La evolución social en una sociedad emergente

Karl Marx tenía cierta razón cuando dijo que «la historia escrita de todas las sociedades existentes hasta ahora es la historia de la lucha de clases». Cada poder establecido en una cultura sufre un momento de decadencia que la clase subyugada aprovecha para mejorar su situación; en los casos más extremos se trata de revoluciones hechas y derechas y en los menos extremos hacen el ruido suficiente como para no ser ignorados en el futuro. La historia de las civilizaciones en camino de nuestra democracia representativa (la historia moderna) se puede definir como un penoso ciclo de 'estancamiento-revolución-estancamiento': generalmente, cuando los revolucionarios toman el poder representan el exponente de la libertad humana, pero solo en ese marco temporal, solo en su propio contexto.

Hoy día la actitud de «todo para el pueblo pero sin el pueblo» que presentaba el despotismo ilustrado nos parece una broma de mal gusto. En cambio, si tenemos en cuenta el tejido histórico alrededor de ese único hilo, hemos de admitir que se trataba de un avance que tuvo como resultado una sociedad ligeramente más ilustrada. Esto puede hacernos llegar a la conclusión errónea de que si la monarquía absoluta no hubiera hecho tal concesión, puede que aquel orden hubiera persistido durante mucho más tiempo o quizás el paso al liberalismo no habría sido tan gradual. Pero, ¿acaso podía la monarquía no hacer tal concesión? Por supuesto que no: al verse acorralado por nuevas y peligrosas ideas, todo poder establecido acaba por intentar adaptarse a éstas de forma superficial y concede ciertos cambios sin abandonar su base, aunque luego les salga el tiro por la culata. Esa es precisamente la visión que tenemos del absolutismo ilustrado hoy día, y sólo podemos concluir que en el futuro se reirán también de nuestro concepto de liberalismo y democracia.

Desde las sociedades primitivas hasta las capitalistas, todas lo han hecho lo mejor que han podido en su contexto físico, obviando altibajos. Esa parece ser la tendencia humana, siempre que el entorno lo permita. En otras palabras, no es que simplemente 'seamos' mejores personas o seres más civilizados: las condiciones técnicas nos han permitido serlo. Si nos quedáramos mañana mismo sin nuestros servicios básicos (agua corriente, electricidad y transporte de mercancías y personas), en menos de lo que pensamos los habitantes de las naciones desarrolladas adoptaríamos un nuevo paradigma social: el caos.

Así que sí, la economía capitalista es un avance, incluida su caracterización actual que debe más a las reformas económicas de mitad del siglo XX que a sus ideas originales. Es un hecho que la vida del ser humano medio ha mejorado considerablemente a lo largo de los últimos doscientos años gracias a avances en la mecánica, la medicina y la educación metódica; es la técnica, hasta cierto punto llevada a término por la apertura del mercado, la que ha mejorado nuestras vidas. Pero el monetarismo sólo podrá llevarnos hasta cierto punto.

En efecto, no debemos olvidar que mientras la esperanza de vida en las Américas, Oceanía y Europa (e incluso Asia en menor medida), ha aumentado considerablemente, en África la situación sigue siendo precaria: si echamos un vistazo a los datos actuales, veremos que doblamos la esperanza de vida de muchas naciones sudafricanas.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué sigue habiendo esclavitud clásica en unos pocos países pobres, explotación desmesurada en varios otros y servidumbre salarial en los países en desarrollo y desarrollados? Obviando las causas inmediatas, ocurre porque el modelo político y económico actual, en su momento prototipo de la máxima libertad posible de la humanidad, ha quedado obsoleto. Cosas así y peores ya ocurrían antes, pero durante el último medio siglo la sociedad se ha sensibilizado ante estas injusticias y ha imaginado nuevas oportunidades. En cambio, el sistema no se ha puesto al día: fuentes de energía limpias y prácticamente inagotables, métodos más prácticos de agricultura, la casi total automatización del sector de producción (y del de servicios), medios de transporte de mercancías y personas energéticamente eficaces y sobre todo rápidos, comunicación global instantánea y, en el futuro próximo, el auge de la cibernetización y la nanotecnología.

El modelo político-económico actual ya está tratando de conciliarse con todo ello, pero al final fallará. Si llevamos dichos avances a su fin lógico, ni siquiera podrá justificar su mismísima base: el empleo humano en la producción y, por tanto, el concepto del 'valor' del producto definido en su mayor parte por el tiempo y trabajo humano requeridos en su fabricación. La mecanización de la era industrial sustituyó a veinte hombres por uno sólo ocupado en dirigir una máquina y la automatización de la era informática ya está sustituyendo a empleados de todos los sectores por unos pocos técnicos. No, esos empleos no van a volver.

