Aunque esta semana iba a pertenecer exclusivamente a cierto grupo de periodistas, comediantes y científicos ateos, me veo obligado a mencionar la situación actual en Italia y Francia: huelgas y más huelgas.
En Roma, el último sábado decenas de miles de personas marcharon en una concentración del sindicato obrero, en defensa de los contratos laborales y en contra del gobierno, mientras el líder del sindicato izquierdista CGIL pedía una huelga general. "A nuestro gobierno sólo le importa las finanzas públicas", dijo tras listar el sector de la construcción y el automovilístico como los más afectados en Italia.
"Se están aprovechando de la crísis para debilitar los derechos obreros" -y añadió-: "La situación social está muy difícil. El país está cayendo en picado, no puede recuperarse como debería. El desempleo aumenta".
Mientras tanto, en Francia
las huelgas continúan y las cosas se ponen muy feas:
Debido a las huelgas, se han cerrado ya 10 de las 12 refinerías petrolíferas, a pesar de haber enviado a policías anti-disturbios para mantener el flujo del petróleo en medio de la compra masiva causada por el pánico.
El gobierno ha dado permiso a las compañías petrolíferas para extraer petróleo de sus propias reservas de emergencia, pero se ha resistido a abrir la parte de la reserva de combustible estratégica de Francia controlada por un comité del gobierno.
La falta de combustible ha forzado el cierre de un oleoducto a los dos aeropuertos principales de París.
En definitiva, las cosas no van bien y
como muchos habían previsto ya, la crisis no empezaría a desaparecer en 2010, sino que su gravedad acrecentaría sobramenera. Y seguirá siendo así durante un tiempo.
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