Se propaga la violencia en la primavera árabe

Las protestas y revoluciones en Oriente Medio y África del Norte, que ya se han extendido más allá de los países árabes, siguen avanzando sin final previsible. Recapitulando: los países más afectados han sido Túnez y Egipto, con revoluciones llevadas a cabo con éxito si bien pagadas con mucha sangre; en Jordania el rey despidió al presidente y al gobierno; las manifestaciones más extendidas han ocurrido y siguen ocurriendo en Argelia, Beréin, Irán, Libia, Marruecos, el Sahara Occidental y Yémen, con incidentes menores en Iraq, Kuwait, Mauritania, Omán, Arabia Saudita, Somalia, Sudán, Yibuti y Siria.

En efecto, la situación va mucho más allá de los países musulmanes en los que empezaron las protestas, extendiéndose por toda la región conocida en inglés como 'MENA', Oriente Medio y África del Norte:


Las noticias son escasas en gran parte de la región. En Argelia, el 19 de febrero los manifestantes intentaron hacerse con una plaza como centro de protestas, pero no lo consiguieron. Ese mismo día en Yibuti la tensión creció entre los manifestantes y las fuerzas de la ley. Que se sepa, sólo han muerto dos personas, un policía y un ciudadano. En Irán, el gobierno ha amenazado directamente e indirectamente a través de los medios que está dispuesto a disparar contra los manifestantes, aunque no parece que haya ocurrido de momento.

En Marruecos miles de personas se han manifestado pidiendo cambios constitucionales y el fin de su autocracia. En Jordania ha habido luchas entre los manifestantes y ciudadanos que salieron a la calle para mostrar su apoyo al gobierno. En Kuwait han protestado miles de personas y hay una gran manifestación preparada para el 10 de marzo. En Arabia Saudita han arrestado a los intelectuales, activistas y abogados que crearon un partido ilegal de oposición. En Yemen han seguido las protestas desorganizadas, algunas pacíficas y otras violentas; por un lado 3000 estudiantes se han unido a las protestas, pero hoy también ha supuesto el primero uso documentado de armas por parte de los manifestantes.


Mientras tanto, las cosas en Libia y Beréin siguen siendo más parecidas a lo que se convirtió en la revolución de Egipto. En Libia, el gobierno ha seguido disparando contra sus ciudadanos. La oposición al gobierno ha pedido ayuda a las fuerzas internacionales para evitar la inevitable masacre del pueblo por parte del gobierno, pero no ha habido respuesta y las cosas sólo empeoran.

Como ocurrió en Beréin, se ha usado artillería y también helicópteros armados contra los manifestantes, pero en Libia han ido un paso más allá al atacar a la población con lanzamisiles anti-aéreos, resultando en casi 300 muertos sólo en Bengasi, centro de las protestas y segunda ciudad más grande de Libia. Pero los ciudadanos no han parado: ya son cientos de miles y, además, varios militares han desertado para unirse a las protestas. A este paso, con la vehemencia imparable del pueblo y las acciones insensatas del gobierno, una revolución es más que probable.


En Beréin, la policía y los militares seguían disparando indiscriminadamente a cualquier manifestante en las calles hasta hace poco. Hay vídeos que lo prueban, aunque no sean precisamente agradables. En cambio, aunque el día 18 se cebaron matando a manifestantes, a los que asistieron a funerales por las víctimas anteriores y a reporteros, el día siguiente el gobierno decidió retirar a la armada y luego a la policía. Quizá el primer paso sensato por parte de su gobierno.

Sin duda, Libia parece ser la nación más propensa explotar después, lo cual supondría la tercera revolución en estas protestas que ya han cobrado la vida de casi 1000 personas en 18 países distintos. Aunque sea un impulso emocional, es difícil justificar intelectualmente tantas muertes por un fin inseguro en el que los fanáticos religiosos bien pueden tomar las riendas.

2 comentarios:

Borja Oyón dijo...

La revolución es imparable, independientemente de helicoptero artillados o lanzamisiles, el mundo quiere cambiar.

Muy buen artículo. ;)

Jacques.fr dijo...

Yo ante todo esto lo que me planteo es cuál es el papel de Occidente en todo esto. La serie de revoluciones y protestas en países árabes de las últimas semanas nos sirven de recordatorio a nuestra propia política exterior, basada en una doble moral: apoyar en teoría los movimentos pro-democracia; y apoyar en la práctica a los dictadores de oriente próximo con la esperanza de que su opresión incluyese a los islamistas radicales, que tanto miedo nos dan.
Al respecto de esto:
http://politicaenlacornisa.blogspot.com/2011/02/revoluciones-arabes-2-parte-el-papel.html

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