De hecho, no deberían volver: si se consiguió la jornada de ocho horas con la mecanización, ¿qué se conseguirá entonces con la automatización? Aún con la tendencia a la sobre-explotación y a la sobre-producción del mercado abierto, la diferencia sería astronómica. Y si el sistema se adaptara a la nueva tecnología en vez de a la inversa, el concepto del empleo y el salario como base de la economía acabaría siendo obsoleto. En cualquiera de sus múltiples formas, el sistema monetario sería incapaz de justificar la necesidad de pagar por los alimentos y la energía si su capacidad de crearlos en abundancia fuera tal que su adquisición se considerara un derecho civil. Así, la escasez disminuiría cada vez más junto al tiempo y trabajo humanos, hasta que el valor del producto se acercaría peligrosamente a cero.

Por ello, habrá cambios. Puede que estalle una dolorosa revolución o puede que el sistema se adapte poco a poco a estas presiones técnicas y sociales hasta quedar irreconocible. En su momento será un punto crucial, pero a efectos de este texto la diferencia es insignificante ya que el sistema actual caerá por su propio peso de la misma forma que en su día trajo un nuevo prototipo de libertad humana. También es posible que el cambio cultural no sea tan rápido como para superar al problema energético o las tensiones entre naciones armadas con potencia nuclear, pero esa alternativa no precisa mayor explicación.

Dicho esto, ¿cómo puede evitarse que la cultura resultante siga el mismo ciclo de estancamientos y revoluciones? La política moderna ya lo hace en parte pero, ¿cómo se podría llegar a una sociedad que evolucione abrazando las pequeñas mutaciones, en vez de resistirse a ellas para luego sucumbir inevitablemente al siguiente paso lógico? ¿Cómo hacer que la mismísima base de la sociedad, con su economía y su cultura, acabe con la tendencia del ser humano a cambiar de modelo socio-económico dominando al sistema imperante? En definitiva, ¿cómo podemos evitar un sistema establecido y llegar a un sistema emergente?

La cuestión consiste en organizar la aplicación de estas nuevas técnicas de tal manera que aquellos pioneros al frente de la evolución social no puedan (ni quieran) ser líderes, sino hacedores. En lugar de dirigir el sistema de forma global, hacen cosas para mejorar características específicas de éste. Por tanto, para evitar el estancamiento económico y social no puede haber un gobierno de constitución demasiado definida; todos los individuos deben gobernar o guiar a la sociedad por medio de sus aportes en la técnica y la cultura.

Desde aportes tecnológicos y médicos hasta artísticos y recreativos, la sociedad se configura a sí misma desde 'las pequeñas cosas', al contrario que en la mayoría de teorías modernas del poder. Pero al mismo tiempo, gracias a la comunicación electrónica y los transportes de alta velocidad, existe la posibilidad de conectar a toda la sociedad: incluso el producto de la participación más insignificante está al servicio de todos en una red descentralizada pero totalmente unificada de sistemas informáticos y de transporte, en lugar de quedarse limitados a una región o extenderse con exasperante y en ocasiones letal lentitud, como ocurría en las sociedades primitivas y como proponen en la política ciertas clases de anarquismo y en los movimientos sociales las eco-aldeas.

Así se crea una sociedad emergente. Siguiendo el curso natural de la técnica, la comunicación entre seres humanos se facilita hasta llegar a una interconexión global con lo que cada individuo sabe perfectamente que su contribución le ayudará a sí mismo, a su familia y a todos los demás y que los aportes del resto del mundo seguirán el mismo camino, no interrumpidos por un gobierno que sería innecesario en este contexto histórico. Al no haber un poder que lo englobe todo, en este sistema la única constante es el cambio. El ciclo de estancamientos y revoluciones, con su lucha entre viejas y nuevas ideas, simplemente deja de ser aplicable y se sustituye de forma natural por otro paradigma: la evolución social en una sociedad emergente.
(Read the English translation: Social evolution in an emergent society)

3 comentarios:

Bale dijo...

En manos de mentes y corazones más libres de pensamiento, menos llenas de viejas ideas, está, el que estos cambios sucedan y lo hagan cuanto antes y lo más suavemente posible. Un texto impresionante, por su claridad y su contundencia.
Gracias Luka, por traducirlo para que mentes más viejas, más llenas, puedan leer estos planteamientos y vayan cambiando nuestras mentes y corazones, para que llegado el momento podamos contribuir a ello.
Bale

LukaNieto dijo...

Gracias a ti por leerlo. Pero no lo he traducido al castellano; el texto es mío, original, y lo he traducido al inglés porque me lo han pedido.

Danny dijo...

¡¡¡Muy bueno Luka!!! Un texto muy claro y de facil entendimiento.
Eres un crack, gracias por hacer esto posible :-)

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí.