Astrología

Ya que últimamente he tratado el tema de la superstición y más específicamente la religión, he pensado que sería una buena idea adentrarme en el mundo de la astrología en honor al famoso astrofísico estadounidense Carl Sagan.

La astrología es un sistema de creencias que sirvió para la creación de la astronomía, una ciencia legítima, pero su madre primitiva no murió e incluso a día de hoy una parte considerable de la población 'cree' en ello, si bien pocos se lo toman como un sistema de creencias tan estricto como una religión establecida. A ellos no pretendo convencerles de la ilegitimidad de su superstición, pero sí a los creyentes pasivos y a los agnósticos puros. No hace falta mucho material para convertir a alguien en ateo-agnóstico de la astrología.

Para comprender por qué no hace falta mucho material, empecemos gradando esta superstición comparándola con la creencia en deidades. El deísmo, el concepto filosófico de que hay una deidad creadora, no puede refutarse. Aunque no es ni pretende ser observable, al mismo tiempo no sugiere un ente que se entromete en nuestras vidas. Por tanto, no se trata de un fenómeno contradictorio, aunque sí innecesario y es fácil convertirse en ateo del deísmo al usar inadvertidamente la navaja de Ockham. En cambio, la astrología no toma una posición similar. Al igual que las deidades más definidas y establecidas, la astrología pretende ser una ciencia, una observación de fenómenos reales; y al autoconsiderarse real y observable en la naturaleza, es fácil de comprobar.
«La astrología se desarrolló como una disciplina extraña, una mezcla entre la observación cuidadosa, las matemáticas y sistemas de registro y un pensamiento borroso y fraude piadoso. De todas formas, la astrología sobrevivió y floreció. ¿Por qué? Porque parece proporcionar una trascendencia cósmica a la rutina de nuestro día a día. Pretende satisfacer nuestros anhelos de sentirnos conectados personalmente al universo. La astrología sugiere un fatalismo peligroso. Si nuestras vidas están controladas por una colección de señales de tráfico en el cielo, ¿por qué íbamos a intentar cambiar nada? [...]

Resulta que los astrólogos ni siquiera pueden ponerse de acuerdo en qué significa cierto horóscopo. En pruebas cuidadosas, son incapaces de predecir la personalidad y el futuro de gente de la que no conocen más que la fecha y lugar de nacimiento. Además, ¿cómo podría funcionar? ¿Como podría afectarme entonces o ahora que Marte estuviera alzándose en mi nacimiento? Nací en una habitación cerrada. La luz de Marte no podía entrar. La única influencia de Marte que podría afectarme es su gravedad, pero la influencia gravitacional del tocólogo era mucho mayor que la de Marte. Marte es mucho mayor pero el tocólogo estaba mucho más cerca.

El deseo de estar conectado con el cosmos refleja una realidad profunda. Estamos conectados. No en la forma trivial que promete la pseudociencia de la astrología, sino en sentidos más profundos. Nuestro pequeño planeta está bajo la influencia de una estrella. El sol nos calienta, guía el clima y sustenta todo ser vivo. Hace cuatro mil millones de años trajo la vida a la Tierra»
-Carl Sagan, Cosmos.
Antes de empezar a desmontar la astrología, será mejor definirla y ponerla en contexto: es un sistema de creencias que supuestamente predice el destino individual y social mediante el estudio de la posición y del movimiento de los astros, ya que sus practicantes afirman que las posiciones de estos ejercen influencia sobre nuestra personalidad, físico y sucesos importantes en nuestras vidas o en la sociedad. Aunque en la antigüedad 'astrología' era sinónimo de 'astronomía', o sea, del estudio científico de los cielos, empezaron a separarse en el Renacimiento gracias a personajes como Nicolás Copérnico y Johannes Kepler, dejando a la astrología en posición de pseudociencia o superstición.

