Represión en África y más allá

Estos dos últimos días ha habido muchas noticias por todo Oriente Medio, el Norte de África y más allá. Después de que en Túnez las manifestaciones continuas obligaran al nuevo Primer Ministro en funciones a dimitir por su estrecho lazo con el régimen derribado de Ben Ali, otros dos ministros han seguido el mismo camino. Además, el fiscal general de Egipto se ha asegurado de no perder de vista a Mubarak, imponiéndole una prohibición de viaje.

En los países aun no revolucionados la mayoría de historias no son sobre justicia sino represión. En Oman, llevan cinco días seguidos de protestas con violencia esporádica, al igual que hoy en Jordania. El gobierno yemení intentó aplacar las protestas proponiendo un gobierno unitario, pero la oposición lo ha rechazado y se especula que Yemen se enfrentará pronto a una revolución. Los sudaneses que se manifestaron el lunes se enfrentaron a una fuerza policial aplastante, de forma similar a lo ocurrido ayer en la capital de Irán, Teherán, donde la policía aplacó a los manifestantes que se reunieron en el centro.


Mientras, las cosas no van demasiado bien lejos de las protestas, alzamientos y revoluciones de Oriente Medio y el Norte de África. En Croacia la semana pasada se reunieron para manifestarse alrededor de 15.000 ciudadanos de la capital, Zagreb, y la policía les recibió como podéis ver en la imagen superior. En la ciudad principal de Costa de Marfil, Abiyán, han muerto nada más y nada menos que entre 300 y 500 manifestantes masacrados por los militares, un genocidio más que ha pasado más o menos desapercibido en los medios.

En Vietnam han arrestado a un activista crítico del gobierno por alentar a una revolución al estilo de las revueltas en Oriente Medio, y en Zimbabue ha ocurrido algo similar, pero mucho peor: han arrestado a varios activistas de la oposición por manifestarse en contra del dictador Mugabe, otro de aquellos que han batido un record al llevar más de 31 años a cargo de su régimen. El punto crucial es que se les ha torturado y se les acusa de traición, un cargo que conlleva la pena de muerte. Al contrario de lo ocurrido en la mayoría de países en crisis, el gobierno zimbabuense va a ejecutar oficialmente a las caras de la oposición.

Pero como viene siendo estos últimos días, el punto crucial de interés es Libia. Mientras Gaddafi miente a la prensa internacional diciendo que "todo su pueblo le ama" y que los revolucionarios son en realidad de al-Qaeda, varios oficiales y soldados de las fuerzas armadas se han unido a los revolucionarios de Bangasi en Ajdabia, Braiga, Bisher, Ogaila, Sultan y Zwaitina. En cuanto al peculiar dictador, la verdad es que no queda claro si realmente está mintiendo sin ser consciente de la cantidad de información e imágenes en vivo sobre la revolución que han llegado a occidente o sí está guiado por ilusiones hasta tal punto, así de engañado por su completa desconexión con el pueblo libio.


El gobierno no se cruzó de brazos tras la liberación de varias regiones y han empezado a contraatacar. Bombardearon la ciudad liberada de Misurata y la asaltaron con soldados. Desde la capital, las fuerzas todavía leales a Gaddafi han recuperado dos pueblos al noroeste. En esta situación, se calcula que más de 140.000 libios han huido ya a Egipto y Túnez desde el día 20 de febrero. Mientras las Naciones Unidas se plantean la posibilidad de restringir el espacio aéreo libio para evitar más bombardeos por parte de Gaddafi, la mayor ciudad liberada y central de la revolución, Bengasi, se fortifica y se prepara definitivamente para atacar Tripoli y derrocar a Gaddafi.

En efecto, es muy probable que Libia caiga en una larga guerra civil si los revolucionarios no consiguen quitar a Gaddafi de en medio pronto. Con ambos extremos armados, organizados y luchando por conquistar territorios, ya no se trata de rumores de guerra sino de una guerra civil.

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