrados en la conducta damos por hecho que son la causa y que son inmutables. Este error no lo cometen solo los deterministas genéticos sino también sus bulliciosos adversarios, aquellos que dicen que la conducta "no está en los genes" y aborrecen el fatalismo y la predestinación implícita de la genética de la conducta. Ceden demasiado terreno a sus adversarios al permitir que esta suposición persista, ya que admiten tácitamente que si los genes están involucrados en absoluto están en lo alto de la jerarquía. Olvidan que los genes necesitan activarse, y que sucesos externos o decisiones voluntarias pueden activarlos. No solo no yacemos a la merced de nuestros genes omnipotentes, sino que a menudo son los genes quienes yacen a nuestra merced» -Matt Ridley, Genome (1999)
La analogía que trata al ADN como si se tratara de un plano arquitectónico es engañosa: la expresión de los genes en el organismo puede cambiar según el entorno e incluso a pesar de predisposiciones contrarias. Por ejemplo, este fenómeno puede observarse en que la mayoría aplastante de mujeres con cáncer de mama (el 93%) no tienen el gen del cáncer de mama, y así ocurre con la mayoría de enfermedades y más aún con tendencias conductistas como la violencia: tener el 'gen de la violencia' es prácticamente irrelevante en un entorno que no dispare dicha potencialidad. Igualmente, la hormona de la testosterona no causa agresividad, sino que la potencia si ya está presente. ¿Significa esto que deberíamos ignorar el campo de la genética en la biología? Al contrario: deberíamos ser conscientes de nuestras peligrosas predisposiciones naturales e intentar evitarlas en lugar de ignorar su existencia.

A causa de la relación recíproca entre la influencia natural y la ambiental o social, no existe contraposición alguna entre lo innato y lo adquirido sino que lo innato se presenta por medio de lo adquirido. Nuestras disposiciones naturales se crearon debido a una variedad de ambientes y siguen modificándose a día de hoy. En cambio, la evolución biológica no es la cuestión en absoluto: la expresión de un gen depende en una medida considerable del entorno inmediato del organismo, desde el desarrollo embrionario hasta la vejez.

La visión tradicional de la naturaleza humana replicaría que, si esto es cierto, ¿cómo es que esta sociedad ha sido el resultado? En la obra "The Spirit Level: Why Equality is Better for Everyone" de Richard Wilkinson y Kate Pickett se muestra que el nivel de igualdad social influye directamente en las ocurrencias de ciertas enfermedades y conductas violentas. El estudio Whitehall mostró el mismo efecto: se estudió a 18.000 funcionarios y resultó que el estatus del trabajo predecía mejor la posibilidad de un ataque al corazón que la obesidad, el hábito de fumar o la alta presión sanguínea. En conclusión, la suma de ciertas enfermedades y conductas negativas depende en gran medida de la desigualdad económica entre los más ricos y más pobres de una sociedad y entre las sociedades más ricas y más pobres.

Esta clase de estudios explican el resultado de vivir en una civilización socialmente desigual, pero no su causa y proceso biológicos: varios científicos han analizado la relación entre la expresión de ciertas hormonas y el estatus social en individuos y, por ejemplo, las conclusiones del primer estudio de Whitehall se explican gracias a estudios llevados a cabo con primates: cuanto menor sea nuestro estatus menos control tenemos sobre nuestras vidas, elevando los niveles de una hormona esteroidea llamada cortisol (lo cual se expresa en estrés) y, entre otras cosas, incrementa el nivel de azúcar en la sangre, peligrando así ataques al corazón y en consecuencia alterando la tasa de mortalidad según el estatus social. Ha de clarificarse que los niveles de cortisol no se elevan en respuesta a la cantidad del trabajo realizado sino al grado de opresión y sumisión implícitas en la tarea.

Por tanto, además de las propensiones genéticas indirectas que pueda haber, la mayoría de prácticas humanas tienen una causa directa en la clase de interacción social. El problema no es la pobreza sino la desigualdad en sí, y es por eso que también afecta a los jefes de una tribu jerárquica: el egocentrismo obsesivo y las ansias de poder no son más que un mecanismo de defensa con el fin de mantener el estatus. Si bien dichas conductas son parte de la naturaleza humana, y también lo es la violencia, se tratan de potencialidades que solo el entorno puede disparar. El ya mencionado Dr. Sapoksy observó con sus propios ojos que cuando desaparecen los miembros más dominantes de un clan de babuinos (en tal caso concreto porque los machos agresivos asaltaron un campamento y murieron de tuberculosis por la basura robada), la cultura de los supervivientes se pacifica y así persiste incluso con el nacimiento de nuevas generaciones y la intrusión de babuinos de otros clanes.

Otro caso ejemplar de la relativa flexibilidad de la naturaleza humana y las influencias sociales es el estudio que realizó Hans Kummer en los años 70: al encontrarse a los babuinos hamadríades y de sabana, jerárquicos e igualitarios respectivamente, Kummer introdujo a un babuino hembra de sabana en una tribu hamadríade e hizo lo opuesto con una hembra hamadríade. Al contrario de lo que cabría esperar teniendo en cuenta los millones de años de memoria genética y toda una vida de formación que enseñaban cierto rol a las hembras, tardaron solo una hora en ajustar sus rituales de apareamiento. La moraleja está poco asimilada pero es vital para el funcionamiento sano de una civilización moderna: al margen de la relación exacta entre las influencias genéticas y las sociales, aquello que llamamos naturaleza humana no es del todo inmutable.

Nuestra sociedad es más compleja que la de una tribu de babuinos y también lo es el cerebro humano, pero tanto un análisis exhaustivo de la historia de la humanidad como de las nociones científicas modernas ponen en evidencia el sinsentido de hablar de la naturaleza humana como si fuera inamovible y del cambio social como si fuera semejante a moldear plastilina o llenar una vasija vacía. Lo segundo se usa para simplificar nuestras esperanzas de cambio social y aferrarse a conceptos anticuados de libre albedrío, y lo primero como excusa para proclamar una incapacidad intrínseca a la hora de cambiar a una sociedad más pacífica e igualitaria. En las preciosas palabras del difunto astrofísico Carl Sagan:
«Los cambios fundamentales de la sociedad suelen calificarse de poco prácticos o contrarios a la naturaleza humana, como si la guerra fuera práctica o como si solo existiese una naturaleza humana. Pero está claro que pueden realizarse cambios fundamentales; estamos rodeados de ellos. [...] Recurrir como siempre se ha hecho al chovinismo racial, sexual y religioso y al rabioso fervor nacionalista empieza a no funcionar. Se está desarrollando una nueva conciencia que ve a la Tierra como un solo organismo y reconoce que un organismo en guerra consigo mismo está condenado».
(Read the English translation: Human Nature)

Human Nature

Most people accept the specialists' perspective of socially uncontroversial fields, even if it is often due to compliance instead of humility in the face of someone else's proficiency. However, there is a blind spot: the study of the human being and its nature.

By definition, 'human nature' alludes to whatever psychological characteristics are innately shared by each and every human being on this planet. Nevertheless, even living at an incidental social context, basing our opinions on personal experience and knowing nothing about behavioral biology, by favor of being humans most people feel capable of unraveling such an all-encompassing conundrum.

Just as lying under the stars does not make us astronomers and we are not geologists because of a collecting rocks hobby, experiencing human behavior does not make us an expert in our intrinsic make-up. Due to such shallow life experiences, subjective and human-biased knowledge are embraced, both potential victims of the greatest cause of misunderstandings throughout history: believing correlation implies causation. As a result of the terrible "common sense", it was mistakenly assumed that the universe revolved around us -the only way to seek a more objective truth was exhaustive theorization and experimentation. There is no reason to think it would be otherwise in regards to human nature.

Upon observing humanity's current circumstances it is presumed that such is the unmovable state of things, an error every civilization has committed. There is an exception: sometimes a revolutionary zeal emerges and the contrary extreme takes hold, assuming a blank slate without innate psychological features and then pretending to change absolutely everything via a simple formula of social engineering. The Seventies were a particularly good example of this kind of mass delusion, even in academia. However, as a general rule most people tend to delude themselves into thinking they will be the only generation in history whose culture will not change somehow. Taking into account the potential factor of environment in morphing us, it is ludicrous to ignore it completely and to resort to the easy answer: "We are naturally like this."

In a world where millions of people die because of useless wars and because of famines while the rest of us enjoy a comfortable life and the upper one per cent owns almost half of the world's wealth, it is no wonder we have concluded that our immutable nature is that of violence and greed. Flinging aside the obvious mistake in the argument that everyone who claims such a thing later admits to knowing lots of relatives and friends who do not share those allegedly universal features and after all only apply such thinking when speaking of a distant "society", the argument also falls short at presuming that current circumstances are simply due to a genetic failure.

As a matter of fact, the whole controversy about our nature or social influence being what most affects our behavior -dubbed the "Nature vs Nurture" debate- is a utterly meaningless concept based on the assumption that such extreme points are the only two options: if our conduct is not determined by genes, it is by society. It is not so difficult to find what science has to say about human behavior, in fabulous sources such as "Genome" and "Nature via Nurture" by Matt Ridley or the course by Dr. Robert Sapolsky at Stanford University available on the Internet. Then again, reading and watching those takes weeks -that is why in this essay you will find all that information condensed in a technicality-free vocabulary.

Essentially, the rebuttal can be summarized in just one sentence: genetics usually produces behavioral propensities, not determined demeanors. Unfortunately, because of political aspirations many ignore the realities of behavioral genetics because they confuse it with a concept of servitude to the genes that justify many social ills, when the truth is that genes rarely determine behavior. Meanwhile, our dualist common knowledge has not learned from science either: it has confined itself to adopt the phrase "It's genetic" without any real understanding about what that means:
"The fault is not so much dualism — the notion of a separate mind detached from the material matter of the brain. There is a far greater fallacy that we all commit, so easily that we never even notice it. We instinctively assume that bodily biochemistry is cause whereas behaviour is effect, an assumption we have taken to a ridiculous extent in considering the impact of genes upon our lives. If genes are involved in behaviour then it is they that are the cause and they that are deemed immutable. This is a mistake made not just by genetic determinists, but by their vociferous opponents, the people who say behaviour is 'not in the genes'; the people who deplore the fatalism and predestination implied, they say, by behaviour genetics. They give too much ground to their opponents by allowing this assumption to stand, for they tacitly admit that if genes are involved at all, then they are at the top of the hierarchy. They forget that genes need to be switched on, and external events -or free-willed behaviour— can switch on genes. Far from us lying at the mercy of our omnipotent genes, it is often our genes that lie at the mercy of us." -Matt Ridley, Genome (1999)
The analogy of DNA as a blueprint is missleading: gene expression in an organism may change according to the environment in spite of opposing propensities. For example, this phenomenon is observed in the fact that the overwhelming majority of women with breast cancer (93%) do not have the breast cancer gene and the same happens with most diseases and even more so with behavioral propensities such as violence: having the 'violence gene' is practically irrelevant in an environment that does not trigger said potentiality. Likewise, the testosterone hormone does not cause aggression, but it empowers it if already present. Then, should we ignore the biological field of genetics? Quite the contrary: we should be mindful of our dangerous innate predispositions and try to avoid them instead of ignoring their existence.

Due to the reciprocal relationship between natural and environmental influences, there is no conflict between nature and nurture at all but nature working via nurture. Our natural dispositions were caused by a number of environments and keep changing to this day. However, biological evolution is not the point at all: the expression of the gene considerably depends on the immediate environment of the organism, from the embryonic stage of development to old age.

The traditional view of human nature would reply that, if this is true, how is it that this society is the result? In the book "The Spirit Level: Why Equality is Better for Everyone" by Richard Wilkinson and Kate Pickett it is shown that the level of social equality directly influences the incidence of certain diseases and demeanors. The Whitehall Study showed the same effect: 18,000 civil servants were studied and it turned out that the status of their job better predicted the likelihood of a heart attack than obesity, smoking or high blood pressures. In conclusion, the incidence of certain diseases and negative behaviors largely depends on the income inequality between the poorest and the richest of a society, and between the poorest and richest societies too.

This kind of studies explains the result of living in a civilization of social inequality but not its biological cause and process. Several scientists have analyzed the relationship between certain hormones and the social status in individuals and, for example, the conclusions of the first Whitehall Study are explained by biological studies carried about with primates: the lesser is our social status the less control we have over our lives, raising the levels of a steroid hormone known as cortisol (which is expressed as stress) that among other things increases the level of blood sugar, putting us in greater danger of heart attacks and consequently upsetting the mortality rate as per the social status. Cortisol levels do not increase in response to the quantity of work done but to the implied degree of oppression and submission.

