El libro electrónico y la revolución literaria

Johannes Gutenberg ideó la imprenta en 1436. Para el comienzo del siglo XVI este aparato era ubicuo en toda Europa y había sido una figura central en la democratización de la literatura y, por tanto, del conocimiento. Mientras tanto, el ordenador tiene poco más de medio siglo, la mayoría de seres humanos vivos nacieron antes de la invención de Internet y, si bien los conceptos como la hipertextualidad existían ya de una forma u otra, los libros electrónicos son tan nuevos que sería ridículo narrar su historia. A pesar de ello, hay quien se ve capaz de profetizar que este nuevo soporte se descartará como una variación inferior de la imprenta.

A día de hoy existen generaciones de personas que recuerdan la invención del televisor. También a día de hoy prácticamente toda la información gubernamental, financiera e industrial se controla con la informática. Es obvio que vivimos una era de cambio que bien puede acabar considerándose la próxima revolución industrial o incluso una nueva época: la Era de la Información. En cualquier caso, el hecho irrefutable es que la sociedad está transformándose: Internet es uno de los mayores terrenos para entrepaneurs y una nueva fuente masiva de información que supera a la imprenta en todos los sentidos. En cincuenta años hemos pasado de tener un puñado de canales de televisión a ser parte de un medio de comunicación creado por todos, una democracia de la información que en cierto sentido (un sentido puramente digital) cumple los sueños anarquistas de pensadores como Noam Chomsky.

Empezamos a depender de esta tecnología y esto inquieta a muchos, al igual que inquietó a muchos la dependencia de la electricidad. Sin duda, ambos deben de ser los descendientes de aquellos que afirmaban con seguridad que las locomotoras de vapor, con su increíble velocidad de cuarenta kilómetros por hora, dejarían inconscientes a las mujeres que se acercaran demasiado. Hay quien teme el progreso porque es nuevo, no porque sea peligroso.

Así qué, ¿hay alguna razón por la que no deberíamos empezar a usar solo e-Books mañana mismo? Aunque los actos revolucionarios rara vez suelen funcionar, ha de señalarse que esto no forzaría un cambio drástico en la concepción de la literatura: algunas ediciones digitales pueden mantener la estructura estática y lineal tradicional mientras otros autores sacan provecho a este nuevo soporte dinámico. Pero el verdadero cambio poco tiene que ver con la literatura: la razón principal es que los e-Books son mucho más prácticos. Apenas ocupan espacio de almacenaje, pueden editarse y publicarse fácilmente, no son otro impulsor en la deforestación mundial y, si lo desea, el lector puede llevar miles de libros en un aparato del tamaño de un folleto y el peso de una novela de tapa dura. Es un sueño hecho realidad.

Curiosamente, que este soporte sea tan práctico no solo es el argumento de sus partidarios sino el de sus oponentes. Ellos argumentan que la excesiva democratización de la información y de la literatura resulta en más contenido de menor calidad. En otras palabras, la cuestión parece reducirse a si valoramos más la calidad o la cantidad. Ante este ultimátum, ¿qué responderemos los que no nos enorgullecemos de nuestra -patente- ignorancia? Quizá recordemos cómo Ortega y Gasset diagnosticaba este sentimiento como el mal estadounidense del anti-intelectualismo: «El alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera. Como se dice en Norteamérica: ser diferente es indecente. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto». Así que sin duda nos sentiremos impulsados a responder con rapidez: «¡Debe prevalecer la calidad, por supuesto!» ¿Pero acaso podemos reducir la cuestión de esa manera? ¿No es esa restricción de opciones una falsa dicotomía sin vergüenza alguna?

Las obras de calidad siguen existiendo, simplemente puede que sean más difíciles de encontrar. E incluso esa afirmación es dudosa, o al menos incompleta: es cierto que ahora mismo no existe un centro digital de gran literatura (aunque Google parece querer resolverlo) o una editorial digital que de hecho tenga un criterio a la hora de publicar obras pero, como ya ha ocurrido con la música, el cine y los videojuegos independientes, algún día llegarán.

A este paso las racionalizaciones para posponer la revolución de la literatura digital se convierten en poco más que muestras de nostalgia. Tras toda esta argumentación sobre lo práctico, ecológico y democrático que es el advenimiento del libro electrónico, “cualquier tiempo pasado fue mejor” es lo único que puedo escuchar cuando alguien habla de lo mucho que aprecian el olor y la textura de los libros impresos. De todas formas, teniendo en cuenta que vivimos en un planeta en el que alguien inventó la lencería comestible, estoy seguro de que podemos saciar otro capricho más y crear un lector de libros electrónicos que emule la textura y quizá el olor de un libro "como Dios manda".

Al contrario de lo que afirma la creencia popular, es la razón y no la emoción lo que nos distingue del resto de animales y nos hace humanos. Y la razón nos dice que la normalización de los libros electrónicos está en el futuro próximo y que con el tiempo llegarán a cambiar la estructura de la literatura e incluso nuestra percepción de qué es la literatura.

(Read the English translation: "The e-Book and the Literary Revolution")

3 comentarios:

Bale dijo...

Muy bueno. Muy biem escrito, gracias Luka por este articulo, y ademas en petiofo de examenes, estoy totalmente de acuerdo con este articulo, pero aunwue no lo estuviera, como con otros, lo bien escrito, bien escrito esta.

Daniel Romero dijo...

Hola. Totalmente de acuerdo contigo respecto a tus ideas sobre los libros electrónicos.
Una consulta: aparte de ti, alguien más publica artículos en Ciudadanos del Mundo? Saludos. Daniel Romero danedurom@yahoo.com.ar

Luka Nieto dijo...

Soy el único escritor, sí, aunque comencé el blog con un colega que escribió unos cuantos artículos o tres al principio.

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí.