Masacre en Libia

El alzamiento de Libia, cuyo fin en revolución parece ya la única opción, ha superado en bajas al resto de protestas árabes, con quizás más de 500 muertos en menos de una semana. Sólo en Bengasi ha habido 300 muertos, aunque el ejército ya se ha retirado de la ciudad.

La razón principal de la discrepancia entre Libia y los demás países en crisis es que el gobierno ha atacado al pueblo con fuerza militar, no sólo policial. Ayer, aviones y helicópteros de las fuerzas aéreas lanzaron ataques contra los manifestantes, incluyendo una procesión funeraria. Por otro lado, dos pilotos se negaron a hacerlo y desertaron, pidiendo asilo político en Malta. Además, las protestas por fin llegaron a la capital, donde los manifestantes han quemado el edificio del "Congreso General del Pueblo", el edificio de la televisión estatal y al menos una estación de policía en Tripoli. Las fuerzas internacionales han dejado de ignorar la situación y han declarado claramente que se trata de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Es un genocidio.

Pero el dictador Gaddafi, que lleva más de cuarenta años en el cargo, sigue sin dimitir. Al contrario: además de los ataques aéreos contra la población, ha empezado a bombardear a la población de Tripoli desde naves de la Marina, causando muertes innumerables. Sólo en la ciudad, ha habido por lo menos 61 muertos registrados, aunque con los bombardeos el número probablemente sea mucho mayor.


Por supuesto, muchos entre la armada no están dispuestos a llevar a cabo lo que varios diplómatas de Libia han calificado como genocidio justo antes de dimitir. Gran parte de la armada está luchando contra las fuerzas de Gaddafi, cuyo régimen parece estar al borde del precipicio, y un grupo de oficiales ha pedido a sus soldados que se unan al pueblo para destronar a Gaddafi. Se dice que Gaddafi depende de los 5000 hombres de su propio clan de un total de 45.000, y que por tanto será incapaz de llevar su plan a cabo; no podrá silenciar a la población. En cambio, sí que puede debilitar al país hasta llevarlo al desastre, lo cual parece ser su nuevo plan: reducir el número de oponentes en escaramuzas, dañar la economía saboteando las reservas petrolíferas y en general dañar la infraestructura. Afirma que "tiene el dinero y las armas para luchar durante mucho tiempo".

Con un ejército partido en dos y un dictador que no sólo no está dispuesto a dimitir sino que llega a masacrar a su propio pueblo, una guerra es más que probable. De hecho, si no fuera porque la situación es nueva, ya podría considerarse que tienen entre manos una guerra del gobierno contra el pueblo. Como ocurre con todas las guerras civiles, uno no puede sino pensar en su inútil pérdida de vidas.

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