As well as the indirect genetic propensities that may exist, most human practices have a direct cause in the kind of social interaction. It is vital to understand that poverty or submission are not the problem, but inequiality itself, and that is why the higher-ups in a hierarchical tribe are afflicted as well: obsessive egocentrism and power lust are but a defense mechanism to mantain status. Even though those behaviors are part of human nature, just as violence is too, they are potentialities that can only be triggered by the environment. The aforementioned Dr. Robert Sapolsky observed with his own eyes that when the most dominant members of a baboon clan are removed -in this case because the aggressive males raided a campsite and died of tuberculosis as a result of robbed litter,- the survivor's culture ends up being much more peaceful, persisting as such even after new generations are born and baboons of other clans intrude.

Another exemplary case of the relative malleability of human nature and social influences is the study carried out by Hans Kummer in the seventies: after locating Hamadryas and savanna baboons, hierarchical and egalitarian respectively, Kummer introduced a female savanna baboon into a Hamadryas troop and did the opposite with a female Hamadryas. Unlike what may be expected considering the millions of years of genetic memory and a whole life of up-bringing that taught the females certain role, it took them only an hour to adjust their mating rituals. The moral lesson of this is not very assimilated yet it is essential for the sane workings of a modern civilization: Regardless of the exact relationship between genetic and social influences, the crucial point is that that which we call human nature is not totally immutable.

Our society is more complex than that of a baboon tribe and so is the human brain, but both a thorough analysis of our history and of modern scientific notions expose the absurdity of speaking about 'human nature' as if it was unchangeable and of social change as if it was akin to modeling clay or to filling an empty vessel. The latter is used to simplify our hopes for social changes and to hold on to outdated concepts of free will, while the former is used as an excuse to proclaim an intrinsic inability to shift to a more peaceful and egalitarian society. In the wonderful words of late astrophysicist Carl Sagan:
"Fundamental changes in society are sometimes labeled impractical or contrary to human nature, as if war were practical or as if there's only one human nature. But fundamental changes can clearly be made, we're surrounded by them. [...] The old appeals to racial, sexual and religious chauvinism and to rabid nationalist fervor are beginning not to work. A new consciousness is developing which sees the earth as a single organism and recognizes that an organism at war with itself is doomed."
(Leer la versión original: Naturaleza humana)

El alma de la ciencia

Aunque el mes en Ciudadanos del Mundo dedicado a la ciencia, la lógica y el laicismo fue el pasado octubre, vuelvo ahora con vídeos muy emotivos de un particular autor de la red, Phil Hellenes, famoso por darle alma a la ciencia y a la razón.

He aquí cuatro de sus vídeos más destacados, todos excepto el último subtitulados:


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Una crítica habitual del punto de vista científico y racionalista es que pierde el romanticismo de otras filosofías más poéticas. Además de que dicha premisa admite preferir el estilo sobre la sustancia, la ficción atractiva sobre una realidad que no siempre lo es, está equivocada en sus fundaciones.

Como muestra y el autor y muchos otros, entre ellos el difunto astrofísico y divulgador científico Carl Sagan, también podemos encontrar un alma en la ciencia, formada por el amor incondicional hacia la verdad y la curiosidad.

OTAN, ¿amiga o enemiga?

Una semana exacta después del último informe vuelven los protagonistas habituales: Beréin, Egipto, el Libano, Libia, Marruecos, Siria y Yemen. Antes de llegar a lo obvio, a los efectos de la intervención de la ONU en Libia, hagamos un repaso de lo ocurrido esta última semana en varios países.

En Beréin, tras el duro golpe del gobierno con ayuda de Arabia Saudita contra los manifestantes, el rey no se conformó con imponer un estado de emergencia y un toque de queda; como podéis ver en la imagen inferior, demolieron la Plaza de la Perla, que se había convertido en el bastión de la oposición. El pasado domingo en el Líbano, donde la inspiración de las protestas es particularmente laicista, miles de ciudadanos tomaron las calles para protestar contra el régimen teocrático. Ese mismo día en Marruecos un total de unos 35.000 ciudadanos fueron a manifestarse pacíficamente en varias ciudades para asegurar las reformas prometidas del rey o para exigir más.


Por otro lado, en lo que suponen noticias menos intensas pero quizás incluso más importantes, ese mismo domingo Egipto aprobó la propuesta de reformas constitucionales. Aunque pueda parecer una buena noticia, no lo es del todo, ya que según la gran mayoría de la oposición las reformas no son suficientes y, lo que es peor, con la aprobación de estos cambios constitucionales las elecciones serán en tres meses, dando poco tiempo a la oposición para prepararse. No es una sorpresa que los únicos que han apoyado las reformas y las elecciones inminentes hayan sido los partidos ya organizados: el partido del régimen de Mubarak y los Hermanos Musulmanes. Si la oposición no consigue organizarse y darse a conocer lo suficiente para Junio, es probable que Egipto acabe eligiendo entre más de lo mismo y un régimen con aspiraciones teocráticas.

Siria y Yemen están mucho peor, con manifestaciones por doquier y gobiernos que no se lo piensan dos veces a la hora de tomar represalias. El lunes día 21 el gobierno sirio sacó las tropas a la ciudad de Daraa, tras las manifestaciones violentas del día anterior en el que murió un hombre. Y ayer se notaron las repercusiones de enviar tropas a una ciudad furiosa: murieron por lo menos 13 manifestantes en un intento de los militares por controlar la situación.


El caso de Yemen es extraordinario y parece sin duda que será la próxima nación en revolucionarse tras Tunez, Egipto y Libia. Después de que el presidente despidiera al gabinete del gobierno como ya hizo Mubarak, una división de la armada envió un comunicado en el que daban todo su apoyo a los manifestantes y este lunes varios generales de alto cargo dimitieron y se unieron al alzamiento contra Saleh. Ante la situación, anteayer el presidente ofreció su dimisión para finales de año, aunque no sin advertir del peligro de una guerra civil. Como era de esperar, la oposición rechazó su propuesta y juró quitar a Saleh del cargo. Ya se está preparando una marcha hacia el palacio, lo cual fue decisivo en el caso de Egipto.

Mucho peor aun que Siria y Yemen está Libia, enfrentándose a una guerra civil y una intervención militar parcial por parte de la ONU. Solo en Tripoli, el lunes un misil destruyó un centro militar y el martes dos bases navales. Mientras tanto, Gaddafi no se ha quedado sentado y ha seguido bombardeando Misurata, una ciudad rebelde demasiado cercana a la capital, resultando en decenas de muertos. Además, ha empezado a armar a miles de ciudadanos, incluyendo a niños.


