La Banca siempre... ¿pierde?

Wall Street lleva semanas petrificada ante la posibilidad de otra recesión y, como no puede ser de otra manera, esta inacción ha resultado en una mayor posibilidad de otra crisis y por tanto en más miedo. En un solo día la deuda nacional se elevó 238 mil millones de dólares, lo cual no había ocurrido desde la 2ª Guerra Mundial. Al instante, EE. UU. perdió su calificación de crédito 'AAA' , la máxima confianza que se tiene en un país para que devuelva su deuda. Darse cuenta de que se habían único al selecto grupo de países como Grecia, Italia y El Líbano con mayor deuda pública que producto interior bruto solo alimentó las llamas.

A mediados de agosto los Estados Únidos estuvieron a dos días de entrar en suspensión de pagos y por tanto en gran peligro de bancarrota porque el Senado tardó hasta el último segundo para actuar. Las repercusiones internacionales no vacilaron en aparecer: la Bolsa europea se está hundiendo bajo el peso de la temible quiebra de Grecia (más adelante veremos que Italia y España no se libran) y de una recaída en una crisis con la que media Europa aún no ha conseguido lidiar.

Durante todo este embrollo, analistas y profesionales financieros han sido tan extremadamente perspicaces como de costumbre al percibir que esto se parece mucho a la recesión de 2008. Lo que estos analistas y profesionales financieros prefieren obviar es que, si bien ya se ha puesto en marcha el aumento de la actividad económica de varios países europeos y por tanto no puede considerarse una recesión, la crisis sigue muy presente, desde la catástrofe de Grecia hasta las medidas de austeridad en España, Italia e incluso Gran Bretaña.

Ahora mismo la Bolsa española está peor de lo que estuvo a comienzos de 2009. O sea, fatal. La respuesta en forma de reforma constitucional ha resultado en protestas por la capital. Acordada casi unánimemente por la posición unísona del PP-PSOE a pesar de la disidencia de la izquierda y de los nacionalistas (a excepción de UPN), la reforma establece en la constitución la idea de una "estabilidad presupuestaria" (un limite al déficit) que las autonomías deberán respetar acorde con su PIB.

No existen números concretos ni queda muy claro cuáles serán las consecuencias para "cada Administración Pública en caso de incumplimiento" de esta reforma del artículo 135 de la constitución, ya que de ello se ocupará una Ley Orgánica -una ley que llegará en medio año como mucho. Esto significa que las quejas actuales se acallarán con «Esperad a que se concrete la reforma legislativamente» y las futuras con «Deberíais haberos hecho oír durante la reforma constitucional; ahora no hay vuelta atrás». Oh, la magia de los políticos.

Mientras tanto el gobierno italiano ha actuado ante su crisis como cabía esperar. Berlusconi ha subido el IVA en plena huelga general y ese solo es el primer paso. El sindicato principal del país, el CGIL de postura comunista, convocó una huelga para el martes que se extendió por cien ciudades. En esta huelga los ciudadanos protestan contra las medidas de austeridad del 15 de julio y el plan de estabilidad del 12 de agosto, ya que estas reformas han resultado en mayores tasas a trabajadores y jubilados y en recortes a los servicios y sanidad.

Todo ello se ha puesto en marcha a pesar de que había opciones adicionales -consideradas en borradores de las reformas pero descartadas en el último momento- como el "impuesto de solidaridad" que pagarían aquellos con rentas anuales superiores a los 90.000€.

Sin duda, no debería sorprendernos la práctica derechista común de eliminar servicios sociales y subir impuestos a los pobres mientras se sigue agasajando y mimando a los ricos. Y aunque no nos sorprenda, nos sigue enfureciendo. Quizás sea una buena señal: significa que no estamos tan acostumbrados como para tomarlo por la norma. Aunque sea la norma.

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