Mubarak se gana más enemigos

Al medio día de uno de los más ajetreados de las revueltas en Egipto, el 10 de febrero, se empezaron a oír rumores de que la armada había tomado el poder, sin intenciones claras. Otros informes decían que Mubarak dimitiría y dejaría el poder al nuevo vicepresidente Omar Suleiman, que se ocuparía del cargo hasta la transición democrática en septiembre. Para más inri, hacia las últimas horas de la tarde la televisión estatal cambió de tono por completo, mostrando las protestas sin censura y criticando la corrupción gubernamental.


En cambio, Mubarak no ha dimitido. Se esperaba un discurso de dimisión, y en cambio los egipcios han recibido unos balbuceos ininteligibles con vagas promesas de cambios constitucionales y la delegación de ciertos poderes a su vice-presidente, además de aprovechar la situación para echar la culpa de toda la revolución al sensacionalismo de Al-Jazeera, indicando así implícitamente que los manifestantes no tienen razones legítimas para sus protestas.

Los resultados han sido los esperados, con un pueblo que tras más de dos semanas de manifestaciones continuas, reyertas contra la policía, tensiones con la armada y lucha abierta con manifestantes pro-Mubarak, tenían esperanzas por fin de una dimisión. Las protestas han seguido con más furia que nunca, los manifestantes han rodeado la central de la televisión estatal y el Palacio Presidencial. La noche no parece frenarles. Aunque es fácil dejarse llevar por el fervor populista, esto puede desencadenarse fácilmente en caos sin sentido.

Mientras tanto, el público internacional ya ha dejado todas las pretensiones de neutralidad. Jim Hoagland del "Washington Post" ha escrito en un artículo que "No es suficiente, Señor Presidente. No está ni a un millón de millas de ser suficiente". Marc Lynch de "Foreign Policy" ha afirmado que "Es difícil exagerar lo malo que ha sido el discurso de Mubarak para Egipto". Slavoj Žižek del "The Guardian" se limita a enviar un mensaje muy simple: "No hay lugar para compromisos. O bien cae toda la estructura de Mubarak o el alzamiento se verá traicionado". Incluso Obama ha dejado claro que esta era su oportunidad para abrir el camino directo a una democracia representativa y que el gobierno la ha echado a perder.


(Alejandria, la segunda ciudad mayor de Egipto)

En Egipto, los manifestantes están pidiendo que 20 millones de egipcios salgan hoy día 11 a las calles de las ciudades. Si se cumple algo remotamente similar, puede que ocurra lo que el político ElBaradei, una de las figuras principales de las manifestaciones, ha predicho: Egipto va a explotar. ¿Se trata de una profecía de una revolución productiva o de una anarquía sin propósito? Todavía no se sabe.

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