No todo son malas noticias. Anteayer la oposición formó un gobierno interino oficialmente tras la creación hará semanas del Concilio Nacional de Transición y las fuerzas de la coalición de la ONU afirman que prácticamente ya han acabado con todas las fuerzas aéreas de Gaddafi. Por desgracia, las fuerzas aéreas no son el componente principal de la masacre de Gaddafi y los rebeldes tendrán que enfrentarse por si mismos a la gran mayoría de tropas leales a Gaddafi.

Aunque obviamente la ONU tiene intereses económicos que proteger en Libia, no debemos olvidar que gran parte de su poder proviene de la imagen que den: no es fácil mencionar la "intervención humanitaria" sin añadir comillas, pero lo cierto es que lo es en la práctica; al margen de lo nobles que sean sus causas, es un hecho que si no hubieran intervenido Gaddafi ya habría arrasado lo que por entonces era el último bastión de los rebeldes, Bengasi. Me sorprende la disposición totalmente opuesta a los bombardeos que mucha gente ha adoptado. No todo es blanco y negro, y es por eso que nadie ha sabido responderme a la gran pregunta: ¿al margen de las verdaderas intenciones de la ONU, acaso Gaddafi no estaba a horas de recuperar Bengasi y dar el toque final a la revolución con una gran masacre? ¿Acaso la intervención de la ONU no ha salvado a miles de personas y a todo el movimiento revolucionario?

Como ya dije justo antes de que la resolución se anunciara, aunque el intervencionismo tenga una mala reputación merecida, la realidad es que la ONU ha salvado a la oposición rebelde de un genocidio.

The Meaning of Life

What is the meaning of life? What is the purpose of human beings? Why are we here? All of those are questions humanity has constantly asked itself across the ages. We have always tried to find a meaning to something so apparently random. It is not a coincidence that hundreds of quite distinct philosophies and religions converge on a particular point: seeking the answer to why are we here or, in the most arrogant cases, claiming to already know.

Certainly, the aim of this essay is to answer a why, but not about the meaning of our existence but about our belief that such a thing could exist in the first place. That is the hypothesis with which I would like to begin: life has no intrinsic meaning. To most, such a claim would seem to be nihilistic or even completely fatalistic. As such, I must also prove it is not -actually, quite the opposite.

To understand that point we must take into account certain background about our nature. Apparently, we are born creationists and dualists -we are psychologically predisposed to accept an agent as a cause of everything, to invent a conscious being that creates or causes, just as religion does. A psychologist by the name of Paul Bloom came to the conclusion that religion is a byproduct of an innate disposition: children are born prepared to embrace a dualist theory of the mind, the idea that there is a fundamental distinction between mind and matter. Due to the fact that dualists belief that the mind is some kind of disembodied spirit, they personify inanimate physical objects and hence tend to fall easily in propositions like "mental disease is actually a demonic possession." Luckily, it is a disposition that disappears after years of experimentation with our environments, unless it is dogmatically taught. It is easy to be a creationist, whereas not so much to understand natural selection at first glance -it does not make any intuitive sense.

In her study "Are Children Intuitive Theists?", the psychologist Deborah Keleman demonstrated that the youngest among us have a higher tendency to grant everything a purpose: clouds are "for raining", pointy rocks are "so that animals can scratch on them when they get itchy". This phenomenon is called teleology, an innate predisposition that many never overcome.

What does this have to do with the meaning of life? It is an assertion that encompasses all of humanity, thereby begging for a religious explanation more often than not. Innate teleology and dualism 'help' us to readily accept religion: they prepare us to belief in a soul that inhabits the body instead of being an integral part of it, and in the same way it can also lead us to belief in a deity as a pure spirit independent of matter instead of an emergent property of complex matter. As Richard Dawkins so humorously put it in "The God Delusion" when dealing with this topic: "If everything has a purpose, whose purpose is it? God's, of course."

Definitively, the simple mind of a child and of those adults that never outgrow such a dogma have a propensity to 'agentify' objects and processes that actually don't have any consciousness. We personify nature, which is a priceless poetic quality but must not be confused with reality.

Unfortunately, it is often confused. Even university professors still use an essentially creationist vocabulary, unknowingly ascribing intentions where they themselves know there aren't any. There is, for example, the struggle of the immune system against pathogens -it isn't a directed process: There was a point in the evolutionary process of immune system cells in which a cell mutated randomly and acquired the ability to synthesize a never before seen antibody which happened to be able to fight certain bacterium. Said antibody did not aim to fight that bacterium, but rather it happened to fight it.

That is, in a random fashion and because of a genetic 'accident' the cell was able to fight a certain type of pathogen and live through it, thus enabling it to reproduce. In subsequent infections the cell with such an ability would recognize the pathogen and synthesize the antibody, not because it 'knew' that was the proper process, but rather because it is genetically determined to do so. The cells with those genetic features outlive the pathogen and reproduce, spreading its genetic makeup, while those cells that can't fight the pathogen die without any offspring. That is what we all know as 'natural selection.' It is vital to understand that there are plenty of mutations that lead to a worse adaptation to the environment, which is why that organism does not survive and does not leave any offspring behind. If evolution was a consciously directed process, no organism would carry through an adverse mutation. However, it happens constantly. There is no intention or purpose behind these mutations: they are advantageous, adverse or neutral random processes.

The funny thing is that even learned individuals keep ascribing a conscience where there is non, saying things like "This cell mutates in order to synthesize an antibody that fights against the bacterium" when they should actually be saying "This cell's accidental mutation results in the synthesis of an antibody that fights against the bacterium." Not only is the actual randomness of the process a less intuitive concept but the words themselves are not as succinct. Our language has not caught up to modern science.

Essentially, it is because of this unconscious form of thinking and expressing ourselves that a minority of scientists could even accept the premise of the creationist point of view; it is intuitively attractive. It is then obvious what someone not instructed in critical thought, skepticism, the scientific method, logic and natural selection would think.

We must apply the same logic when discussing our own existence. Begging for the reason of our existence or an intrinsic purpose simply does not make any sense. Albeit imploring to the heavens "Why are we here?" constitutes a grammatically correct question, it is actually void of any meaning.
"What I would say about the question 'Why?' is: Why do you think you have any right to ask it? It is not a meaningful question unless you specify the kind of answer you're expecting. As a biologist is very easy to answer the question 'Why do birds have wings?' in Darwinian terms, [...].

