Escépticos - ¿Hijos de Dios?

Este episodio de Escépticos se mete con la mayor vendedora de fraudes y placebos de la historia: la religión, desde la institución de la iglesia a las mismas ideas teológicas.


El episodio empieza con un «Yo creo que hay algo» y esta es precisamente la forma vagamente deísta, si es que puede definirse siquiera así, en la que creen la mayoría de las nuevas generaciones. En cierto sentido abraza el propósito de la New Age: ser increíblemente inespecífico hasta el punto de no decir nada aunque parezca que se esté diciendo mucho y, por supuesto, nunca -jamás- definir los términos. ¿Y acaso esto no resume a la fe?

Luego están los religiosos a la antigua: quieren a sus dioses muy concretos, juiciosos y discriminatorios respecto a minucias de la vida diaria. Sin duda son más peligrosos, pero también es más fácil de discutir con esta clase de religiosos: definen sus términos y saben lo que creen y, si se trata de una persona por lo demás racional, no es imposible que se le pueda convencer de que está equivocado a través de la lógica pura. ¿Pero qué puede hacerse con aquellos que "creen en algo", tan aterrorizados de tener que pensárselo dos minutos y descubrir que no tienen razones para creer en lo que creen? Es toda una paradoja que esta clase de religiosos, normalmente gente mucho más progresiva, afable y tolerante sea capaz de sacar a cualquiera de sus casillas más que ningún religioso clásico.

Además, los más extremistas tienen razón en algo: la separación entre la ciencia y la religión es falsa. Lo que ocurre es que ante esa realidad ellos ignoran los hechos conscientemente y creen literalmente en sus escrituras, y los racionalistas confían en las pruebas. Pero los religiosos más modernos insisten en una separación absoluta entre los magisterios de la ciencia y la religión... excepto que prácticamente todas las afirmaciones religiosas son existenciales y, tanto en la práctica como al menos en teoría, comprobables.

De una forma u otra ambas clases de religiosos ignoran sistemáticamente distintos grupos de hechos que se apilan incómodamente bajo sus narices con el avance de la modernidad.

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