¿Por qué es relevante esa introducción? No es tanto porque fuera rechazada por los especialistas en el campo hará cuatro siglos, sino porque la antigüedad de esta práctica atestigua en contra de ella. Hace dos mil años no conocíamos el cielo como lo conocemos ahora: hoy día sabemos que en realidad no hay 'firmamento' alguno, especial para la Tierra. No solo deberíamos aceptar el modelo geocéntrico para dar validez a la astrología, sino que incluso así la observación resulta ser extremadamente incompleta si la comparáramos con nuestros conocimientos actuales acerca de los astros. Sagan puso algunos ejemplos en su última obra antes de morir, "El mundo y sus demonios":
«En unas cuantas frases se puede formular un buen número de críticas válidas de la astrología: por ejemplo, su aceptación de la precesión de los equinoccios al anunciar una "era de Acuario" y su rechazo de la precesión de equinoccios al hacer horóscopos; su ignorancia de la refracción atmosférica; su lista de objetos supuestamente celestiales que se limita principalmente a objetos conocidos por Tolomeo en el siglo II e ignora una enorme variedad de nuevos objetos astronómicos descubiertos desde entonces (¿dónde está la astrología de asteroides cercanos a la Tierra?); la incoherente demanda de información detallada sobre el momento del nacimiento en comparación con la latitud y longitud de nacimiento; la imposibilidad de la astrología de pasar el test de los gemelos idénticos; las importantes diferencias en horóscopos hechos a partir de la misma información de nacimiento por diferentes astrólogos, y la ausencia demostrada de correlación entre los horóscopos y los tests psicológicos, como el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota».
Aunque todas las críticas sean validas, y de hecho destruyen individualmente la veracidad de esta creencia, ha de hacerse especial hincapié en el problema que surge con la antigüedad del modelo astrológico: los signos del zodiaco ya no concuerdan con los del tiempo de Tolomeo. Bill Nye lo dijo con claridad:
«Probablemente sepas tu signo... ¿o no? Intenta hacer lo siguiente: espera a tu cumpleaños, quédate despierto toda la noche y fíjate por dónde sale el sol. Pasará por una de las doce constelaciones del zodiaco: si soy sagitario, esperaré que en mi cumpleaños pase por la constelación Sagitario. Y así era... hace dos mil años, cuando los babilonios crearon todo esto. Pero ahora no: en los últimos dos mil años, la Tierra se ha bamboleado como una peonza. Así que ahora, en mi cumpleaños, el sol pasa por la constelación Escorpio, no Sagitario. Así que quizás tengas que ser capricornio para ser sagitario, y los escorpio deberían ser libras. Los astrólogos están todo un signo más allá. En otros dos mil años será dos signos, pero no parece que les importe».
Habría que remarcar que no existe la distinción en la que muchos creen: no hay una astrología 'falsa' con horóscopos de revista barata y otra 'real' de brujas y filósofos. Ambas son falsas, si bien por razones distintas. Eso sí, es cierto que la versión de revista, que por suerte no muchos se toman realmente en serio (aunque la mayoría sí que crea un poco en ello y lea su predicción semanal 'por si acaso'), se puede comprobar como falsa con mucha más facilidad. Magos de espectáculo como Derren Brown ya han mostrado el fenómeno llamado efecto Barnum, en el que «los individuos darán aprobación de alta precisión a descripciones de su personalidad que supuestamente han sido realizadas específicamente para ellos, pero que en realidad son generales y suficientemente vagas como para ser aplicadas a un amplio espectro de gente».

La verdad es que no se salva ninguna clase de astrología. Es tan fácil encontrar fallos lógicos y empíricos en sus afirmaciones que a veces me pregunto cómo es que tanta gente cree en ello. Por supuesto, existen explicaciones: parece proporcionar una importancia cósmica a nuestra existencia y establece cierta sensación de previsibilidad ante un mundo aparentemente tan complejo e impredecible. Pero, aunque así se pueda explicar por qué no suele recibir el escrutinio escéptico que merece, no es tan importante mencionarlo. Como dijo Carl Sagan, no afecta para nada al aspecto de si funciona o no, y la mejor forma de convencer a alguien de que no es cierto es con pruebas como a las que aquí se hace referencia y no con suposiciones o incluso hechos sobre la credulidad de los creyentes.

2 comentarios:

Héctor dijo...

Muchas supersticiones se pueden explicar desde la concepcion de la correlación ilusoria, en sus distintas aproximaciones.

en este caso, se explica mediante un sesgo de no considerar todos los ensayos:
Para determinar si A correlaciona con B, deberiamos tener en cuenta todas las situaciones en las que aparecen ambas, en las que aparece A pero no B, en las que aparece B pero no A y en las que no aparece ninguna. por desgracia, en la vida real las situaciones en las que no aparece B son todas, por lo que al ser tan inabarcables no las tenemos en cuenta...es decir: cuando el horoscopo (o el mago de turno) me acierta se me enciende una bombillita en la cabeza que dice "ey! me ha acertado!". cuando no me acierta, se me olvida enseguida. eso acaba produciendo un condicionamiento del que no somos plenamente coscientes, y provoca que creamos en ello, no sabemos muy bien por qué.

LukaNieto dijo...

Sí, debería haberlo puesto también. Es muy típico: "Adivinó tal o cual"... pero no todo lo demás. Las proporciones no son tan buenas como nuestro cerebro tiende a pensar, ya que solo captamos lo que nos impresiona.

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