To the question 'Why do mountains exists?' we could give an answer in terms of the geological processes that give rise to them, but that's not what you want, is it? You want something about their purpose. 'What's the purpose of a mountain?' is a silly question, it doesn't deserve an answer. The mere fact that you can frame a question in the English language doesn't mean that it is entitled to an answer. If I say to you 'What is the color of jealousy?', it is a perfectly grammatical English sentence, but it's not a question that deserves an answer."
I would point out that it is not so much that it doesn't deserve an answer but that an answer does not exist. I don't mean to say it is an insignificant issue or that we will never know the answer. I claim something very different: there is not an answer because the formulation of the motion is afflicted by a painfully obvious logical leap -the 'agentification' of our existence, the act of ascribing a creative or causal mind to the universe.

Even if it has been demonstrated that there is not a logical path that can lead us to wonder the intrinsic meaning of life, many will refute the argument not because of its consistency but because of its consequences: it is a statement from nihilism and, even if it was true, it would be best to keep believing the opposite in order to relieve us and quell the hardship that life often entails. But as I have foreshadowed, it is quite the opposite.

In any case, before going through that route, something must be made clear: deceiving ourselves never was, is or will be the solution to any of our problems. Luckily, humans are not only guided by their instincts and we can wonder any kind of questions: Carl Sagan pointed out that if it was true that we have a genetic predisposition for mistrusting foreigners the best antidote to racism and xenophobia is to have that knowledge and accept it -I say that being true that there is not a universal meaning of life the best antidote to nihilism is to have that knowledge and accept it.

But going that far is unnecessary in this case. It may have come to your attention that every mention of the "meaning of life" is accompanied by an adjective: intrinsic, universal. No, the human species is not born with an unmovable vital purpose, nor is there any global cause for our existence. Instead, each of us can find our own real reason.

Why are you here? Each and every one of you can decide a cause in which to immerse to the best of your abilities. You don't need for the rest of the world to find the same reason as you, commanded by a totalitarian being or a spiritual unity. You are not sheep, so you are not in the need of any imaginary shepherd. The loss of that paternal figure is not something to regret -humanity is reaching the point of independent adulthood, and it's about time.

After all, what could be more precious than the adventure of seeking a reason to exist? Go find your own meaning of life.
(Leer la versión original: El sentido de la vida)

The Virtue of Faith

When discussing religion and the direct or indirect damage it creates, a compromise is intended to be reached by the apologist when they clarify that there is a great difference between the fundamentalism we secular people seem to actually be addressing and the more modern forms of religion or especially so-called "spirituality". Even though we rarely know how to explain it, critics end up with the vague suspicion that the opponent has just attacked a straw man.

Why does this interesting but frustrating phenomenon occur? It's not just because the prevalent form of religion among the ordinary people at the most powerful nation on the planet is not at all like the sophisticated forms of some philosophers. It goes beyond that. The fact is that the critic is not arguing against the effects of religion, but showing them as proof of its failed foundations. The problem is not spirituality or religion, but the essential element these and other practices are based upon: Faith.

The apologist hasn't attacked a parody of the critics' real argument, but they are indeed taking for granted that the basis of religions isn't a problem. In other words, they are taking for granted the Virtue of Faith.

First and foremost, what is faith exactly? Even though the word can be compared to "belief", a vital distinction is needed: 'belief' is the conviction that something is true, regardless of the methodology used to reach that conclusion. A belief can be justified or not at all. By contrast, 'faith' entails an absolute, blind, unconditional confidence in a figure of authority, normally allotted to a deity or prophet, although it actually lays in whoever indoctrinated the believer.

Why should we value at all a belief based on authority, 'irrefutable' only according to their proxies? It is a recipe for disaster that also manifests itself in the deification of political figures. Maybe the 20th Century would have been very different if the world population was prepared to fight the emotional manipulation on the World Wars and the Cold War. Likewise, the burden of proof laid on the shoulders of the Bush administration when justifying the invasion of Afghanistan -but the American people had the standards of proof at rock bottom thanks to the same faith that so well has served political and religious leaders across the ages.

At the other end of the spectrum are the scientists. Due to the claims made with certain certitude by specialists, in this world of sociocultural relativism in which "everyone is right" science is often accused of being just as fundamentalist and absolutist as religion in its purest form. And to notice the failure of this argument there is but to reiterate the difference between belief and faith; it doesn't matter how sure or unsure you are about a certain question, but the methodology used to reach at your conclusions. By definition and historical evidence, science adjusts its theories based on new observations; and here faith shows its contrast, when in the same situation shows itself as the denial of said observations so that belief can be preserved.

We all consider evidence-based belief a virtue but faith is eschewed because of its past status in a religious society. To put it simply, we cannot praise the integrity of the scientific method or highlight the importance of proof in general and at the same time hold fundamental beliefs not based on evidence. This contradiction couldn't subsist if not for the dreadful historical propensity for lifting religion above critical thinking, thus turning faith into a falsely axiomatic virtue.

There is simply no reason to do such a thing besides tradition. "Authority" and "Tradition" are the pillars of religious belief; pillars that have fortunately begun to crumble under the weight of a new technologically and socially progressive world.

The basis of religion has no room in the current world and that is why its most common representation has deteriorated in more subtle forms. Many will reply that the concept of God has evolved for the better. Undoubtedly, at first glance it seems that way: from the infantile "God of the Mountain" to the current ethereal being there seems to be a step forward, but we'd better analyze the history of this evolution.

When Mount Olympus ceased to be an unreachable peak and Jerusalem was destroyed despite the would-be physical protection of Elohim, Greeks and Jews had to admit that their gods weren't of the Earth but of the Heavens, that vast sky-cloth of nightly light spots eclipsed in the daytime by the big ball of fire that we know as the Sun, another physical god for many primitive civilizations. It was a new mystical and unattainable frontier, a new space to place their deities. And contrary to what the believers of the great three monotheistic religions take for granted, people really believed that Elohim -one of the first representations of the god that Jews, Christians and Muslims would inherit- lived physically on the sky.

But the concept of God had to gradually change again when natural philosophers started to study the Cosmos. Eventually, thanks to the telescope, a Dutch invention immediately perfected by Galileo, this hobby became a new science that disjointed the term 'astrology' from 'astronomy'. And again, the new unknowable mystery became just another physical space, a place that turned out to be pretty regular and predictable.

And so was born the current idea of God: a being nowhere to be seen but omnipresent, with no showings of power but all-powerful; contradictions that, again, are considered virtues instead of criticisms. Mystery is lifted above the observable and as such we have witnessed the blossoming of a 'spirituality' based on mysticism and murky ideas that must be ill-defined in order to avoid being exposed to critical analysis. As you surely have observed, it is hardly a question of an evolution filled with theological subtleties brought about by a greater understanding of 'Our Creator' but a push from knowledge that has been putting mysticism on the edge of existence. As a matter of fact, science has eroded or diluted the image of God and the supernatural, and that is why faith is barely standing over such a thin thread.

The scientific urge of exploration ousted faith in theistic religions from this Earth by margining God to the skies that primitive minds called "up". Not five centuries ago better observers with better tools caused a chain reaction that not only drove out the concept of God but practically stroke it down from the reality we live in. Science has stabbed God to death with Occam's razor. Thus has emerged the new almost deistic God and the 'spirituality' that poorly recycles oriental philosophies, both to hide in the fog.

And when the mist clears off again, they will realize that there is nothing behind.

(Leer la versión original: La virtud de la fe)

La ONU actúa contra Libia

La ONU acaba de autorizar una zona de exclusión aérea sobre Libia. La resolución de la ONU exige un alto al fuego inmediato, autoriza la protección de Bengasi por parte de estados miembros de la ONU (aunque prohíbe explícitamente la intervención de tropas extranjeras en tierra), establece una zona de exclusión aérea, fortalece el embargo de armas impuesto el 26 de febrero, añade restricciones de viaje a aquellos que ayudaron a reclutar mercenarios para Gaddafi y extiende la congelación de movimientos financieros a siete personas más y también a varias entidades financieras libias.


Debe quedar claro que, si bien bajo la zona de exclusión aérea los aviones militares tienen prohibido volar, Gaddafi no responderá ante ninguna decisión extranjera, así que las fuerzas de la coalición tendrán que bombardear las fuerzas aéreas de Libia, incluyendo las bases.

La alianza militar de la OTAN discutirá hoy sus posibilidades. De momento, Gran Bretaña, Francia, EE. UU., Noruega y Catar han confirmado que formarán parte de la campaña, cuyo comienzo se prevé entre hoy y el lunes. En las calles de Bengasi la muchedumbre que veía la televisión en una proyección se ha puesto a celebrar tras ver como anunciaban la resolución, y parece que tienen fuerzas renovadas.

Si Gaddafi no toma Misurata y Bengasi antes de la intervención de la ONU, es probable que cambien las tornas y realmente estemos viendo los últimos días de su régimen.

Crisis en Japón y venganza por Pearl Harbor

La temática de Ciudadanos del Mundo se centra en asuntos sociopolíticos y es por eso que hasta ahora no hemos comentado nada del seísmo que ha devastado Japón, pero por otro lado no tiene mucho sentido ignorar el séptimo mayor terremoto de la historia.

No vengo a dar noticias sobre esta crisis medioambiental, ya que es tarde para eso y seguramente todos estaréis ya informados del seísmo, el tsunami y para colmo la crisis nuclear en potencia que está devastando Japón mientras Libia lucha su guerra civil. Aunque el informe de bajas confirmadas muestra un número relativamente pequeño (alrededor de los 3700), no debemos sorprendernos.


¿Por qué no es una sorpresa? Por un lado, Japón está preparada para seísmos: sus edificios están construidos teniendo en cuenta los constantes terremotos de la región y el gobierno tiene planes para sucesos como estos. En cambio, existe otro lado mucho más torvo pero realista: el subsecuente tsunami ha engullido ciudades y pueblos enteros, dejando el número de desaparecidos en los cientos de miles. Por desgracia, la gran mayoría de los desaparecidos pasarán a la lista de muertos en las próximas semanas.

En última instancia, habrán muerto cientos de miles de personas, en lo que supone el peor desastre en Japón desde la segunda guerra mundial, con escalofriantes parecidos si la crisis nuclear va a más -aunque parece improbable- y las plantas nucleares Fukushima I y Fukashima II sufren una fusión de núcleo similar a la de Chernóbil en 1986.


Como ya he dicho, no estoy aquí para entregar un informe sino para enviar un mensaje de solidaridad a los japoneses, que han sufrido un golpe difícilmente reparable. Las imágenes que acompañan el texto muestran la destrucción causada por este desastre natural, que por cierto una cantidad sorprendente de ciudadanos estadounidenses y usuarios de redes sociales ha interpretado como "venganza" por el ataque nipón a Pearl Harbor en 1941, olvidando por lo visto el contraataque nuclear estadounidense y, por supuesto, dando por hecho la existencia de un Dios justiciero del lado de EE. UU.

Obviando el daño que causa la fe en su forma conservadora, existe otra forma mucho menos dañina practicada por la gran mayoría que se resume en una frase: "Rezad por Japón". En realidad no es un resumen sino la completa descripción de las acciones de muchos creyentes que creen estar ayudando al rezar, cuando lo que hacen en realidad es limpiar sus conciencias de toda responsabilidad como seres humanos empáticos que somos, delegando el trabajo a la figura paternalista de ahí arriba.


Sin duda, es también una muestra sincera de solidaridad, pero tengo un mensaje para aquellos que creen que sus rezos sirven para algo más: haced algo. Si bien las donaciones suelen ser menos útiles de lo que la gente cree, hay muchísimas organizaciones a las que podéis ayudar en su envío de ayudas humanitarias, lo cual será de grandísima ayuda en comparación con rezos autocomplacientes en vano: la Cruz Roja de Hong Kong y la Estadounidense, Médicos sin fronteras y otras muchas organizaciones ya admiten donaciones dirigidas específicamente a este desastre medioambiental, y Google ha creado una versión japonesa de su Buscador de Personas para que la gente pueda buscar a sus familiares perdidos y todos nosotros podamos añadir la información que tengamos sobre alguien desaparecido.

Como ya he leído en varias campañas: no recéis, sino actuad.

La virtud de la fe

En las discusiones acerca de la religión y el daño que causa directa o indirectamente, siempre se suele llegar a un punto intermedio en el que el defensor pretende dejar clara la gran diferencia entre el fundamentalismo al que los laicos parecemos estar atacando realmente y las formas más moderadas de la religión o especialmente lo que llaman "espiritualidad". Aunque no solemos saber explicarlo, los críticos acabamos con la vaga sospecha de que el oponente acaba de argumentar contra un hombre de paja.

¿Por qué se da este interesante pero frustrante fenómeno? No es solo porque la forma prevaleciente de la religión entre el vulgo del país más poderoso del mundo no sea en absoluto como las formas sofisticadas que presentan algunos filósofos. Va más allá. La realidad es que el crítico no está argumentando contra los efectos de la religión, sino que los muestra como prueba de sus fundamentos fallidos. El problema no es la religión o la espiritualidad, sino el elemento esencial en el que estas y otras prácticas se basan: la fe.

