¿Revolución global?

Aunque el mundo y estos informes se centran ahora en Libia, antes en Egipto y tardíamente en Túnez, el resto del mundo árabe no para, y de hecho ha ido más allá.


A día de hoy, Túnez, Egipto y Libia se han visto con revoluciones de trascendencia histórica. No sólo eso, sino que en Túnez han seguido protestando para quitar del cargo al Primer Ministro en funciones por su estrecha relación con el dictador derribado Ben Ali, y lo han conseguido. Igualmente, el pueblo egipcio no se ha echado a tomar el sol tras derrocar a Mubarak y ha seguido exigiendo sus derechos. Mientras tanto, Argelia, Beréin, Irán, Iraq, Jordania, Omán (donde murieron ayer dos manifestantes) y Yemen sufren protestas considerables, además de los incidentes menores en otros países.

En cambio, la crisis va más allá, ya que las protestas se han extendido a otros muchos países, inspirados por las revoluciones en Túnez y Egipto: aunque de bastante menor calibre que en las manifestaciones centrales, se han visto protestas por razones similares en Albania, Bolivia, Camerún, China, Gabón, India, Corea del Norte, Senegal, Uganda, Vietnam y Zimbabwe.

Además ha ocurrido algo que nadie esperaba. Si bien las razones de las manifestaciones son distintas y no tienen una conexión directa, es cierto que las protestas en el mundo árabe y más allá han inspirado a los funcionarios, sindicalistas, estudiantes y ciudadanos de Wisconsin. Sí, Wisconsin de los Estados Unidos de América está sufriendo protestas de gran calibre.


¿La razón? Scott Walker, el Gobernador Republicano de Wisconsin, propuso una reforma legislativa el 15 de febrero que en esencia eliminaría los derechos de contrato colectivo de trabajo para funcionarios sindicalistas. Desde entonces, los ciudadanos de Wisconsin han estado protestando este ataque contra los sindicatos en el edificio del Capitolio de la capital de Wisconsin, Madison. Solo un día después eran 30.000, para el 19 de febrero eran 75.000 y hará dos días se reunieron en las calles casi 100.000 ciudadanos del Estado de Wisconsin.

Por supuesto, nada de esto capta tanto nuestra atención como el alzamiento de Libia, en el que se calcula que ya habrán perdido la vida entre 2000 y 3000 personas. Aun así, todavía Gaddafi se niega a dimitir. Al contrario: sigue desafiante y armando a la ciudadanía de Tripoli mientras les miente al decirles que los manifestantes son terroristas de al-Qaeda y que no se crean las 'mentiras' de que gran parte de las fuerzas del ejército se han pasado de bando. Parece que el enfrentamiento entre los revolucionarios y las fuerzas todavía leales o coaccionadas por Gaddafi es inminente.


De hecho, se ha informado de varios revolucionados dirigiéndose a Tripoli desde Bengasi, que se ha convertido en el corazón de la revolución libia. Además, el segundo aeropuerto militar más importante del país, el Al Banin cercano a Bengasi, ha caído en manos de la oposición cuando el personal de la base ha decidido unirse a la revolución popular. Esto supone un gran golpe al régimen de Gaddafi, que se está empezando a quedar sin ciudades, sin canales petrolíferos, sin tropas y ahora sin aviación militar.

Teniendo en cuenta la importancia de Bangasi en la revolución, no es de extrañar que fuera en dicha ciudad liberada donde se empezó a discutir la creación de un gobierno paralelo con ayuda del ex-Ministro de Justicia, aunque finalmente sólo se haya creado un concilio para "dar una cara a la revolución", lo cual ayudará a organizar una fuerza cohesiva contra Gaddafi.

Los tunecinos y egipcios nos han mostrado con las protestas continuas aun tras el derrocamiento de sus dictadores que esta se trata de una revolución popular, para bien y para mal, y que no permitirán la sustitución de un régimen por otro. Al pesar de estos deseos de los activistas, eso es precisamente lo que puede ocurrir con peligrosa facilidad.

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