Ahora me dirijo a los anunciantes, a los directores ejecutivos y a los funcionarios públicos, porque sé lo duro que trabajáis para que estemos aterrorizados. Me dirijo a agentes de policía, guardas de seguridad, y a todo aquel que crea tener derecho a mandar sobre otra persona, porque sé que os confundís. Me dirijo a todo trabajador que tema no someterse a un gobierno corrupto y al sistema laboral, ya que su supervivencia estará en peligro, porque no están equivocados. Me dirijo a todo aquel que se sienta inquieto, aburrido, o infeliz, porque a la gente le gusta deciros que es vuestra culpa, que el problema está en vuestro interior. No es así. Me dirijo a todo aquel que sepa que ocurre algo repugnante, pero no cree que cambiará jamás. Estáis equivocados. Me dirijo a todo aquel que, con mucha razón, teme el futuro de nuestro planeta. Todos los días nos dicen como este y nosotros podemos ser destruidos, ya sea a través de un desastre medioambiental, o a través de armas nucleares y guerra química. No hablan de soluciones y no ofrecen esperanza. Yo espero poder hacerlo.
Hoy he oído casualmente como una joven mujer le decía a su compañero de trabajo que a veces se despierta llorando. No sabe por qué, pero no puede evitarlo. Emigró aquí recientemente, tiene un marido y dos hijos, y no entendía como aún con una vida aparentemente tan perfecta, podía pasarse mañanas llorando en la ducha, antes de serenarse para llevar a los hijos al colegio e ir a trabajar. La conversación no iba conmigo, pero quería decirle que le entendía, que su dolor está justificado, pero que tiene elección -justo como todos nosotros, tal como dijo Bill Hicks- entre el miedo y el amor. Y me niego a estar aterrorizado.
Me niego a estar aterrorizado
Tal como dijo Bill Hicks, se trata de una elección entre el miedo y el amor.
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