El defensor de las religiones no ha puesto en boca del crítico una parodia de sus palabras reales, pero sí que está dando por hecho que la base de las religiones no es el problema. En otras palabras, está dando por hecho la virtud de la fe.

Antes de nada, ¿qué es la fe exactamente? Aunque la palabra puede equipararse a "creencia", ha de hacerse una distinción vital: la creencia es la convicción de que algo es cierto al margen del método utilizado para llegar a esta. Una creencia puede estar justificada o no estarlo en absoluto. En cambio, la fe implica confianza total, ciega e incondicional en una figura de autoridad, normalmente adjudicada a alguna deidad o profeta, aunque yazca en realidad en quien haya indoctrinado al creyente.

¿Por qué debemos dar valor alguno a una creencia basada en una autoridad, 'incuestionable' solo según sus representantes? Es una receta para el desastre que se manifiesta también en la deificación de figuras políticas. Quizá el siglo XX habría sido muy distinto si la población mundial hubiera estado preparada para combatir la manipulación emocional en las Guerras Mundiales y la Guerra Fría. Igualmente, el onus probandi pesaba sobre los hombros de la administración del ex-presidente George W. Bush a la hora de justificar la invasión de Afganistán -pero el pueblo estadounidense tenía los estándares de pruebas por los suelos gracias a la fe, que así ha servido a líderes políticos y religiosos durante milenios.

Por otro lado están los científicos. Debido a las afirmaciones con cierta seguridad de los especialistas, en este mundo de relativismo sociocultural en el que 'todos tienen razón' a la ciencia se le suele acusar de ser tan fundamentalista y absolutista como la religión en su estado puro. Y para ver el fallo de esta argumentación no hay más que reiterar la diferencia entre creencia y fe; no importa la gran o nula seguridad que tengas sobre cierta cuestión, sino el medio utilizado para llegar a tus conclusiones. Por definición y evidencia histórica, la ciencia revisa sus teorías según dicten las nuevas observaciones; y así la fe supone un gran contraste, que en la misma situación se presenta como la negación de dichas observaciones para poder preservar una creencia.

Todos consideramos una virtud la creencia basada en pruebas y en cambio obviamos la fe por su estatus pasado en una sociedad religiosa. Simplemente no podemos alabar la integridad del método científico o resaltar la importancia de las pruebas en general y al mismo tiempo mantener creencias fundamentales sin basarnos en pruebas. Esta contradicción no podría mantenerse si no existiera la terrible tendencia histórica de elevar a la religión sobre el pensamiento crítico convirtiendo a la fe en una virtud falsamente axiomática.

Simplemente, no hay razón alguna para hacer tal cosa dejando de lado la tradición. 'Autoridad' y 'Tradición' son los dos pilares de la creencia religiosa; pilares que, por suerte, han empezado a desmoronarse tras la aparición relativamente reciente de un mundo tecnológica y socialmente progresivo.

El fundamento de la religión no tiene cabida en el mundo actual y es por eso que su representación más habitual ha ido degenerando en formas más sutiles. Muchos replicarán con que el concepto de Dios ha evolucionado para mejor. Sin duda, a primera vista parece ser así: desde el pueril "Dios de la montaña" al ser etéreo actual parece haber un paso hacia adelante, pero será mejor que analicemos la historia de esta evolución.

Cuando el Olimpo dejó de ser una cima inalcanzable y Jersualem fue derruida a pesar de la supuesta protección física de Elohim, los griegos y judíos tuvieron que admitir que sus dioses no eran de la Tierra, sino del Cielo, aquel vasto mantel de puntos nocturnos eclipsados durante el día por la gran bola de fuego que conocemos como 'Sol', otro dios físico más para muchas civilizaciones primitivas. Era una nueva frontera mística e inalcanzable, un nuevo lugar en el que colocar a sus deidades. Y al contrario de lo que muchos creyentes de las grandes religiones monoteístas dan por hecho hoy día, se creía de verdad que Elohim -una de las primeras representaciones del dios que heredarían los judíos, cristianos y musulmanes- vivía físicamente en el cielo.

Pero el concepto de Dios volvió a cambiar gradualmente cuando los naturalistas comenzaron a estudiar el cosmos. Con el tiempo, gracias al telescopio, un invento holandés perfeccionado inmediatamente después por Galileo, este pasatiempo se convirtió en una nueva ciencia que desparejó el término 'astrología' de 'astronomía' y el nuevo misterio inescrutable se convirtió en un espacio físico más, un lugar que resultó ser bastante normal y predecible.

Y así surgió la idea actual de Dios: un ser en ninguna parte pero omnipresente, sin muestras de poder pero omnipotente; contradicciones que, de nuevo, se consideran virtudes en lugar de críticas. Se eleva el misterio sobre lo observable. Con ello, también ha florecido la 'espiritualidad' basada en el misticismo e ideas turbias que deben estar muy poco definidas por miedo a estar expuestas a un análisis crítico. Como seguramente habréis observado, no se trata tanto de una evolución repleta de sutilezas teológicas causada por una comprensión mayor de 'Nuestro Creador' sino de un empuje por parte del conocimiento que ha ido dejando al misticismo en los margenes de la existencia. En efecto, la ciencia ha erosionado o diluido la imagen de Dios y lo sobrenatural, y es por eso que la fe se tambalea sobre tan fino hilo.

El afán científico de exploración desterró a la fe en las religiones teístas marginando a Dios en el cielo que mentes primitivas llamaban "arriba". Mejores observadores con mejores aparatos hará menos de cinco siglos fueron los causantes de comenzar una reacción en cadena que no solo desterró el concepto de Dios, sino que prácticamente lo fulminó de la realidad en la que vivimos. La ciencia apuñaló a Dios con la navaja de Occam. Así ha surgido el nuevo Dios casi deísta y la 'espiritualidad' que recicla de mala manera filosofías orientales, ambos para esconderse entre las nieblas.

Y cuando vuelva a despejarse la bruma, se darán cuenta de que no hay nada detrás.

(Read the English translation: The Virtue of Faith)

Nuevo gobierno egipcio

Ha comenzado el juicio contra un ex-ministro del régimen de Mubarak y se ha elegido a un nuevo Primer Ministro en Egipto, un conocido crítico del gobierno anterior que se ocupará de la transición hacia la democracia y que si no lo consigue, en sus propias palabras, "se unirá al pueblo en las protestas", que continúan para evitar la vuelta a la conformidad antes de los cambios necesarios, lo cual es una disposición muy loable.

En Túnez, la primera nación revolucionada y la que lo ha conseguido de la forma más pacífica, la situación es ahora similar. El Primer Ministro en funciones de 84 años electo para la transición, que no lleva en la política desde que Ben Ali ganó el poder y describió a su gobierno como una "pandilla de saboteadores", dijo que mañana se anunciará un nuevo gabinete.

Mientras tanto, todavía hay muchos lugares donde el polvo aún sigue revuelto. En Iraq, miles de ciudadanos se manifestaron ayer en las calles de varias ciudades contra la corrupción y el desempleo. En Yibuti hay protestas preparadas para hoy y en Beréin siguen protestando miles de personas en la capital, con razones basadas más en la discriminación religiosa que en las demandas obreras de los demás países.

La situación está más tensa en Argelia y Yemen. Tras el cese del estado de emergencia en Argelia, en Argel ha habido una supresión violenta contra los jóvenes manifestantes, dado que las protestas públicas siguen prohibidas. Mientras tanto, Yemen parece ser el próximo foco revolucionario. Los soldados han matado a cuatro manifestantes con artillería pesada. A la par que las protestas continúan con cada vez más vehemencia, llegando a crear una marcha de dos kilómetros de largo, un comité de académicos religiosos ha creado un plan para que el presidente deje su cargo para el final de año, pero por supuesto Saleh a rechazado la propuesta.


Pero las llamas están en Libia y por desgracia se están extendiendo en la dirección equivocada. Las fuerzas de Gaddafi asaltaron el pueblo de Ajdabiya, además de bombardearlo, y mataron a los que atendieron un funeral por los revolucionarios muertos. Además, los pro-Gaddafi llegaron a tomar Az Zawiyah, un pueblo relativamente cercano a la capital, cobrando la vida de treinta personas. De todas formas, la lucha siguió y la retomaron los revolucionarios, aunque las tropas de Gaddafi no se han retirado y siguen intentando conquistar la región.

Por otro lado, ayer se reunieron alrededor de mil personas para manifestarse contra Gaddafi en Tripoli, que además de ser la capital es el centro de las fuerzas todavía leales al dictador. Además, la ciudad de Ras Lanouf ahora está en manos de las fuerzas revolucionarias tras una división entre las fuerzas leales al gobierno.

Las noticias son escasas y empezaremos a informar sólo de los avances políticos o estratégicos, ya que la guerra civil en Libia parece ir para largo. Esperemos que no sea así.

Represión en África y más allá

Estos dos últimos días ha habido muchas noticias por todo Oriente Medio, el Norte de África y más allá. Después de que en Túnez las manifestaciones continuas obligaran al nuevo Primer Ministro en funciones a dimitir por su estrecho lazo con el régimen derribado de Ben Ali, otros dos ministros han seguido el mismo camino. Además, el fiscal general de Egipto se ha asegurado de no perder de vista a Mubarak, imponiéndole una prohibición de viaje.

En los países aun no revolucionados la mayoría de historias no son sobre justicia sino represión. En Oman, llevan cinco días seguidos de protestas con violencia esporádica, al igual que hoy en Jordania. El gobierno yemení intentó aplacar las protestas proponiendo un gobierno unitario, pero la oposición lo ha rechazado y se especula que Yemen se enfrentará pronto a una revolución. Los sudaneses que se manifestaron el lunes se enfrentaron a una fuerza policial aplastante, de forma similar a lo ocurrido ayer en la capital de Irán, Teherán, donde la policía aplacó a los manifestantes que se reunieron en el centro.


Mientras, las cosas no van demasiado bien lejos de las protestas, alzamientos y revoluciones de Oriente Medio y el Norte de África. En Croacia la semana pasada se reunieron para manifestarse alrededor de 15.000 ciudadanos de la capital, Zagreb, y la policía les recibió como podéis ver en la imagen superior. En la ciudad principal de Costa de Marfil, Abiyán, han muerto nada más y nada menos que entre 300 y 500 manifestantes masacrados por los militares, un genocidio más que ha pasado más o menos desapercibido en los medios.

En Vietnam han arrestado a un activista crítico del gobierno por alentar a una revolución al estilo de las revueltas en Oriente Medio, y en Zimbabue ha ocurrido algo similar, pero mucho peor: han arrestado a varios activistas de la oposición por manifestarse en contra del dictador Mugabe, otro de aquellos que han batido un record al llevar más de 31 años a cargo de su régimen. El punto crucial es que se les ha torturado y se les acusa de traición, un cargo que conlleva la pena de muerte. Al contrario de lo ocurrido en la mayoría de países en crisis, el gobierno zimbabuense va a ejecutar oficialmente a las caras de la oposición.

Pero como viene siendo estos últimos días, el punto crucial de interés es Libia. Mientras Gaddafi miente a la prensa internacional diciendo que "todo su pueblo le ama" y que los revolucionarios son en realidad de al-Qaeda, varios oficiales y soldados de las fuerzas armadas se han unido a los revolucionarios de Bangasi en Ajdabia, Braiga, Bisher, Ogaila, Sultan y Zwaitina. En cuanto al peculiar dictador, la verdad es que no queda claro si realmente está mintiendo sin ser consciente de la cantidad de información e imágenes en vivo sobre la revolución que han llegado a occidente o sí está guiado por ilusiones hasta tal punto, así de engañado por su completa desconexión con el pueblo libio.


El gobierno no se cruzó de brazos tras la liberación de varias regiones y han empezado a contraatacar. Bombardearon la ciudad liberada de Misurata y la asaltaron con soldados. Desde la capital, las fuerzas todavía leales a Gaddafi han recuperado dos pueblos al noroeste. En esta situación, se calcula que más de 140.000 libios han huido ya a Egipto y Túnez desde el día 20 de febrero. Mientras las Naciones Unidas se plantean la posibilidad de restringir el espacio aéreo libio para evitar más bombardeos por parte de Gaddafi, la mayor ciudad liberada y central de la revolución, Bengasi, se fortifica y se prepara definitivamente para atacar Tripoli y derrocar a Gaddafi.

En efecto, es muy probable que Libia caiga en una larga guerra civil si los revolucionarios no consiguen quitar a Gaddafi de en medio pronto. Con ambos extremos armados, organizados y luchando por conquistar territorios, ya no se trata de rumores de guerra sino de una guerra civil.